Abril de 2011. Genaro García Luna, el ex secretario de Seguridad Pública y mano derecha del ex presidente Felipe Calderón que espera su sentencia en EEUU por crímenes de narcotráfico, ayudó a trasladar desde la cárcel al Hospital Central Militar a un viejo y enfermo general del ejército que en otros tiempos fue un importante zar antidrogas en México.
Ambos personajes no solo fueron funcionarios con cargos importantes y grandes responsabilidades en la lucha contra el narco. También coincidieron en otras cosas: aunque en diferentes épocas, los dos fueron acusados de recibir sobornos millonarios y mantener relaciones con las grandes organizaciones criminales del país.
Gutiérrez Rebollo tenía fama de ser un militar recio e incorruptible cuando lo promovieron como zar antidrogas en 1996, aunque poco duraría en el cargo. Un año después, cuando estaba en pijama a punto de meterse a la cama, recibió una llamada en su casa. Era el general Enrique Cervantes, ministro de Defensa, quien le ordenó que se dirigiera de inmediato a su despacho. Ahí, casi a la medianoche y en presencia de un grupo selecto de miembros del Estado Mayor (cuatro generales y un coronel), Gutiérrez Rebollo fue detenido, aunque la noticia se mantuvo en secreto durante 13 días.
En ese lapso circularon algunos rumores; que el general había sufrido un atentado, se había querido suicidar o había sido presa de un colapso nervioso.
La verdad oficial llegaría el 18 de diciembre, cuando el ministro Cervantes convocó a una inusual conferencia de prensa en la sede de la Defensa, en la que estuvo presente la gente más importante del ejército mexicano: casi 300 oficiales de alto rango, incluidos los comandantes de las 31 zonas militares del país. Las palabras del ministro-general causaron asombro entre los concurrentes: Gutiérrez Rebollo había “traicionado” a la institución militar y “atentado contra la seguridad nacional”, al brindar “protección”, durante varios años a uno de los principales barones de la droga: Amado Carrillo Fuentes, apodado “El Señor de los Cielos” y jefe del Cártel de Juárez.
Desde ese momento se iba proceder contra él de manera severa, sin importar las jerarquías.
Jalisco y Sinaloa, los dos grandes bastiones del narco
El 9 de diciembre de 1996, el entonces presidente Ernesto Zedillo designó a Gutiérrez Rebollo como director del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas (INCD). Eran los tiempos de la certificación antidrogas que, anualmente, Estados Unidos (EEUU) se daba el lujo de imponer al gobierno de México.
Pero antes de sus funciones en el INCD, donde sólo duró 72 días, Gutiérrez Rebollo había ocupado durante siete años la comandancia de la V Región Militar, que abarca los estados de Jalisco, Zacatecas, Colima, Sinaloa y Aguascalientes, desempeñándose en forma simultánea como jefe de la XV Zona Militar, con sede en la capital tapatía, Guadalajara.
Jalisco y Sinaloa son consideradas las dos principales plazas fuertes de los capos de la droga. Sinaloa es la cuna de narcotraficantes como Rafael Caro Quintero, Miguel Angel Félix Gallardo, Héctor “El Güero” Palma, Joaquín “El Chapo” Guzmán -todos en prisión-, y allí nacieron también los hermanos Arellano Félix, jefes del Cártel de Tijuana y el fallecido Amado Carrillo. En Jalisco floreció en los años ochenta el poderoso Cártel de Guadalajara (Caro Quintero, Félix Gallardo), pionero de las mafias mexicanas de la droga que, en los noventa, desplazarían a los grupos colombianos de Medellín y Cali.
Tras la captura de Rebollo se supo que durante su gestión en la V Región Militar, el Cártel de Juárez de Amado Carrillo nunca fue tocado.
Algunos de sus méritos fueron conseguir en junio de 1995 la captura de Héctor, "El Güero, Palma; en mayo de 1996 la aprehensión del colombiano Iván Taborda; y en agosto de 1996 la detención de los hermanos Lupercio Serratos. Todos ellos eran narcotraficantes rivales del Cártel de Juárez.
Tiempo después trascendió que fue el chofer del general, Juan Galván Lara, quien realizó la llamada anónima y denunció que “El Señor de los Cielos” sobornó al general a cambio de no estorbar sus actividades, habló de fotografías donde ambos personajes conviven con total familiaridad y de documentos que probarían la propiedad del narcotraficante sobre el departamento en el que vivía el general Jesús Gutiérrez Rebollo.
La prensa mexicana dio cuenta del escándalo que el caso provocó. El general Gutiérrez Rebollo fue condenado a 40 años de prisión por delitos contra la salud en la modalidad de fomento a la transportación de cocaína, violación a la ley federal contra la delincuencia organizada y cohecho. Le fue impuesta una segunda sentencia de 31 años 10 meses y 15 días de prisión por acopio y transportación de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército.
En febrero de 1997 fue encarcelado en la prisión federal de máxima seguridad de La Palma, hoy conocida como del Altiplano. Luego fue trasladado al penal federal de Tepic, Nayarit, donde enfermó gravemente de cáncer terminal y, en abril de 2011, fue remitido al Hospital Central Militar ubicado en la Ciudad de México.
La periodista Isabel Arvide entrevistó al general en ese Hospital Militar, donde consiguió ser trasladado gracias al apoyo del entonces secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna. En la entrevista publicada en un semanario de circulación nacional, el ex zar antidrogas se dijo inocente.
Las autoridades abrieron en total 14 procesos en su contra, pero durante su estancia en prisión fue absuelto en 12 de ellos. El 14 de abril de 2008 logró un amparo para conservar su condición de militar y el grado de general. Su defensa argumentó, y así lo validó el Poder Judicial, que los delitos que le imputaron no se cometieron durante su trayectoria en las fuerzas armadas.
Murió el 19 de diciembre de 2013, un día después de que un Tribunal Unitario falló a su favor para que cumpliera el resto de la condena en su domicilio. El Juzgado Segundo de Distrito, en Tepic, todavía tiene pendiente dos procesos penales contra Gutiérrez Rebollo por acopio y transportación de armas de uso exclusivo del Ejército y por ejercicio indebido del servicio público.
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