En esta semana, la actividad prioritaria en la agenda del presidente Andrés Manuel López Obrador es su gira de trabajo por los estados de Guanajuato, Jalisco y Colima. Los tres son considerados como los principales epicentros de la violencia en México.
En el caso particular de Jalisco, se trata del bastión del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), a pesar de que su líder, Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, es originario de Michoacán, dicha entidad fue donde desarrolló su carrera criminal.
De acuerdo con las últimas cifras del Secretariado Ejecutivo, en 2019 fue uno de los 5 estados con mayor número de homicidios dolosos, al registrar 2,030 asesinatos. También se convirtió en el estado con más desaparecidos.
A este cártel se le atribuye el atentado que sufrió el jefe de la policía de Ciudad de México, Omar García Harfuch, el pasado 26 de junio, cuando una treintena de sicarios le dispararon a su camioneta en una de las zonas más exclusivas de la metrópoli al filo del amanecer. Los dos escoltas que iban con él y una mujer que pasaba por el lugar no lograron sobrevivir al ataque. García Harfuch recibió tres impactos de bala y múltiples esquirlas.
Luego del atentado, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) reforzó el rastreo de llamadas telefónicas del CJNG. Gracias a una de estas intervenciones pudo saberse sobre los planes de atentar contra actores de la vida política de primera línea como Marcelo Ebrard, Alfonso Durazo, Santiago Nieto y Omar García Harfuch.
Los orígenes del CJNG
La historia del CJNG se remonta a julio de 2010, luego de que el ex capo del Cártel de Sinaloa, Ignacio Coronel, alias “Nacho”, fuera abatido por las fuerzas de seguridad. En aquel entonces Jalisco permanecía en relativa calma.
Antes de su muerte, Coronel daba órdenes a Óscar Orlando Nava Valencia, alias “El Lobo”, líder del Cártel del Milenio. Este grupo criminal traficó cargamentos de droga, manejó las finanzas del Cártel de Sinaloa y operó principalmente en los estados de Jalisco y Colima, posteriormente extendiéndose a Michoacán y al Distrito Federal (hoy Ciudad de México).
Cuando murió Nacho Coronel, “El Lobo” había sido capturado y el Cártel del Milenio había sufrido una serie de fracturas internas, dividiéndose en dos facciones: “La Resistencia” y “Los Torcidos”. En el vacío de poder que dejó la muerte de Nacho, ambos grupos se enfrentaron por el control del tráfico de drogas en Jalisco, y “Los Torcidos” se convirtieron en lo que ahora se conoce como CJNG, surgiendo como los sucesores de la red del capo sinaloense en la región.
Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, es considerado como el líder y fundador del CJNG, y sus socios originales fueron Erick Valencia, alias “El 85” y Martín Arzola Ortega, alias “El 53”, ambos antiguos miembros del Cártel del Milenio. Abigael González Valencia, otro antiguo miembro del Cártel del Milenio, cuñado de “El Mencho” y líder de la organización criminal “Los Cuinis”, presuntamente ayudó a financiar el ascenso del CJNG. Varios medios de comunicación se han referido a González Valencia como el “operador financiero” del CJNG o incluso han afirmado que es una de las personas a cargo del grupo.
En el período posterior al surgimiento del CJNG, la tasa de homicidios, las desapariciones forzadas y el descubrimiento de fosas clandestinas aumentaron considerablemente en Jalisco. El cártel también tuvo como misión inicial combatir a Los Zetas en el estado de Veracruz, bajo el nombre de Los Matazetas, a quienes algunas fuentes describen como un equivalente del CJNG y otras como una célula especial del grupo, responsable por los asesinatos. El grupo se atribuyó la autoría de la masacre de 35 personas en Veracruz en 2011, y un mes después las autoridades descubrieron los cuerpos de otras 30 presuntas víctimas.
El CJNG también es conocido por dirigirse a la sociedad mexicana a través de una propaganda idealista, haciendo referencia a la solidaridad y prometiendo deshacerse de otros grupos criminales que operan en su territorio. Durante la pandemia del coronavirus, el CJNG repartió víveres en varias localidades, incluyendo en la Zona Metropolitana de Guadalajara, la segunda ciudad más importante del país.
Sin embargo, su dominio criminal se limita a la zona de Jalisco, Nayarit y Colima, al puerto de Lázaro Cárdenas en Michoacán, al estado de Veracruz y a la zona de hurto de petróleo que se extiende por los estados de Guanajuato, Puebla, Querétaro e Hidalgo.
Otros lugares estratégicos en donde el grupo tiene presencia fuerte, aunque se disputa con otras organizaciones son las ciudades fronterizas de Tijuana y Juárez, la región de Tierra Caliente –que abarca municipios en Michoacán, Guerrero y el Estado de México–, y la Riviera Maya.
Además de su presencia en México, el cartel tendría contactos en Colombia, Perú, Bolivia, Centroamérica, Estados Unidos, Canadá, Australia y el sureste asiático, conexiones que usa para el tráfico de marihuana, cocaína y drogas sintéticas.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: