El mensaje es claro: “El que no quiera trabajar con nosotros, lo vamos a volver cenizas”. Se trata de un panfleto del Cártel Sinaloa Nueva Generación (CDS) que se llegó a repartir en los municipios de Toribio, Corinto, Caloto y Argelia en Colombia.
Los papeles advierten a los lugareños que no se les haga “raro ver gente desconocida en los municipios mencionados por que llegamos nosotros y a nosotros sí nos van a respetar”.
Aunque en México son enemigos e incluso libran una sangrienta batalla, el desconocido Cártel Sinaloa Nueva Generación podría tratarse de una unión entre los mexicanos Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el de Sinaloa en combinación con algunos grupos colombianos.
Ambos países están atravesando por un proceso de reacomodo ya sea por la captura y extradición a Estados Unidos de cabecillas, en el caso de México, o por el proceso de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno, en el caso de la nación sudamericana.
“Todo este contexto en México genera que se den uniones que antes no podríamos pensar como es Sinaloa con Jalisco, en la parte de Colombia. Aquí en México están peleando diferentes corredores, y Sinaloa, por ejemplo, está apoyando al Marro (el huachicolero más buscado del país), en Guanajuato en el tema de huachuicol y fentanilo, para que no entre el CJNG”, explicó Alexei Chevez, consultor en temas de seguridad.
Esta presunta unión fuera de México también se puede deber a la transformación por la que atraviesa el mundo de las drogas en el país y ejemplificó que el perfil de los cárteles mexicanos está cambiando ante la detención de cabecillas y el ascenso de nuevas figuras como son los hijos del Chapo Guzmán y la fortaleza que está adquiriendo el CJNG.
“Los cárteles ya no tienen la misma relación comercial que tenían con Colombia porque también la relación de crimen está cambiando también en ese país después del proceso de paz. En este momento hay un reacomodo en Colombia, están volviendo a empezar una guerra y esto genera nichos y oportunidades para que estos cárteles mexicanos y colombianos generen uniones que no serían naturales”, añadió.
De acuerdo con el estudio “Radiografía de la ominosa presencia de los cárteles mexicanos”. La presencia de las organizaciones criminales aztecas en Colombia ha fortalecido a grupos locales como el llamado Clan del Golfo, los Caparrapos, Los Pachenca, el Ejército Popular de Liberación (EPL), Los Pelusos y grupos armados postfarc, principalmente en el suroccidente.
Trabajo de campo realizado por la Fundación Paz y Reconciliación, se detectó que en Departamento de Nariño el Cártel de Sinaloa contaría con un brazo armado del llamado Frente de Oliver Sinisterra.
El Cauca se han detectado los panfletos firmados por el CDS, y aunque hay cuestionamientos sobre su autenticidad, coinciden con el repunte de la violencia y amenazas en el territorio.
En dichos comunicados, los cárteles mexicanos se presentan y dan aviso sobre su arribo y ofrecen “buenos precios” de hoja de coca y marihuana. En esa zona tienen alianzas con el ELN, EPL y Grupos armados postfarc (GAPF).
Otros panfletos del CDS señalan como objetivos a integrantes de la Guardia Militar Indígena.
“Entre varios líderes indígenas está la premisa de que grupos armados postfarc pueden estar aliados con cárteles mexicanos en el territorio, sin embargo, no se puede validar que estos panfletos estén siendo diseñados y distribuidos por cárteles mexicanos”, de acuerdo con el documento.
En el pasado en México se ha señalado la presunta intención de fusionar los dos poderosos cárteles. Una versión destaca que antes de ser arrestado, Dámaso López “El Lic”, quien sería el suceso de “El Chapo” Guzmán, estuvo en negociaciones con Nemesio Oseguera, fundador del CJNG, para sacar a los chapitos y a Ismael “El Mayo” Zambada del cártel de Sinaloa, para así consolidar una gran organización criminal.
A Dámaso López y a su gente se le atribuye el haber planeado con el CJNG el secuestro de los hijos del Chapo en Puerto Vallarta en 2016.
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