Según las proyecciones elaboradas por el gobierno federal, en los próximos días comenzará la transición hacia el desconfinamiento, regulada en cada entidad según el grado de contagio registrado. En la Ciudad de México se espera que este lunes 15 de junio inicie la reactivación paulatina de actividades, siguiendo un plan gradual hacia la “nueva normalidad”.
Sin embargo, en la capital, el semáforo epidemiológico permanecerá en rojo hasta que comience a bajar la tasa de contagios y la ocupación hospitalaria. En este contexto, en el país se han perdido cerca de 16,000 vidas a causa del Covid-19 de un total de aproximadamente 130,000 personas contagiadas.
Durante las 12 semanas de cuarentena en México, millones de jóvenes sufrieron las consecuencias sanitarias y económicas de una pandemia que llegó a acentuar la crisis económica en el mundo: en este periodo, el Fondo Monetario Internacional previó un desplome del 3% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, y diversas instituciones financieras estimaron una caída del PIB mexicano de entre 7% y 12%, únicamente para este año.
Los trabajadores se enfrentaron a situaciones diversas como la reducción de ingresos, el “home office”, el despido o la exposición al contagio debido a la imposibilidad de dejar de laborar. Los estudiantes experimentaron, quizás por primera vez, la educación a distancia y las dificultades que conlleva.
Para muchos jóvenes, éste ha sido un periodo de incertidumbre en lo relacionado con sus perspectivas de trabajo. En mayo, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que según cálculos del gobierno federal se espera una pérdida de 1 millón de empleos; aunque se han hecho públicas otras estimaciones, como la de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo que estima un pérdida de 1.5 millones, o la de la Unión Industrial del Estado de México que prevé la desaparición de 2 millones de empleos.
Entre los comentarios de jóvenes de entre 23 y 27 años consultados por este medio sobre sus expectativas ante el fin del confinamiento, hubo dos grandes coincidencias: esperan que haya más certidumbre sobre su futuro laboral y que se reduzca el riesgo sanitario al que estamos expuestos.
Aquellos que debido a su trabajo se han visto en la necesidad de salir de casa de forma cotidiana, expresan preocupación. “Las calles ya se ven más transitadas, el transporte publico también, y en el caso de mi trabajo, que es más cercano a la pandemia porque tratamos con pacientes o compañeros que se contagian de Covid-19, lo veo un poco preocupante”, afirma Marco, tesista de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y trabajador administrativo del IMSS.
Y es que, en efecto, no todos los mexicanos pudieron resguardar su salud mediante el confinamiento debido a la necesidad de generar ingresos para sostenerse. Dánae, por ejemplo, tesista de la ENAH, comparte con este medio que se ha tenido que adaptar a cambios en sus trabajos: los que eran presenciales se detuvieron por un tiempo y continuaron únicamente aquellos que podían realizarse en línea.
En las últimas semanas, ha debido salir a trabajar porque en el taller de joyería donde labora se requiere continuar generando ingresos, y porque los recortes presupuestales han impedido que se le remunere en tiempo y forma el trabajo que realiza en la Dirección de Etnología y Antropología Social del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Humberto, quien trabaja en el Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), coincide en la preocupación respecto a la falta de claridad que existe hoy sobre cómo se van a retomar los proyectos que quedaron inconclusos en este periodo a causa de la pandemia, si recibirán nuevamente presupuesto para ser terminados y si, por este motivo, habrá transformaciones que afecten al equipo de trabajo en la oficina.
En el aspecto educativo, algunas escuelas y centros de trabajo pudieron adaptarse al trabajo a distancia, pero por la dificultad de adecuar las planeaciones a este esquema, el ejercicio no siempre resultó exitoso. Yanis, estudiante de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, espera que con el fin del confinamiento se puedan retomar las clases presenciales dado que los métodos en línea, considera, no funcionan bien.
Y sin embargo, ante los cambios forzados en el ámbito, la UNAM anunció este mes la creación de la Coordinación de Universidad Abierta, Innovación Educativa y Educación a Distancia, mediante la fusión de dos coordinaciones preexistentes que dejarán de existir.
El objetivo de esta nueva coordinación será articular las políticas, programas, acciones y estrategias de la educación universitaria en todas sus modalidades.
Además de las clases, presenciales o en línea, las diversas escuelas y universidades del país deberán retomar miles de trámites detenidos a lo largo de estos tres meses. Diana, estudiante de la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas del Instituto Politécnico Nacional (IPN), espera poder continuar con los trámites que quedaron detenidos para la obtención de su título universitario, y así conseguir un empleo cuando se levanten las restricciones.
A las dificultades laborales y económicas que enfrentarán los jóvenes en los próximos años, debemos sumar como antecedente el hecho de que este sector se ha visto fuertemente afectado por la ola de violencia que azota el país, particularmente después del inicio de la guerra contra el narcotráfico en 2007.
El 38% de las víctimas de homicidio en el país son jóvenes. De hecho, por esta causa, este sector poblacional perdió cerca de cinco años de esperanza de vida, de acuerdo con Daniel Hernández Rosete, antropólogo del Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN, en un estudio publicado en marzo de este año.
Pero hay otra dimensión importante en los anhelos compartidos por los jóvenes respecto al regreso a la “nueva normalidad”, pues para muchos es importante volver a ver a familiares y amigos con los que se ha perdido contacto cercano a causa del aislamiento. Volver a disfrutar de los espacios públicos, viajar y divertirse, son deseos comunes.
Diana comparte que lo primero que le gustaría hacer es volver a la escuela y ver a sus amigos. A Dánae le gustaría ver a su familia pues lleva mucho tiempo sin convivir con ella ya que está en otro estado. Marco comparte este deseo: poder ver a la familia sin temor a ponerla en riesgo.
Por otra parte, Yanis y Humberto comparten el deseo de que la situación sanitaria se normalice, que se encuentre pronto una cura para esta enfermedad y que la gente tome las medidas necesarias para aminorar los contagios.
Poco a poco comenzarán a levantarse las medidas restrictivas que se establecieron desde finales de marzo para disminuir la velocidad de contagio del coronavirus. Decenas de millones de mexicanos volverán a sus ocupaciones cotidianas, a pesar de la irreparable pérdida de vidas humanas y de la persistencia del riesgo de contagio, pues según estiman investigadores del Programa Universitario de Investigación en Salud de la UNAM, el virus SARS-CoV-2 seguirá representando un riesgo al menos hasta 2021.
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