Los 14 gobernantes que rigieron el apogeo de Cobá fueron identificados gracias al trabajo de arqueólogos, epigrafistas, restauradores y ayudantes, colaboradores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Así lo informó este lunes 20 de julio el INAH, pues fueron descifrados los regentes de esta zona de la selva Maya que gobernaron cuando se encontraba en su mayor esplendor, entre los años 500 y 780 d.C.
“La narración de la historia de una dinastía entera, la cual perduró por 300 años en la selva maya, comienza a revelarse en la Zona Arqueológica de Cobá”, comunicó el instituto dependiente de la Secretaría de Cultura federal.
El proyecto Cobá, dirigido por la arqueóloga María José Con Uribe, ubicó datos de estos 14 personajes que están esculpidos en unos 60 monumentos del sitio arqueológico, tales como altares, la pista del juego de pelota, estelas, dinteles y relieves con imágenes y/o textos.
“Fue hacia el año 500 d.C., en el periodo Clásico Temprano, cuando Ju’npik Tok’ (El de los ocho mil pedernales) fundó una estirpe cuya hegemonía rivalizaría, en términos territoriales, con las de Tikal y Calakmul”, señaló el INAH en referencia a quien erigió el poderoso linaje, información basada en Panel 7 del Juego de Pelota, Grupo Navarrete de Cobá.
Además de Ju’npik Tok', otros nueve pudieron ser traducidos total o parcialmente. Ellos son: K’ahk’ Chitam (Pecarí de Fuego); Uxman; ... K’awiil; Yopaat Taj ... Naaj; Ixik ... Yopaat (Señora Yopaat); ... K’ahk’ ... Yopaat (Fuego Yopaat); Kalo’mte’ ...; y Xaman K’awiil (K’awiil del Norte).
“El uso de los puntos suspensivos indica que existe una porción del nombre que no podemos leer; mientras que a los cinco soberanos cuyo antropónimo desconocemos, se les designa con una letra mayúscula: A, B, C, D y E”, explicó Octavio Esparza Olguín, epigrafista perteneciente al Centro de Estudios Mayas de la UNAM.
Entre los personajes, el INAH destacó que una mujer, Ixik... Yopaat, fue de los gobernantes con mayor relevancia, quien habría regido por 40 años a inicios del siglo VII e impulsó de manera más contundente el poderío de Cobá.
Según Esparza Olguín, no era la regla en los señoríos mayas, pero se sabe de importantes ciudades como Palenque o Naranjo, donde gobernaron mujeres.
“Aunque los periodos de gobierno y el orden cronológico de estos jerarcas no están del todo claros, los monumentos de Cobá aluden a este linaje hasta el año 780 d.C., de allí que se teorice el fin de este grupo de gobernantes hacia las postrimerías del siglo VIII”, comunicó la dependencia.
Ello no significa que en la zona de Cobá sólo haya reinado una clase de política, pues su ubicación, junto a cuatro lagunas, (unos de los pocos cuerpos de agua en la península de Yucatán), tiene antecedentes más antiguos, como asentamiento en el año 200 antes de Cristo, refirió María José Con Uribe. Además, el sitio está en la periferia de una ciudad prehispánica que abarca 70 kilómetros cuadrados, del cual se ha estudiado el 1% de su extensión total.
Igual se han hallado indicios de varios contactos de Cobá, cuyo significado es “ciudad de las aguas turbias”, con otras poblaciones, como una guerra con Uxul según el panel 19; un posible conflicto con Motul (Guatemala) de acuerdo con la estela 11; y contactos diplomáticos y bélicos con Edezná (Campeche, México) y Tikal (Guatemala).
Desde 1992, el Proyecto Cobá ha estudiado seis grupos arquitectónicos de la zona arqueológica: Cobá, Navarrete, Nohoch Mul, Copó, Maya y Macanxoc; en años recientes se enfatizó la exploración en este último sitio con el análisis de nueve estructuras.
Unos 66 años antes, en 1926, Cobá fue explorada por el Instituto Carnegie de Washington, entonces llamó la atención debido a que contaba con varios monumentos esculpidos, pero estos no fueron estudiados a profundidad por la mala calidad de piedra caliza que presenta erosiones e imposibilita leer los glifos, señalaron los expertos de la UNAM y el INAH.
Aunado a las referencias en monumentos, los investigadores crearon reconstrucciones 3D a partir de la fotogrametría. También se recurrió a soluciones como la luz artificial rasante, es decir, empleo de una lámpara de mano para generar, durante la noche, distintos ángulos de luces y sombras que resalten los contornos de los glifos.
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