El nuevo tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, T-MEC, reemplaza a partir de hoy al Tratado de Libre Comercio de América del Norte TLCAN, en medio de una fuerte debacle económica propiciada por la pandemia de coronavirus. Hay quienes ven el cambio como el inicio de una nueva era, y otros como algunos ajustes que derivarán en más proteccionismo.
El TLCAN se creó con la idea de que América del Norte desarrollara un poder económico similar al de Asia y la Unión Europea. Algunos argumentan que el tratado benefició a la economía mexicana, pero otros sostienen que gracias al TLCAN aumentaron en el país azteca la pobreza, el desempleo y la inmigración.
El 5 de febrero de 1991 iniciaron las negociaciones del TLCAN durante una reunión ministerial en Toronto, por lo que el acuerdo comercial fue firmado por el presidente estadounidense George H. W. Bush, el 8 de diciembre de 1992; por el primer ministro canadiense Brian Mulroney, el 11 de diciembre; y por el presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari, el 14 de diciembre. De igual forma, los tres países lo firmaron el 17 de diciembre de 1992 y entró en vigencia a partir del 1 de enero de 1994, provocando el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en el estado de Chiapas.
En 2017, el ex presidente Carlos Salinas de Gortari aseguró que la firma original del tratado permitió a México dejar de depender del “humor” y la “retórica” de Estados Unidos en asuntos comerciales y también, según él, brindó al país de certidumbre a largo plazo para inversiones.
“Cambió el entendimiento político de México y su complicadísimo vecino al norte. Permitió ya no depender del humor de quien gobierna (en Estados Unidos), sino hacer pasar la relación a reglas establecidas”, explicó.
Durante la presentación de su libro “Aliados y Adversarios. TLCAN 1988-2017″, Salinas también dijo que la firma original del tratado permitió a México ser parte de la solución de la caída en la competitividad de Estados Unidos y no el problema, como en algún momento lo señaló Donald Trump.
En los cuatro años que duró la negociación original hubo una presión constante del EEUU para que la apertura del petróleo a la inversión extranjera. Sin embargo, no fue aceptada en ese momento por el gobierno mexicano. Entre los intereses de EEUU también estaba la pretensión de tener participación mayoritaria en la banca del país. “Hoy tenemos mayoría extranjera en el sistema bancario mexicano y México ha abierto unilateralmente su petróleo a la participación de los particulares. Dos cambios que la contraparte estadounidense no nos ha reconocido”, detalló Salinas de Gortari.
El TLCAN ha sido tema de debate desde se creación. Organizaciones sociales han denunciado que el sector agrícola en particular fue uno de los más afectados porque ingresaban más productos de EEUU al mercado nacional que los producidos en el propio país. También se perdieron muchos empleos en el sector de las maquilas.
Los críticos del TLCAN han señalado que el acuerdo desmanteló la industria nacional y trajo muchos problemas a México por ser un país no anglosajón. Las empresas mexicanas que no figuraban en el mercado de Estados Unidos quedaron en desventaja, pues no contaron con la tecnología necesaria para competir al mismo nivel que las empresas norteamericanas. México es el segundo mercado para las exportaciones de EEUU y su segunda fuente de importaciones.
Desde la implantación del acuerdo, los niveles de pobreza extrema subieron rápidamente de un 16 % a un 28 % en los primeros cinco años. Cinco millones de campesinos abandonaron sus tierras, elevando el desempleo urbano en México y aumentando la migración de campesinos a EEUU, lo que generó a su vez presiones políticas y críticas al gobierno de México.
Otro problema que suscitó la inversión extranjera fue la desigualdad en el país: las inversiones más importantes se hicieron donde hubo mayor infraestructura productiva: Ciudad de México, Nuevo León, Estado de México y Chihuahua.
Sin embargo, las entidades que menor inversión recibieron fueron Chiapas, Tlaxcala, Zacatecas y Oaxaca.
Según Salinas de Gortari, los altos niveles de pobreza y el bajo crecimiento económico posteriores al TLCAN no habrían ocurrido si no hubiera existido la crisis económica de 1994. “La mayúscula crisis económica (de 95 y 96) llevó a 10 millones de mexicanos a formar parte de la pobreza y revirtió los avances que se habían logrado”, indicó.
Pero a pesar de la gran incertidumbre que supone la pandemia de COVID-19, las autoridades y expertos ven con esperanza el flamante Tratado México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC), que reemplazará al TLCAN que rige desde 1994.
Desde México, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que el nuevo pacto traerá más inversión extranjera, más empleos y “bienestar” al país.
El T-MEC conserva la mayoría de las medidas de libre comercio del TLCAN. Pero presenta cambios notables para las reglas de origen de la industria automotriz, en particular que el 75% de la producción debe tener insumos norteamericanos, y que entre el 40% y el 45% debe ser fabricado por operarios que ganen al menos 16 dólares por hora. Aparte, el 70% del acero y aluminio de un vehículo debe ser norteamericano.
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