Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, fundador del Cártel de Sinaloa, es sólo un eslabón de la cadena del narcotráfico en México. El 13 de noviembre de 2018, cuando el capo se sentó en el banquillo del tribunal federal de Brooklyn (Estados Unidos) para escuchar los detalles sobre las operaciones de la organización criminal que lideraba, fue apenas una parte del juicio que se libraría en su contra y la de varios de sus operadores.
El periodista estadounidense Alan Feuer, quien cubrió de cerca el asunto legal del Chapo, garantizó que el narco mexicano —sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos— podría enfrentar un nuevo juicio por la violencia que desató en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Feuer explica que dicho caso federal de El Paso ha sido litigado durante años casi en secreto. Según lo señalado por el experto, siete presentaciones del proceso han sido selladas en los últimos 24 días, presuntamente por la preocupación de un juez por los testigos que cooperan.
En el juicio participan miembros del Cártel de Sinaloa como Luis Arellano Romero, alias “Bichi”, acusado por delitos de asociación delictuosa, delincuencia organizada, narcotráfico, lavado de dinero y posesión de armas.
Arturo Lozano Mendez, colaborador cercano de “El Chapo”, tiene un expediente sobre una orden de reajuste de reordenamiento. Alias “El Garza” es considerado operador del Cártel de Sinaloa en Ciudad Juárez.
A lo largo de su carrera criminal, entre alianzas y traiciones para garantizar el trasiego de drogas hacia Estados Unidos, Joaquín “El Chapo” Guzmán ha mantenido diversas disputas contra cárteles por el control de territorios. Una de las más sangrientas registradas en los últimos 10 años sucedió en la fronteriza Ciudad Juárez, Chihuahua, en contra de sus enemigos del Cártel Juárez.
Aunque la enemistad entre ambas organizaciones se remonta a 2005, la parte dura se dio hace 11 años, cuando, Joaquín “El Chapo" Guzmán, entonces líder del Cártel de Sinaloa, rompió con los hermanos Beltrán Leyva —asentados en Sonora— y se quedó sin ruta para traficar la droga hacia el país vecino. Entonces, “El Chapo” hizo una declaración de guerra por la plaza de la ciudad fronteriza Juárez, dominada por el cártel con el mismo nombre.
La batalla entre ambas organizaciones criminales comenzó por ganar un punto estratégico para el narcotráfico, pero después se convirtió en una cuestión reputacional, debido a la rivalidad que mantenían los líderes de esas células: “El Chapo” Guzmán y Vicente Carrillo, “El Viceroy”, detenido en 2014.
Ya con una disputa declarada, el Cártel de Juárez buscó a los enemigos del Chapo para que se aliaran y no le permitieran el paso de su droga.
Pero, el Cártel de Sinaloa, que tenía su base en Culiacán, financió una pequeña organización denominada Gente Nueva, liderada por José Antonio Torres Marrufo, “El Jaguar” —extraditado a EEUU en mayo pasado—, y se unieron pandillas como Los Mexicles y Artistas Asesinos, que se convirtieron en brazo armado de “El Chapo" en Ciudad Juárez.
Entre las tareas adicionales de estos grupos se encontraba brindar protección a los líderes de la organización, extorsionar, asesinar, secuestrar y cobrar derecho de piso.
Por su parte, el Cártel de Juárez, que operaba como un jugador regional en Chihuahua, integró a exagentes a sus filas, formando el subcártel de La Línea, encargada de establecer un orden para que nadie vendiera drogas en las calles, y quienes no siguieran esta “línea”, serían asesinados.
La formación de las células criminales intensificó los enfrentamientos en las calles de Ciudad Juárez. Tan sólo entre 2007 y 2011 hubo 11.000 muertes en esa zona del país.
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