El distanciamiento social supuso grandes retos y dificultades para colectivos y organizaciones en México, independientemente de su tamaño, trayectoria y experiencia. A pesar de la detención parcial de actividades, la crisis detonada por la pandemia de COVID-19 también generó espacios de encuentro entre diversos proyectos sociales, culturales, políticos y artísticos, y aún más problemáticas sociales que demandan su atención.
En la Ciudad de México, diversos colectivos e individuos lograron establecer relaciones de trabajo para fortalecer sus prácticas cotidianas y, principalmente, para construir esfuerzos colectivos que permitan hacer llegar ayuda a personas en situación de vulnerabilidad que hoy batallan aún más para sobrevivir en la “nueva normalidad”.
Artel-Nativ, Hormigas Amigas, Huerto Urbano Acatitlan, entre otros proyectos, lograron establecer medios de comunicación y formas de trabajo durante el confinamiento para recolectar y repartir alimento, ropa e insumos sanitarios a personas en situación de calle en el centro histórico de la capital.
Han entregado al rededor de 500 kits con gel antibacterial, cubrebocas, tortas, fruta y dulces a lo largo de tres jornadas de trabajo en los alrededores de Tacuba, La Raza y Hospital General. Para su último esfuerzo de repartición, organizaron una rifa con piezas donadas: tres cuadros del pintor Arturo Márquez, un reloj bordado del proyecto BlueBanana, una maceta de cartonería de Múuyal, cortesías de la taquería El Cáctus, entre otras.
Se vendieron 120 boletos para reunir los recursos, y se trabajó con cientos de personas que intervinieron en diferentes momentos del proceso: hubo quienes donaron alimentos, quienes se dedicaron a cocinar, prestaron sus automóviles o sus casas para facilitar las operaciones y quienes repartieron los kits. “Puedes estar un día, una semana, no se limita la participación”, explicaron los organizadores a Infobae México.
“Antes de la pandemia ya muchos colectivos estaban trabajando en conjunto, pero es un hecho que a partir de esto hemos hecho más vínculos con otros proyectos hermanos. Armamos un foro virtual para platicar sobre eso, y llegamos a la conclusión de que en este tiempo de incertidumbre hay que empezar a formar lazos”, comenta en entrevista Monserrat, del proyecto Artel-Nativ.
Lo que se ha gestado es una red de apoyo que cumple más de una función para los colectivos. Se trata de un ejercicio que permite "promover el comercio local, hacer lazos comunitarios y, a la vez, dar a la gente que en estos momentos lo está necesitando".
El proyecto Artel-Nativ se dedica a promover el comercio local, justo y responsable de productores independientes. Monserrat señala que hay productoras que han sufrido reducción en sus ventas de hasta 80% debido a la falta de bazares y mercados: “es difícil moverse en la pandemia, y el Internet no es un recurso que todos tengan a la mano. Pero nos hemos puesto en contacto porque este es un tiempo de crisis que a la vez significa oportunidad para gestar lazos”.
En días pasados, diferentes colectivos e individuos realizaron una reunión virtual para platicar sobre las perspectivas a futuro de sus proyectos. En la reunión participaron esfuerzos como BlueBanana, Múuyal, Huerto Urbano Acatitlan, Colectivo Es Posible, Conquista, Hormigas Amigas y Artel-Nativ, conformados por artistas, promotores culturales, productores agrícolas, divulgadores científicos, comerciantes y profesoras. Los asistentes estuvieron de acuerdo en que ha sido difícil acoplarse al 100% al trabajo en Internet ya que estaban acostumbrados a trabajar desde las comunidades, ir y platicar con la gente.
Al respecto, Monserrat considera que deberán acostumbrarse a mantener una forma de comunicación híbrida, en parte a distancia y en parte de forma directa: “es un hecho que la comunicación a la distancia abre posibilidades, y nos tenemos que acostumbrar a este cambio tecnológico porque el panorama va hacia allá, hacia lo digital. El espacio virtual es lago nuevo para todas nosotras, pero es algo digno de explorarse”.
Conseguir los insumos necesarios para prevenir contagios al salir a la calle a repartir kits también ha representado un reto. Los colectivos enfrentar el problema de carecer de recursos suficientes para protegerse y reducir el riesgo para las personas que los reciben. Falta dinero para comprar caretas y los cubrebocas deben ser comprados de forma individual.
Muchas personas se han mostrado interesadas en su trabajo y les han enviado mensajes preguntando cómo participar o ayudar en el proceso. Es una respuesta positiva que permitirá ampliar el alcance de futuras jornadas. Y es que si bien los colectivos están satisfechos con su trabajo, también son conscientes de que el problema es demasiado grande.
“A pesar de que se hace el esfuerzo, obviamente nunca es suficiente, porque esas personas están ahí más de una semana, un año, dos años de su vida. En el caso de personas en situación de calle sí hablamos de que son personas en situación de abandono social. ¿Qué hacemos como sociedad para que todas esas personas estén ahí?. Hay que hablar un poco de responsabilizarnos para que todas y todos podamos convivir de la mejor manera”, comparte Monserrat.
“En las colectas tristemente se acaban los suministros y queda siempre más gente por apoyar, parece que no se hizo mucho, pero sí, se contagian las ganas de ayudar”, señaló durante el foro virtual uno de los integrantes de Hormigas Amigas. Explicó también que se trata de un trabajo de empatía en el que se requiere una participación activa para que la gente entienda por qué se realiza el trabajo, que no tiene que ver con una asociación civil, gobierno o partido político.
“Seguimos sumando esfuerzos para resistir a todos estos procesos sociales que están cambiando. Hemos estado generando mucho diálogo porque no sabemos bien qué esta pasando, no sabemos bien hacia dónde vamos. Pero como proyectos, con la causa común de hacer comunidad, consideramos importante resistir y generar diálogo, porque al fin de cuentas todos hemos tenido dificultades”, concluye Monserrat.
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