“Ya no estoy aquí”: la película que exacerbó los fantasmas del clasismo en Monterrey

El director Luis Fernando Frías de la Parra habló con Infobae México sobre el descontento que causó su cinta en algunos sectores de la ciudad

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El nuevo estreno de Netflix retrata la subcultura Kolombia. Video: Infobae

Recientemente -27 de mayo- se estrenó en la plataforma de Netflix la cinta Ya no estoy aquí, del director mexicano Luis Fernando Frías de la Parra. La película cuenta la historia de Ulises, un joven de 17 años que está inmerso en la subcultura “Kolombiana” en Monterrey (en el estado norteño de Nuevo León). Dicho movimiento urbano se caracteriza principalmente por dos elementos: su vestimenta, como la de los cholos de Los Ángeles, y por su música, cumbias colombianas a menudo rebajadas así como los clásicos vallenatos.

Pero hay otro factor que entra en la descripción de los “cholombianos” y es que esta subcultura, que alcanzó su cúspide en la década del 2000, floreció en las zonas marginadas de Monterrey. Es decir, hablar de los “Kolombia” es hablar de un sector empobrecido de la población, condición social que les valió ser estigmatizados y rechazados, incluso el prejuicio de dar por hecho que se trata de delincuentes.

La película ha sido todo un éxito entre la crítica especializada y los usuarios de Netflix. Antes de su estreno al público fue reconocida y premiada en prestigiosos festivales de cine como el de Morelia o el de El Cairo.

Sin embargo, también ha despertado ciertas reacciones que toman relevancia en el escenario actual con las manifestaciones contra el racismo a nivel mundial.

Y es que, enseguida se estrenó, en redes sociales muchos inconformes reclamaron que la cinta “no representaba a Monterrey”, externando su indignación de que la ciudad fuera proyectada al mundo -a través de la plataforma de streaming- de esa manera.

Comentario sobre la cinta en Twitter
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Comentario sobre la cinta en Twitter
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Pero se trata de un subcultura que sí tuvo gran impacto en la ciudad de Monterrey.

Precisamente, el director de la cinta, Luis Fernando Frías de la Parra, dijo a Infobae México: “Había conocido la contracultura (Kolombia) por diferentes aspectos. Sobretodo, entramos por el mundo de la cumbia rebajada y que había detrás de ella, y la historia, el tema de las pandilla y la desigualdad social, la falta de oportunidades (...) y cuando la empecé a investigar vi como esta contracultura desaparecía por la violencia que se vivía en Monterrey”.

Entonces, ¿por qué hay quienes se indignan y niegan la existencia de esta subcultura?

“A veces identificarse con uno u otro grupo de población da un sentido de pertenencia, que es una cuestión identitaria. El problema viene cuando estos grupos van acompañados de valoraciones, de juicios de valor de qué es mejor y qué es peor”, comentó para Infobae México Tania Ramírez, Directora General Adjunta de Vinculación, Cultura y Educación del Consejo Nacional para Prevenir La Discriminación (Conapred).

Directora General Adjunta de Vinculación, Cultura y Educación del CONAPRED Video: Infobae

“Diría que uno de los principales problemas asociados es no poder comprender que la diversidad cultural es un valor, es decir, no solo que no tenemos todos que ser de la misma forma, sino que no hay una forma mejor que otra y que todas las expresiones de las diversidades culturales valen lo mismo”, explicó.

Monterrey ya ha sido señalada, en años anteriores, como la ciudad que más discrimina en todo el país. Apenas en 2017 Nuevo León promulgó la ley de no discriminación; fue la última entidad del país en hacerlo.

Uno de los principales reclamos es que la cinta no representa a la ciudad de Monterrey, punto que aclaró Frías de la Parra: “Yo nunca asumí la tarea ni le dije a nadie que yo iba a representar a Monterrey (...) Esta es una historia de un chico, una historia humana (...) Justamente va de prejuicios, lo que importa (entonces) son las emociones, la empatía que se pueda tener con el otro, con alguien que es diferente, y me parece alarmante que se estén diciendo estas cosas".

En el diálogo generado por la película, también hubo quienes aseguraron que viven en las zonas de la capital de Nuevo León, que aparecen en la cinta, y simplemente negaron que la subcultura “Kolombia” hubiera tenido lugar en su entorno, y por ende también se mostraban indignados por la imagen que se proyectaba de sus colonias.

Comentario sobre "Ya no estoy aquí" en Facebook
Comentario sobre "Ya no estoy aquí" en Facebook

Para la vocera del Conapred, esto se explica con la aceptación o el rechazo de la imagen de sí mismo que cada persona tiene. “Hay una frase coloquial que dice ‘lo que te choca te checa’, es decir, nos indignan muchas veces aquellas cosas que tocan fibras sensibles en nuestra percepción de nosotros mismos, en nuestra percepción de socialmente hacia dónde deberíamos de ir y qué deberíamos de dejar atrás, y nos ha hecho padecer esa suerte de autoracismo".

Además, Tania Ramírez abundó en que muchas personas tienden a autoidentificarse con grupos de población que en términos de publicidad se conocen como estereotipos aspiracionales, y de ahí el que algunos tiendan a rechazar y discriminar a quienes están en sus mismas condiciones.

Por otro lado también se hicieron presentes los comentarios de quienes se dijeron de Monterrey y, por el contrario, señalaban que la cinta les remontaba a épocas que vivieron hace años, ya sea por la música o ciertas características en la manera de hablar de los personajes, su vestimenta o los lugares que aparecían. Incluso reprocharon a quienes dijeron que ese movimiento no formaba parte de la ciudad.

Comentario en Twitter sobre la cinta Ya no estoy aquí
Comentario en Twitter sobre la cinta Ya no estoy aquí
Comentario en Twitter sobre la cinta Ya no estoy aquí
Comentario en Twitter sobre la cinta Ya no estoy aquí

Ante toda esta situación, el director de Ya no estoy aquí, Luis Fernando Frías, se dijo bastante sorprendido por el alcance que ha tenido la película, incluyendo la conversación que generó.

"Está muy bien conversar y eliminar los prejuicios; la cultura “Kolombia” tiene un gran grado de espontaneidad, en el sentido de cómo surge y a qué te responde (...) La idea es abrir el diálogo y aprender a no juzgar”.

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