Para acortar tiempos en la obtención de una cura y mitigar los efectos que ocasiona el SARS-CoV-2 en los seres humanos, un grupo multidisciplinario, encabezado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), desarrolla una serie de proyectos de investigación, entre los que destacan la versión sintética de una vacuna, un método que detecte anticuerpos en personas previamente infectadas y la evaluación de un tratamiento basado en dexametasona por vía intranasal.
La participación del equipo universitario se suma a los esfuerzos de cientos de científicos alrededor del mundo que trabajan a marchas forzadas en la creación de un medicamento que, de ser descubierto, no garantizaría la producción suficiente para su administración en la población mundial. De ahí la necesidad de contar con alternativas nacionales.
El Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBO) de la UNAM decidió, en colaboración con otras instituciones, desarrollar una vacuna que genere rápida y eficientemente una respuesta inmune capaz de controlar de forma parcial o total la infección.
“Esto está basado en pequeñas regiones críticas del virus que estamos actualmente evaluando en ratones a través de diversos equipos de vacunación. Se está evaluando la capacidad protectora de estos péptidos. Con ella se sabrá cuáles de los cinco componentes diferentes tienen la mejor capacidad para inducir una respuesta inmune”, señaló en entrevista Edda Sciutto, integrante del IIBO de la UNAM.
Con la participación del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) y el Instituto Nacional de Nutrición -quienes les proveen del material biológico para poder evaluar la prueba-, así como de la Unidad de Investigación Veterinaria de la UNAM, el equipo de la doctora Sciutto también desarrolla un ensayo que diagnostique anticuerpos circulantes en los individuos que hayan estado expuestos al virus de la COVID-19. De aprobarse, podría contribuir a diseñar una estrategia para programar un regreso seguro a las actividades.
El Instituto de Investigaciones Biomédicas también desarrolla un tratamiento a base de dexametasona que, a diferencia del estudio anunciado recientemente por la Universidad de Oxford sobre su utilización vía intravenosa, el suyo busca administrarse de forma intranasal, ya que este método promete ser más eficiente en el control de la COVID-19.
Entrevistada por Prisma RU, de Radio UNAM, precisó que “cuando se administra un fármaco por vía intranasal de cierta forma para que llegue a la parte alta de la nariz, tiene la ventaja que, además de entrar al sistema respiratorio directamente, también lo hace al sistema nervioso central”.
Esta estrategia es importante a considerar ya que, según la investigadora, es probable que el nervio olfático sea el conducto por el cual el SARS-CoV-2 entre al sistema nervioso central provocando daños centrales causantes de la muerte y discapacidad de los enfermos: “una situación que se podría controlar y reducir aplicando la dexametasona intranasal”.
Actualmente la evaluación del tratamiento se realiza en el Hospital General de México debido a la cantidad de pacientes que ahí se tratan. Los investigadores piensan que con el protocolo clínico de este tratamiento se pueden obtener resultados preliminares o indicativos que muestren la importancia de la aplicación de esta terapia.
Concluyó que “es probable que en agosto se tenga el ensayo de diagnóstico para detectar anticuerpos y los resultados preliminares de si la dexametasona por vía intranasal es funcional. Pero el proceso de una vacuna lleva mucho más tiempo porque requiere de pruebas de seguridad, preclínicas, clínicas. Es decir, no es nada más la parte experimental, la cual se puede acabar en unos meses. Se trata de la realización de pruebas que, además de demorarse, son caras”.
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