La pandemia por coronavirus ha obligado a la población a realizar esfuerzos extra por contenerla, sin embargo, de quienes ha demandado más ha sido de todos los involucrados en el primer “frente de batalla” contra el virus SARS-CoV-2, los trabajadores del sector salud.
Según los últimos datos de la Secretaría de Salud (SSa), en México 271 personas que laboraban en servicios de salud han fallecido tras ser diagnosticados como contagios positivos de COVID-19. Aunado a esto, se reportó que suman 20,217 trabajadores del área sanitaria infectados con el virus, de los cuales 4,117 personas han presentado síntomas en los últimos 14 días.
En un reportaje publicado en el medio El país, se abordan las historias del personal que labora en el Hospital Juárez de la Ciudad de México, un nosocomio que fue fundado para atender a los soldados y heridos durante la invasión estadounidense a México en 1847, “una cicatriz sobre la que se construyó el nacionalismo mexicano: la pérdida de más de la mitad del territorio a manos de los gringos.”, señala el contenido.
Elías Camhaji, autor del texto, relata que, en las paredes y puertas de la institución de salud, todavía se puede ver la fecha de inauguración grabada como testigo de su pasado bélico, pese a que hace más de tres décadas ya no está en su sede original.
“Es un hospital que tiene el caos y el conflicto en su ADN. Entre sus paredes el coronavirus no se vive con el descontrol ni el drama de las películas de guerra, sino con la concentración tensa de una sala de máquinas en medio de una tormenta: como si la desesperación fuera un derroche de energía que nadie se puede permitir en este momento”, se lee en el trabajo periodístico.
Josúe Méndez, uno de los encargados de recoger la ropa de los enfermos con coronavirus, transportarla y depositarla en los grandes contenedores que la almacenan, dijo al periodista que se trata del “trabajo que nadie quiere hacer”. Además, narró que cuando el centro de salud empezó a reconvertirse en un “hospital covid”, nadie quería sentarse con ellos en el comedor. “Éramos los apestados, sentías las miradas de todos”.
Otro trabajador también contó el peligro latente que se esconde debajo de las prendas que recoge y dispone a desinfectar. “Aunque se ha vuelto rutinario, no deja de preocuparte que un día te puedas contagiar”, reconoció Basán, quien forma parte del equipo de lavandería de la institución sanitaria, puesto que la ropa que recolecta se trata como si estuviera contaminada, “es estresante y complicado”.
Por otra parte, Miguel Zúñiga, un camillero que transporta enfermos recién ingresados al área correspondiente, narró al periodista que, cuando se efectúa el traslado de un paciente sospechoso por COVID-19, “los ascensores y escaleras de la torre norte se despejan y ya nadie puede pasar. Tampoco puede haber dos pacientes en ruta al mismo tiempo; tienen que coordinar con personal de protección civil, vigilancia, limpieza, enfermería, médicos”.
Y es que, según datos otorgado por Camhaji, el Hospital Juárez contaba, hasta el día del levantamiento de información, con 160 pacientes internados por coronavirus, no obstante, el director del nosocomio planteó la posibilidad de ampliar la capacidad a 500 camas para atender la emergencia.
En el reportaje, también se cuenta la historia de Fernando C., el único paciente despierto en estado crítico del Hospital Juárez. “El único que puede reaccionar a la música que suena ahora en la radio de terapia intensiva, un lunes al atardecer. Don Fernando, al parecer, lo odia en silencio: no puede hablar porque está intubado, pero pone la mano a la altura de su cuello y la mueve lentamente de un lado a otro, como diciendo “córtenle”. No necesita pronunciar nada para decirlo todo”, refiere el texto.
A dos meses de haber sido declarado por el Consejo de Salubridad General el estado de emergencia sanitaria por causas de fuerza mayor, la epidemia por coronavirus en el país se encuentra en el acmé de contagios y muertes por la enfermedad. Asimismo, el miedo de que el sistema de salud llegue a colapsar, sigue latente.
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