Durante las protestas registradas en Guadalajara, capital del estado de Jalisco (oeste de México), por el homicidio de Giovanni López a manos de policías, desaparecieron decenas de participantes, quienes luego fueron reportándose como sanos y salvos. Entre ellos estaban Jesús y cuatro de sus amigos, para quienes una gran pesadilla comenzó en el momento en que fueron capturados por un grupo de oficiales vestidos de civiles quienes los ‘levantaron’ en una camioneta sin identificación.
Las manifestaciones contra la brutalidad policial en el caso de la muerte de López -un albañil de 30 años que fue detenido el pasado 4 de mayo en el municipio de Ixtlahuacán, Jalisco por no usar cubrebocas y que falleció posteriormente a causa de la tortura que vivió a manos de los elementos de seguridad- empezaron en la capital jalisciense el pasado jueves 4 de mayo.
Jesús (nombre ficticio) contó a la publicación inglesa The Guardian que ese día él junto con cuatro amigos se dirigían a la protesta; estando a una cuadra de la fiscalía estatal fueron capturados y obligados a subir a un camión. Ahí, inició el calvario de más de 24 horas, mismo que vivieron decenas de personas más que pretendían unirse a las protestas por el caso de Giovanni.
“Nadie sabe dónde estás”, le dijeron los policías a Jesús. “Te vamos a desaparecer”.
Unos 80 participantes de las marchas realizadas en Guadalajara fueron capturados por agentes de la policía y permanecieron incomunicados mientras los tuvieron recluidos. Este episodio inevitablemente revivió los ocurrido con la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, Guerrero, en 2014.
“Dijeron que nos llevaban a ‘la jaula’”, declaró Inés, otra manifestante que fue forzada a subir a un supuesto camión panadero. Otros más como ella relataron que fueron despojados de sus pertenencias, golpeados con palos e incluso heridos con pistolas de aturdimiento.
Jesús y sus compañeros fueron llevados a una zona abandonada a las afueras de la Guadalajara, donde vio dos camiones más llenos de hombres armados. Ya ahí sus captores les ordenaron que comenzaran a correr. “Pensé que íbamos a morir”, relató.
Anna Karolina Chimiak, codirectora del grupo de derechos humanos Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo, que documentaba las detenciones, dijo a la publicación inglesa: “El modus operandi fue para llevarlos lejos del centro de la ciudad, lejos de la protesta, fuera de la oficina del fiscal, y dejarlos sin sus móviles y sin dinero".
Para el sábado 6 de junio, Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, se disculpó por tales retenciones y aseguró que ya se tenía ubicados a los manifestantes detenidos.
Sin embargo, para Chimiak la liberación de los desaparecidos fue algo que se logró solamente gracias a la presión de los activistas, por lo que afirmó que su regreso seguro “fue obra de la sociedad civil, ya que las autoridades no proporcionaron ninguna información”.
Enrique Alfaro culpó de estos hechos a miembros de la policía de investigación de Jalisco, que afirmó, eran filtrados del crimen organizado y habían “desobedecido” sus órdenes. Posteriormente los principales comandantes policiacos fueron arrestados.
"Mis instrucciones fueron no usar la violencia, mantener una postura de contención, una postura pacífica por parte de la policía", dijo Alfaro. "Estas instrucciones fueron desobedecidas y desatendidas por un grupo de policías de investigación que atacaron a estos jóvenes".
Las acusaciones del gobernador de infiltración en el cartel de la droga despertaron el escepticismo de observadores de derechos humanos y expertos en seguridad, quienes recordaron que las fuerzas de seguridad en México han sido acusadas con frecuencia de tortura y ejecuciones extrajudiciales, precisamente el motivo de la protesta en el caso del homicidio de Giovanni López.
“Es difícil imaginar que en la capital del estado la policía de investigación actúe de esta manera sin el conocimiento del gobernador”, dijo a The Guardian Falko Ernst, analista senior del International Crisis Group en México. “O admite una pérdida total de control o era lo de siempre para contrarrestar las protestas”.
Además de esas desapariciones, durante las protestas en Guadalajara se registraron varios hechos en los que la policía atacó físicamente a manifestantes. Pero el gobernador Alfaro atribuyó esa violencia a la infiltración de agitadores y rivales políticos, provenientes de fuera del estado, vinculados a Morena, partido del presidente López Obrador, su opositor.
“(Alfaro) está jugando a la víctima”, dijo Petersen Farah sobre el gobernador. “Pero todos vimos videos de la policía golpeando y deteniendo a personas inocentes”.
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