La lucha por el control de la plaza que dejó libre Joaquín “El Chapo” Guzmán se hizo patente el jueves pasado, cuando se registró un tiroteo en Sinaloa entre bandas rivales que dejó un total de 16 muertos.
Los 16 hombres, fuertemente armados y con chalecos antibalas, murieron durante un tiroteo que duró más de seis horas en el pueblo rural de Tepuche, en la provincia noroccidental de Sinaloa.
“Se localizó una camioneta con siete cuerpos” después de un enfrentamiento inicial, luego se descubrieron nueve cuerpos después de un segundo intercambio, dijo a periodistas el ministro de seguridad del estado de Sinaloa, Cristóbal Castaneda.
Castaneda dijo que el choque del miércoles cerca de Tepuche, a 25 kilómetros de Culiacán, capital de Sinaloa, fue “parte de una lucha entre dos pandillas del crimen organizado que operan en el área”.
Los medios locales informaron que el conflicto involucró a miembros del Cártel de Sinaloa: una parte dirigida por los hijos del “Chapo” Guzmán y otra por Ismael “El Mayo” Zambada, considerado durante mucho tiempo el máximo líder de la organización.
Los informes señalaron una profunda división en las entrañas de uno de los carteles más poderosos de México, a pesar de la captura de “El Chapo” en 2016 y la posterior extradición a los Estados Unidos, donde está cumpliendo cadena perpetua.
Castaneda dijo que los grupos rivales se habían enfrentado al menos ocho ocasiones desde el 29 de mayo.
Después de los disparos, la policía confiscó 40 armas de alto calibre, 10 granadas, 36,000 rondas de municiones y 24 vehículos, detalló el funcionario.
Siete de las víctimas fueron identificadas como residentes de Tepuche.
Los locales huyen de la violencia
Un periodista de la agencia AFP que condujo por Culiacán el pasado jueves encontró varias casas abandonadas por familias que habían huido del área por temor a una violencia cada vez mayor.
“La mayoría de las personas se han ido”, dijo un residente local. “Pero nosotros nos quedamos porque tenemos animales que tenemos que cuidar”, dijo la mujer de 63 años. “Pero si el gobierno nos dice que nos tenemos que ir, nos vamos”.
Mike Vigil, ex jefe de operaciones internacionales de la Agencia de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), dijo que los tres hijos de Guzmán, conocidos como los “Chapitos” o pequeños Chapos, están involucrados en una lucha interna del Cártel de Sinaloa.
“Es una cuestión de herencia. Desde que su padre fundó el cartel de Sinaloa, creen que deberían manejarlo”, dijo Vigil a la AFP.
Después de la captura de Guzmán, sus hijos Iván, Jesús y Ovidio acordaron que Zambada se haría cargo de la empresa mientras ellos “aprendían del negocio”, explicó Vigil.
“Solo sabían cómo gastar el dinero, pero ahora saben cómo funciona el cártel y quieren tomar el control, y es por eso que están ocurriendo estas disputas”.
Vigil dijo que los Chapitos están preocupados por el futuro del cártel: si Zambada, un hombre de 72 años con diabetes, muere, sus lugartenientes podrían tomar el liderazgo.
El legado del “Chapo”
“El cartel aún no está dividido, pero está en ese camino. Muchos respetan al ‘Mayo’ porque es el capo más antiguo de México, pero hay otro grupo que está con los Chapitos porque saben que Zambada podría morir”, dijo el ex agente de la DEA.
Una división en el grupo probablemente agravaría la violencia en México y fortalecería al cártel rival Jalisco Nueva Generación (CJNG).
“El cartel de Jalisco es el cartel más sangriento, las consecuencias para México serían inimaginables, y con este gobierno no sé cómo podría enfrentarse”, dijo Vigil.
El presidente Andrés Manuel López Obrador favoreció el apaciguamiento cuando el cartel lo desafió previamente en octubre de 2019, después de que las fuerzas federales mexicanas arrestaron a Ovidio Guzmán en Culiacán.
Guzmán fue liberado luego por orden de Obrador después de cinco horas de enfrentamientos en Culiacán entre el Cártel de Sinaloa y las fuerzas de seguridad.
López Obrador enfrentó fuertes críticas por la liberación de Ovidio Guzmán, pero defendió su decisión con el argumento de así que evitó un derramamiento de sangre generalizado.
El crimen organizado se ha mantenido activo en México, a pesar de la pandemia de coronavirus.
Los especialistas en temas de seguridad atribuyen la violencia relacionada con las drogas en México a una controvertida represión militar contra el crimen organizado iniciada a fines de 2006 por el entonces presidente Felipe Calderón.
Según datos oficiales, desde entonces ha habido más de 287,000 asesinatos en el país, aunque no está claro cuántos casos están vinculados al crimen organizado.
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