Un trabajo realizado por el Observatorio Colombiano de Crimen Organizado analizó los tipos de liderazgos de las mujeres dentro del narcotráfico en siete países y destacó cómo pueden ejercer el poder dentro de las organizaciones criminales.
En el caso de México analizó los casos de Enedina Arellano Félix, quien es la presunta cabecilla del cártel de los Arellano Félix en Tijuana y de Yesenia Pacheco “La Güera Loca”, una sicaria del cártel de Los Zetas que tuvo un trágico final.
De acuerdo con el análisis, las toma como una muestra porque sus liderazgos son completamente opuestos, mientras que Enedina ejerce uno considerado completamente como “no violento” en el vaso de Yesenia se considera todo lo contrario.
Encabezaba un grupo de halcones y sicarios que trabajaban para el Cártel del Golfo. Se hizo famosa por su cruel forma de aniquilar a sus enemigos y por decapitar a un Zeta capturado y después quitarle la piel de la cara con un cutter.
Reclutada por el narco en 2009, integró una célula criminal exclusivamente con mujeres, quienes pretendían demostrar que su rol en el narco dejaba de ser pasivo para entrar también al campo de la batalla. A sus enemigos los descuartizaba o los degollaba.
Su falta de sensibilidad y crueldad para matar fortaleció su lugar dentro de la organización criminal, lo que la llevó a convertirse en una de las primeras jefas de células delictivas integradas solamente por mujeres, quienes eran reclutadas para que trabajaran en el secuestro y asesinato de sus rivales.
No sólo sus compañeros la consideraron una sicaria sumamente violenta, también las autoridades, quienes la colocaron en la lista de las más buscadas del país.
Sin embargo, sus rivales la encontraron primero. Su cuerpo apareció en julio de 2014, había sido torturada y decapitada por Los Zetas y cortada en pedazos, quienes la estuvieron cazando hasta encontrarla y cobrar venganza.
“El cruce entre liderazgos y violencia en esta discusión es intencional, toda vez que ambas características de la criminalidad de las mujeres constituyen desviaciones de los estándares socialmente aceptados y reconocidos al interior del crimen organizado, que ameritan ser analizadas a mayor profundidad”, destaca en análisis titulado “Liderazgos criminales de mujeres y uso diferencial de la violencia”.
De acuerdo con el documento, en el mundo de las mujeres del narco el liderazgo violento se caracteriza por usar la intimidación como la principal arma para mantener el control en las organizaciones criminales y puede ser llevada a distintos niveles.
La otra cara de la moneda es Enedina Arellano, quien habría quedado al frente de la organización familiar luego que sus hermanos fueron asesinados o encarcelados. Actualmente tendría casi 60 años y a pesar de las sospechas sobre su liderazgo en el cártel, no aparece en la lista de los más buscados por la Agencia Antidrogas Estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés).
Apodada como “La Jefa” o “Narcomami”, se dedicaba a administrar las finanzas del grupo y, cuando debió asumir el poder de la organización junto a su sobrino, Fernando Sánchez Arellano, le tendió una trampa con uno de los enemigos acérrimos de su familia: el Cártel de Sinaloa.
“Es una mujer que habla poco y evita las excentricidades de otros capos y suele levantarse muy temprano”. En 2003 el periodista asesinado, Jesús Blancornelas, escribió que siempre había asesorado a sus hermanos con el lavado de dinero.
Muchos aseguran que el historial sangriento de sus hermanos la ha hecho ser escurridiza, mecánica, discreta e inteligente. “No es la matona cruel ni la dama obsesionada por el poder y la belleza”.
Su liderazgo se considera “No violento” porque prefiere llevar un grupo criminal con los menores enfrentamientos posibles.
De acuerdo con el análisis, entre las mujeres del crimen organizado con este perfil están aquellas que ascendieron o constituyeron por sí mismas un grupo criminal “haciendo uso de sus habilidades intelectuales o técnicas.
El estudio señala que existen múltiples ejemplos de liderazgos de mujeres en economías de crimen organizado, los cuales se pueden caracterizar según el uso que hacen de la violencia.
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