Hace 12 años, en abril de 2008, el escritor y periodista Carlos Monsiváis defendió al ahora presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Una campaña emprendida en contra del mandatario, en forma de un comercial de televisión, lo comparaba con dictadores como Adolf Hitler, Augusto Pinochet, Benito Mussolini, y Victoriano Huerta.
“Este comercial de la ignominia ofende lo que queda del proceso democrático”, sostuvo Monsiváis.
El sábado 19 de junio de 2010 falleció Monsiváis: este viernes se cumplen 10 años sin el escritor, quien murió entre los festejos de la Copa Mundial de Fútbol celebrada en Sudáfrica. El paseo de su féretro, del Museo de la Ciudad de México al Palacio de Bellas Artes, fue relatado y visto por todos los medios del país. Sus cenizas ahora permanecen en el Museo del Estanquillo, en el Centro Histórico del entonces Distrito Federal.
Monsi, como le decían de cariño, nació y murió en la Ciudad de México, lugar que convirtió en su musa y objeto de crónicas urbanas que relataban el caos y el color de la capital del país. Fue un escritor, crítico, periodista, y activista político. Entre sus 33 premios se encuentra el Xavier Villaurrutia de 1996.
Carlos Monsiváis estudió economía y filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México: considerado como un intelectual, siempre fue un ferviente crítico del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y un seguidor de los partidos, figuras, e ideologías de izquierda.
Ya sea en la televisión, en el radio, o en las letras, Monsiváis hablaba de los temas contemporáneos del país, el cambio social, y la lucha de clases. Siendo un hombre homosexual, es reconocido como uno de los fundadores del movimiento LGBT+ en México desde los sesenta. Antes de morir pidió ser enterrado con la bandera del arcoíris.
Al defender a López Obrador, afirmó que la “campaña de odio” en su contra era estúpida, moralmente monstruosa, y típica de un afán de destrucción del enemigo. “Es, en sí misma, una orgía de la venganza pueril”, dijo. El escritor señaló que aquella campaña que describía al hoy presidente como “un peligro para México”, sirvió solamente como un ensayo “con la absoluta falta de escrúpulos”.
Ahora, los patrocinadores de esta andanada necesitan ir más a fondo: crear no sólo las condiciones de una derrota, sino de una ejecución puntual
No estuvo solo: escritores y poetas como Elena Poniatowska, Paco Ignacio Taibo II, Hugo Gutiérrez Vega, Juan Bañuelos, Federico Campbell, Mardonio Carballo, y Francisco de la Cruz también criticaron al spot televisivo en contra de López Obrador.
“Se trata, una vez más, de la política del miedo”, afirmó Poniatowska.
Además, el escritor describió a aquellos que realizaron la campaña como niños de edad considerable que han oído hablar de los villanos, que su mente “no da para mucho”, y se burló cuando cuestionó por qué no eligieron al dictador español Francisco Franco en el spot. “Debe ser por el respeto que le tienen a su socio y líder José María Aznar”, ironizó.
“El crispamiento nos hace daño a todos, y esta operación de la malevolencia ramplona debe eliminarse porque no corresponde a libertad de expresión alguna, sino al afán de lograr lo imposible: con unas cuantas imágenes declarar a una persona un dictador en su país”, afirmó.
Dentro de las declaraciones especificó que la crítica hacia López Obrador y el Frente Amplio Progresista no tenía justificación, y que simplemente no había razón alguna de compararlo con los personajes mencionados.
Este comercial de la ignominia ofende lo que queda del proceso democrático, ofende las reglas del trato civilizado que, no obstante todo, deben prevalecer, y no digo que ofenden la inteligencia de sus autores porque todavía no la localizo
En México no hay dictadura, sostuvo Monsiváis, afirmando que la crítica solamente reiteraba que lo que sí existe es una prepotencia difamatoria que quiere enmascararse como libertad de expresión.
“Si el Instituto Federal Electoral y las autoridades correspondientes no defienden lo que nos queda de civilidad, lo que viene es el linchamiento en nombre de los poderes que, por supuesto, no se hacen responsables”, dijo.
Carlos Monsiváis empezó a escribir sobre temas que muchos leían y veían, pero de los cuales pocos escribían. Con el mundo del espectáculo, culturas suburbanas, telenovelas, y otros elementos de lo popular, pudo relacionar a los medios de comunicación y a la esfera pública con un posicionamiento político y una crítica.
Quería que sus gatos vivieran más allá de él. Adoptaba a todos los que podía y caminaban por toda su casa en libertad. Entre sus nombres: Nananina Ricci, Carmelita Romero Rubio de Díaz, Voto de Castidad, Recóndita Armonía, Ansia de Militancia, Pos Moderna, Eva Sion, Monja Beligerante, Miss Oginia, Catzinger, Fetiche de Peluche, Monja Desmecatada, Zulema Moraima, Peligro para México, Caso Omiso, Miss Antropía, Fray Gatolomé de las Bardas, Cat Ástrofe, Copelas o Maúllas, El Retorno del Siniestro Chocorrol, Rosa Luz Emburgo, Ale Vosía, y Miau Tse Tung.
Mito Genial, uno de sus favoritos, falleció cuando tenía 17 años y sólo tres días antes que su dueño, el 16 de junio de 2010. Su nombre es un homenaje al ex secretario de Hacienda Pedro Aspe, quien calificó a la pobreza en México como un “mito genial”.
No fue la primera vez que Monsiváis defendió al actual presidente: “López Obrador, en efecto, no fue su “mejor amigo”, pero el peor y más eficaz enemigo resultó ser el previsible: la campaña de odio de varios años, el insertar el pánico moral en un sector de clases medias que vio en el Peje al enemigo de las instituciones, al negador del Estado de Derecho (entidad sólo violentada por AMLO, no por Fobaproa o el PRI o Fox), al que los iba a despojar de sus bienes, al demonio cuyo infierno destruirían los votos de la Gente Decente”, dijo en El Universal a finales de 2006, describiendo al mandatario como un fenómeno de masas.
Y era de ida y vuelta. La Jornada reportó en el 2010 desde el Museo de la Ciudad de México, durante el velorio del escritor, que López Obrador definió a Monsiváis como “el intelectual más consistente de todos los tiempos”, y describió su muerte como “una pérdida irreparable” porque dejó “un vacío imposible de llenar”.
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