Sigilosamente, los jaliscienses han aprendido a tirarse al piso cuando escuchan un tiroteo, resguardarse en casa, en la escuela, la oficina, cuando los cristales de las ventanas estallan y el piso cimbra por la detonación que precede a la humareda; encomendarse a cualquier santo si acaso quedan atrapados entre los ataques.
“Jalisco se convirtió en un infierno”, dicen los pobladores avecindados en la ribera del lago Chapala, que figura entre los focos rojos por el delito de desaparición forzada a manos del crimen organizado. De igual manera, los municipios de Jocotepec e Ixtlahuacán de los Membrillos aparecen en el mismo sitio.
La presencia de la delincuencia en Chapala e Ixtlahuacán —donde fue asesinado Giovanni López por presuntos policías municipales—no es nueva. En la región existe la presencia de un grupo de control que se hace llamar los Cousins, que está vinculado con una célula delictiva de Ixtlahuacán, donde las autoridades y la policía llevan años controlados por los cárteles de las drogas.
En los límites de Ixtlahuacán y Chapala existió uno de los principales grupos de resistencia contra Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación. Éste era dirigido por el “Lobo Valencia”. En 2012, en dicha zona se encontraron los cuerpos descuartizados de 18 personas, la mayoría de ellos jóvenes levantados al azar y con los que la Resistencia pretendía responder a los ataques del Mencho a Los Zetas en Tamaulipas y Veracruz.
El los últimos dos años, al menos 30 personas han sido desaparecidas en este corredor, y los familiares de las víctimas han detectado un modus operandi. Según los allegados éstos han sido levantados por grupos armados a plena luz del día y en lugares públicos, o bien, son sacados de sus casas a la fuerza.
Además, en ocasiones desaparecen hasta a dos integrantes por familia pero en diferentes lugares y horas.
En Chapala, buscan a sus desaparecidos
Silvia no puede permitirse un día sin remover la tierra donde ve un monte solo, unos árboles frondosos, un río cerca. Busca a su hijo y su esposo desparecidos el 23 de diciembre del 2019.
José, su esposo, era laminero y pintor, ese día por la noche le solicitaron un trabajo. Las personas que lo contactaron pasaron por él a su domicilio, pero Silvia no detectó forcejeos. “Se subió al auto y me dijo que ahorita venía cosa que no hizo”.
Al ver que no regresaba, su hijo Martín fue a buscarlo a la ubicación donde supuestamente su papá estaría trabajando, pero transcurrieron los minutos y tampoco respondía el teléfono. Silvia decidió organizar una búsqueda en la zona para dar con ambos.
En Jalisco desde 1995 hasta el 31 de mayo 7,129 personas no han sido localizadas; mientras que 2,212 han sido clasificadas como desaparecidas, informó el Sistema de Información sobre Víctimas de Desaparición.
De acuerdo con la ley, la persona desaparecida es aquella cuyo paradero se desconoce y se presume que su ausencia se relaciona con la comisión de un delito, mientras que las víctimas no localizadas son aquellas cuya ausencia no se relaciona con el crimen organizado.
El estudio del SIVD clasifica que 2,038 hombres y 140 personas mujeres continúan sin ser vistas. Los municipios con mayor número de desaparecidos son Guadalajara, Tonalá, Tlajomulco de Zúñiga, Zapopan, Tepatitlán de Morelos, Tala y Lagos de Moreno.
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