La entrega de comida a domicilio puede resultar una opción conveniente para satisfacer la necesidad de un producto al alcance de un pedido por celular, ahorrarse unos minutos para ir a la tienda o evitar exponerse al contagio de COVID-19 en la calle, sin embargo, impacta en el bolsillo más de lo que se cree.
Solicitar una apetecible pizza de peperoni, en un local a dos calles y media de distancia, por ejemplo, llega a costar 69% más que su precio en mostrador.
Aún si se trata de una de las opciones más baratas, el servicio delivery (como se conoce al envío de comida a domicilio vía plataformas digitales y repartidores) implica un dispendio importante.
No obstante, alrededor de un envío hay muchos factores implicados antes que pensar en la comodidad y el gasto.
Por un lado, la precarización de los “socios repartidores” y el hecho de que no tienen acceso formal a servicios de salud, pues las aplicaciones no les reconocen como empleados en el sentido legal y tradicional del término.
Esto, cuando la sociedad atraviesa por una emergencia sanitaria y el servicio de comida a domicilio es una actividad sustancial para que unos tengan la posibilidad de resguardarse, a costa de la exposición de otros. Ya sean quiénes solicitan las compras o piden medicamentos.
Por otra parte, los términos y condiciones de entrega que pasan desapercibidos cuando alguien descarga, acepta y usa una aplicación, porque requiere pedir un antojo o toda la despensa semanal.
También están las nuevas políticas que gravan el servicio y repercuten en la ganancia mensual de los repartidores.
Al menos estas tres aristas determinan el proceso oculto para que la selección en una app se traduzca en una pizza llevada hasta las puertas de casa.
El costo y tiempo de una pizza
En un breve experimento fue solicitada, a través de Uber Eats, una pizza de peperoni que cuesta 79 pesos mexicanos en el mostrador. A una distancia de dos calles y media, posibles de caminar en cinco minutos, el producto tuvo un costo final de 134 pesos vía delivery, es decir, 69% más caro.
A su vez, el precio marcado en el menú de la plataforma por el restaurante fue de 109 pesos, 30 unidades más que el costo en tienda.
Aunado a ello, desde que se envió y aceptó la solicitud, hasta que la pizza fue entregada por el repartidor al cliente, pasaron 34 minutos.
Por el servicio, Manuel (nombre genérico) ganó 33 pesos, mientras que el costo inicial del envío fue determinado por la aplicación en 25 pesos (mismos que, con los 109 del precio en la plataforma digital, sumaron los $134 finales sin considerar propina).
La tasa de envío fue de $21.55 pesos, el IVA sobre esa tasa se calculó en 3.45 pesos y el pago por servicio de promoción en la app fue casi de 7 pesos (6.96), además, el impuesto al valor agregado por ese pago fue de 1.11 pesos. En total, 33.07 pesos.
Al calcular el mismo pedido de pizza, pero ahora en Sin Delantal, la app ofreció un envío gratis y un costo final de $99 pesos. Es decir, unas 35 unidades menos que con Uber Eats. Sin embargo, el precio original de la pizza en tienda es de 20 pesos menos: 79.00.
El experimento no pudo incluir a DiDi Food ni a Rappi, porque estas plataformas digitales no registran en su oferta el restaurante en cuestión, aunque ofrecen otras tiendas para pedir el mismo producto.
Cabe señalar que un ejercicio comparativo más preciso consideraría el tiempo de las dos acciones: pedir por la app mientras alguien acude al restaurante en los mismos periodos. Aún con ello, el factor de este experimento sirvió para indicar el ahorro de ir personalmente y salir a la calle.
Ahora bien, ¿qué factores influyen en el precio según las apps? En primera, la contratación del servicio de envío y, en segunda, el costo determinado por el restaurante sobre el producto, debido a una posible cuota de entrega y los impuestos aplicables.
Un caso puntual es Rappi, compañía colombiana que puede incrementar hasta un 10%, “los precios de los productos exhibidos en las tiendas físicas de sus aliados”.
Sin Delantal detalla que no es responsable de la posible queja por el costo de los productos en su plataforma, pues estos son publicados por los restaurantes. De modo que si una pizza aumenta su valor, esta app no ofrecerá el producto con costo inferior menor inicial, porque el coste depende de la concurrencia en el mercado.
“El precio puede ajustarse de vez en cuando de conformidad con las solicitudes que se realicen en tiempo real”, refiere el apartado de DiDi Food.
Uber Eats, filial de Uber, detalla por su parte que “los Cargos aplicables en determinadas zonas geográficas podrán incrementar sustancialmente durante los periodos de alta demanda”.
Además de esos lineamientos visibles en la opacidad de los “Términos y condiciones”, las plataformas calculan el costo mínimo con base en distancia y horario. Cabe destacar que estas disposiciones pasan desapercibidas y son aceptadas en automático pues de lo contrario no puede usarse la app. No obstante que contienen un margen de responsabilidad muy estrecho.
Siempre ganan las apps, ¿y los repartidores?
Debido a la pandemia, en México el consumo en restaurantes cayó 74 y en las apps subió hasta 80%, según el análisis “Consumo en apps de comida a domicilio durante el COVID-19 en México” realizado por Fintonic y basado en datos reales agregados y anónimos de más de 150,000 usuarios, así como de clientes de banca online que han realizado transacciones en apps de entrega de comida del 1 de marzo al 31 de mayo de 2020.
Rappi fue la plataforma que registró más aumentos en esos periodos según Fintonic, pues tuvo alzas de 12.34%, 79.67% y 62.80%, en marzo, abril y mayo de este año respectivamente, en comparación con los mismos meses de 2019.
Esto significa que, en consonancia con las medidas de restricción a la movilidad, aplicadas por las autoridades sanitarias debido a la emergencia del coronavirus, poco a poco se registró un aumento vía plataforma en lugar de acudir al restaurante u otro local.
Por su parte, Uber Eats tuvo un incremento de 17.38% en mayo reciente, respecto al mismo mes del año pasado, según el mismo estudio. En abril esa alza fue de 31.69% y en marzo de 6.66%, de acuerdo con datos comparados con lapsos correspondientes de 2019. De tal modo que la preferencia por esta app tuvo un pico en abril y disminuyó casi la mitad al mes siguiente.
Mientras que DiDi Food ascendió un consumo del 17.81% en abril de este año y, al mes siguiente, la alza apenas fue de 4.67%, respecto a datos en meses iguales del año pasado.
A su vez, el consumo en restaurantes cayó 73.75% en marzo, 55.95% para abril y 55.69% en mayo, en relación con informes cotejados para los mismos periodos de 2019.
Un factor que explica esta alza en consumo de apps fue la recia estrategia de publicidad que las plataformas implementaron para atraer clientes. Ofreciendo cupones, descuentos y paquetes, las aplicaciones se posicionaron en el aprovechamiento de la necesidad, según el repartidor Saúl Gómez.
En opinión de Estefany Rosas, en cambio, esta alza no se tradujo de la misma forma en la ganancia de los socios repartidores, al contrario, disminuyó.
“Desde que entró la pandemia fue una baja de pago de los pedidos, por ejemplo, si antes cobrábamos mínimo 40 pesos un viaje, ahora te lo están pagando en 28, 30 pesos”, comentó para Infobae México la repartidora perteneciente al colectivo Deliverlibres.
Saúl Gómez, miembro fundador de Niunrepartidormenos, dijo que las plataformas digitales siempre resultarán más “ganonas en la ecuación del servicio”, pues las apps cobran al restaurante, al repartidor y al usuario.
“Siempre va a ganar la aplicación, porque siempre va a estar con esto de la necesidad de unos al servicio de la comodidad de otros”, refirió Gómez en entrevista, y quien lleva cuatro años y medio en el empleo.
“Manuel”, quien entregó la pizza por el experimento vía Uber Eats, confirmó que, en su experiencia, el servicio delivery aumentó durante la emergencia sanitaria, en especial, en la entrega de bebidas alcohólicas. El repartidor capitalino dijo que trabajaba un promedio de ocho horas por jornada y realizaba entre 12 y 15 pedidos en el área de la colonia Juárez, alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México.
En contraste, la repartidora de Deliverlibres dijo tener reportes sobre una disminución en el servicio y asoció esta baja al hecho de que los usuarios de las apps sufrieron un impacto negativo en sus bolsillos al dejar de trabajar o preferir ahorrar ante la incertidumbre de reactivación económica.
“Bajó un poco el trabajo, no es como antes, no he sido la única, he sabido de compañeros que se quejan de que están dos tres horas conectados y les llega un viaje o dos. Muchos de plano se desesperan y mejor se van a su casa. También es comprensible, hay muchos que se quedaron sin trabajo o tienen qué ahorrar, porque no saben hasta cuando van a regresar a laborar”, expresó Estefany Rosas, quien lleva un año y medio como “socia repartidora” y se emplea en el servicio de 07:00 a 12:00 horas todos los días.
Por jornada, esta repartidora realiza dos pedidos en un mal día o hasta cinco, cuando bien le va, ya sea en Rappi, Sin Delantal o DiDi Food, plataformas en que está registrada y entrega usando su bicicleta.
Un factor que empieza a inquietar a los repartidores y repartidoras es el cobro de impuestos sobre sus ganancias que les fue aplicada a estos trabajadores por la entrada en vigor desde el 1 de junio pasado del nuevo gravamen a plataformas digitales.
Ricardo, quien lleva año y medio en Uber Eats y entrega a pie, comentó que le llegó un correo de la app donde fue notificado sobre estos cobros. Este socio repartidor externó su preocupación pues la medida fiscal afectará un sueldo que de por sí es precario.
Juan, por su parte, ya notó que en su reporte semanal hay un desglose sobre aquello que le fue retenido por concepto del nuevo gravamen.
En contraste, Daniel, “comisionista” de Rappi, dijo que no ha sido informado por la compañía sobre estos impuestos.
A partir del 1º de junio de 2020, como consecuencia de la Iniciativa de Reforma Fiscal presentada por el Ejecutivo Federal y aprobada por el Congreso de la Unión a finales del año pasado, Uber Eats conforme a la ley, estará obligado a realizar retenciones de Impuesto Sobre la Renta (ISR) e Impuesto al Valor Agregado (IVA) sobre las ganancias derivadas de los servicios que realizas (como socio) de forma independiente a través de la aplicación. Dichas retenciones serán realizadas a todas las personas físicas, sin importar el régimen fiscal bajo el cual se inscribieron ante el Registro Federal de Contribuyentes.
Es parte del mensaje que la aplicación envió a los repartidores a mediados de mayo pasado. En esa comunicación también se advirtió una retención de 20% de ISR sobre ingresos y de 16% de IVA, sin importar el monto de ganancias, para aquellos que no hayan proporcionado sus credenciales fiscales.
Contactado por Infobae México, Uber especificó que las nuevas disposiciones fiscales “no se verán reflejadas en un aumento en los precios a usuarios”.
Y tal como han hecho desde junio de 2019, continuarán “haciendo el cálculo, retención y pago directamente al SAT del importe de ISR e IVA que le corresponde pagar a todos los socios conductores y socios repartidores registrados en la plataforma”. A raíz del nuevo gravamen cobrarían el IVA sobre la tasa de servicio, “con un valor variable desde 0.16% y hasta 6.8%, de la tarifa de cada viaje realizado a través de la aplicación de Uber”.
Saúl Gómez comentó que en el nuevo impuesto se irá hasta el 50% de la ganancia de los repartidores, problema que si bien no se ha presentado, poco a poco irá surgiendo en el descontento del sector.
Estefany Rosas, por su parte, aseguró que no tiene alguna queja con pagar impuestos, pero eso debe traducirse en el reconocimiento formal y de cobertura social para el empleo que realizan ella y sus compañeros.
“Yo no tengo ninguna queja. Se me hace justo, siempre que sea un importe equitativo que también lo cobren en las empresas, pero que nosotros podamos trabajar sin la preocupación de tener algún accidente, que estemos asegurados, muchos compañeros pagan de su bolsa los servicios médicos”, demandó.
En ello coincidió Marvin, quien a pesar de incorporarse hace mes y medio como repartidor, consideró que las empresas deberían regularizar la relación laboral con los “socios”.
Actualmente, DiDi Food, Rappi, Sin Delantal y Uber Eats, no reconocen un carácter de subordinación con los repartidores, según detallan en sus apartados de términos y condiciones.
En consecuencia, las plataformas no están obligadas, como patrones, a registrar a los “socios” como empleados suyos, aún cuando en la práctica se reúnen los elementos de una relación laboral legal, no obstante que el esquema de vinculación entre las partes sea un contrato de colaboración (acuerdo donde las plataformas no tienen obligación más allá de sus funciones de conexión entre dos esfuerzos: el de quien prepara o vende la comida y el de quien la reparte a un usuario).
La retención de impuestos es presumida como beneficio, por ejemplo, por Uber, empresa que puntualiza a los “socios”: “Al estar al día en tus obligaciones fiscales podrás afiliarte de forma voluntaria al régimen obligatorio como trabajador independiente, para tener estos beneficios: Atención médica, medicinas, gastos hospitalarios y de laboratorio para ti y tu familia; apoyo económico para tus familiares en caso de muerte; pensión para el retiro”; es decir, en referencia clara a su desobligación patronal al aprovechar una falta de regulación que le desvincula responsabilidades.
Según datos públicos de las plataformas, Sin Delantal es la aplicación con más presencia en México, pues se encuentra en las 32 entidades federativas y en 153 demarcaciones de los estados, incluidas ciudades principales.
Mientras que Uber Eats está en 45 ciudades del país y Rappi ofrece sus servicios en 26 urbes al interior de la república, tanto en metrópolis importantes como zonas turísticas. Lo anterior es indicativo de cuánto ha avanzado el delivery en los últimos años.
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