En la cultura Maya el jaguar era denominado Balaam o Chaac, se creía que durante toda la noche luchaba contra Xilbalbá (inframundo), venciéndolo y emergiendo al día siguiente. Hoy se encuentra en peligro de extinción.
En México se ha perdido más del 40% de la distribución de la Panthera onca en el territorio nacional y especialistas estiman que hay menos 4,000 ejemplares repartidos en el país. Su población disminuye año con año debido a grandes amenazas, tráfico de especies, cacería ilegal y por la pérdida de su hábitat.
Estiman que en la península de Yucatán, Oaxaca y Chiapas, hay alrededor de 1,800 ejemplares, es la zona donde justo se edifica la magna obra de la actual administración gubernamental: el Tren Maya.
Los humanos “no sólo nos metemos a su casa, sino que la destruimos al talar la selva. También nos comemos su alimento, porque nos gusta consumir venado y jabalí. Así, competimos con el jaguar por el espacio y la comida, y además les ponemos enfrente ganado y le decimos ‘si lo tocas, te mueres’”, explicó Rodrigo Medellín en los resultados del trabajo conjunto de los laboratorios de ecología y conservación de Vertebrados Terrestres, y de Fauna Silvestre del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional autónoma de México.
“Las cinco regiones de México donde vive el jaguar enfrentan la construcción de infraestructura sin medidas de mitigación y la expansión de la frontera agropecuaria, que destruye los hábitats de ésta y otras especies, y la pérdida de conexión entre los distintos grupos de ejemplares”, señala el investigador.
“De las más de 22 millones de hectáreas de selvas altas que se extendían desde Veracruz hasta Chiapas, hoy quedan menos de un millón, dispersas y con poca continuidad”, añadió.
Los felinos son clave para mantener los ecosistemas en equilibrio.
La preocupación porque la infraestructura de las rutas afecten a este felino ha sido manifestada también por Gerardo Ceballos, presidente de la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar, en una reunión que sostuvo a finales de octubre con el titular del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR), Rogelio Jiménez Pons.
“No había un pronunciamiento sobre el cumplimiento de la ley ambiental y por eso nos importaba hablar con ellos. El trazo debe respetar los límites de las áreas naturales protegidas federales, estatales y municipales. Esto es especialmente relevante con el Parque Nacional Tulum (Quintana Roo), las Reservas de la Biosfera Yum Balam y Sian Ka’an (Quintana Roo) y Calakmul (Campeche), y las áreas naturales protegidas estatales de Balam-Ku y Balam-Kin (Campeche), entre otras. Bajo ninguna circunstancia deberán impactarse las zonas núcleo y de amortiguamiento de las áreas naturales protegidas”, refirió Ceballos en una entrevista con el portal Animal Político.
El pasado 23 de noviembre Ceballos envió a Jiménez Pons una carta en la que resume los puntos tratados en la conversación de finales de octubre, y que hoy se da a conocer. En ella agradece “la disposición a dialogar” y expone la disposición de la Alianza en “apoyar el diseño y evaluación del proyecto con elementos técnicos y científicos que sirvan para mitigar sus impactos ambientales negativos”.
“Esto es fundamental para consolidar la conservación del jaguar, las áreas naturales protegidas y las selvas de la región, así como impulsar un desarrollo sostenible regional. Estamos en la mejor disposición de integrar un grupo de trabajo con ustedes para avanzar en los temas ambientales relacionados con la conservación del jaguar y su hábitat”.
En la misiva, el investigador reitera que la planeación del proyecto del Tren Maya “deberá contar con todos los estudios ambientales necesarios para determinar su factibilidad ambiental, y deberá acatar plenamente la legislación ambiental vigente en materia de impacto ambiental, forestal, vida silvestre y aguas nacionales, entre otras”.
“Dependiendo de las características del tren, se deberán determinar el número y ubicación de pasos de fauna elevados a lo largo del trazo del tren, para fauna mayor como jaguares y tapires. Además, deberán adecuarse los viaductos, obras de drenaje y pasos para que funcionen como pasos de fauna de especies de menor tamaño como ocelotes y osos hormigueros”, detalló Ceballos, también catedrático del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Ceballos abunda que si el proyecto se hace bien, “puede ayudar a reestablecer la conectividad de los hábitats del jaguar que están impactados por el sistema de carreteras existentes, a lo largo de las cuales se ha planteado la vía férrea. Los pasos para la fauna además de reducir la fragmentación del hábitat también sirven para disminuir el atropellamiento de animales silvestres”.
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