En el panteón prehispánico, Huehuecóyotl ocupa un lugar como dios bisexual asociado con rasgos ambivalentes de su forma animal, el coyote, de ahí la traducción nahua como el dios “coyote viejo”, una figura en que se expresan música y danza, pero también características como la lujuria y el deseo carnal, dando paso a la dimensión erótica de los antiguos mexicas.
En el imaginario de los aztecas, el coyote era temido por su astucia y su desarrollado instinto sexual, debido al largo tiempo que dura su coito y la veloz recuperación para repetir el acto, de acuerdo con Fernando Díaz Infante, estudioso de la cultura prehispánica.
La historiadora Lucía Aranda Kilian encontró en su trabajo de campo de 1991, que pobladores de Pachiquitla, Xochiatipan, Hidalgo, aún asociaban los rasgos sexuales de Huehuecóyotl con su identidad zoomorfa, pues en esta comunidad nahua creían que si mataban a un coyote, le cortaban una pata y con ella tocaban a una mujer, ésta quedaría profundamente enamorada.
De acuerdo con el códice Vaticano-Latino 3738 1966: XXII, 61; XXIV, 65, se narra que Huehuecóyotl pecó en Tamoanchan, lugar primordial de dioses y humanos, al seducir a Xochiquetzal; sin embargo, la versión de Diego Muñoz Camargo (historiador tlaxcalteca que vivió de 1529 a 1599, hijo de un español y una mujer indígena) refiere que el culpable de la transgresión en aquel paraíso fue Tezcatlipoca, pues éste dios raptó a la que era mujer de Tláloc, una divinidad relacionada con la fertilidad.
En ello se definiría el carácter impúdico del “dios coyote”, según Guilhem Oliver, doctor en Estudios Latinoamericanos e investigador de pueblos indígenas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
A su vez, el también historiador refiere que el rasgo lujurioso de Huehuecóyotl se da porque patrocina el signo cuetzpalin , “lagartija”, en el códice Borgia, es decir, un símbolo fálico conocido en Mesoamérica, según los estudios de Eduard Seler.
De acuerdo con el experto de la UNAM, existen 17 representaciones de Huehuecóyotl en 12 manuscritos pictográficos diferentes, convirtiendo al dios en una figura enigmática.
En cuanto al vocabulario, el experto de la Universidad Nacional analizó que coyoquetza se traduce en “erguirse como coyote”, según Fray Alonso de Molina, pionero en Lingüística y autor del primer diccionario de español al náhuatl, impreso en el Nuevo Mundo en 1571.
La palabra también sería alusiva a “tomarse como animales”, lo que el lexicógrafo Rémi Simeon explicó como “tener relaciones con una mujer imitando a los animales”.
Para Guilhem Oliver, el aspecto seductor del coyote se comprobaría en mitos contemporáneos de los nahuas en San pedro Jícora, Durango, pues los pobladores describen al animal como un raptor de mujeres. Por su parte, los quichés de Guatemala mantendrían la creencia en que los huesos de coyote, secretamente guardados en el bolsillo, hacían que una viuda cediera a las súplicas de un pretendiente.
Por otra parte, y con base en el Codex Telleriano-Remnsis, Guilhem Oliver refiere que Huehuecóyotl era quien ponía discordia entre los hombres, tal como la puso entre los tepanecas, razón de que empezaran las guerras en el mundo. Sobre el rasgo bélico del dios aparece ilustrado al lado del glifo yáoyotl en el códice Borgia. Además de este rasgo, el dios sería catalogado como chismoso o “malsín”.
Aranda Kilian explica que “el viejo coyote” está “relacionado con Macuilxochitl: dios del placer, de la danza y de los juegos; uno de los cinco dioses del placer que acompañaban en su recorrido con el sol a las cihuateteo, es decir, mujeres muertas en su primer parto o en la guerra, quienes a causa de esa fatalidad eran convertidas en diosas. A estas deidades se les temía porque, en ocasiones, bajaban a hacer daño a los niños, provocándoles dolor muscular; y a los hombres, los inducían a la lujuria y a los “pecados carnales”.
En el Atlas Durán y en el Códice Borbónico, Huehuecóyotl está dibujado agitando unas sonajas y otros personajes tocan instrumentos a su lado, Eduard Seler asocia los dones musicales al coyote, por su rasgo de aullador. Su fecha regente empezaba con el signo ce xóchitl (1 Flor), ocasión en que era celebrada una fiesta con bailes y se entonaban numerosos cantos. Los nahuas, chichimecas, triquis, zapotecos y pápagos actuales, representan al coyote como un músico que toca el tambor, violín, guitarra o que canta. De acuerdo con el recuento de Guilhem Oliver sobre la categoría artística del dios.
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