Desde que se registró el primer caso de COVID-19 en México, el pasado 27 de febrero, el gobierno federal implementó una serie de medidas precautorias emergentes para reducir los efectos negativos del coronavirus; no obstante, en la antesala del fin de la Fase 3 de la epidemia, existen numerosos grupos de personas vulnerables al virus.
En las medidas gubernamentales se estratificó la atención médica por demarcaciones, zonas y regiones; se establecieron protocolos de atención, en donde los casos más graves tendrán la prioridad; se instauraron las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de paralizar ciertas actividades económicas y promover el aislamiento social, al cual se le llamó Jornada Nacional de Sana Distancia; se estableció un convenio comercial con el gobierno de China para la adquisición de insumos médicos para garantizar la atención de calidad en los hospitales mexicanos, al cual se le nombró Puente Aéreo México-China y; sin embargo, la desigualdad en el país prevalece como factor de riesgo para los recolectores de basura.
Los trabajadores del servicio de limpia de la Ciudad de México viven en un contexto precarizado a cualquier nivel, tanto por las condiciones en las que trabajan como en las que viven y con la llegada del SARS-CoV-2, la esta diferencia en el nivel de vida se acentuó.
Los recolectores de basura, por la naturaleza inherente de su trabajo, están en contacto directo con los residuos de millones de capitalinos, también es de resaltar que la entidad tiene más de 12,500 pacientes de COVID-19. Es decir, la falta de indumentaria de bioseguridad y nula organización para la recolección de materiales que estuvieron en contacto con enfermos del nuevo coronavirus expone de manera fáctica a un número incalculado de trabajadores del servicio de limpia.
El diario El Universal publicó un reportaje sobre el caso de Alberto, un trabajador de limpia, con una extremidad amputada por una complicación con la diabetes que padece de hace años y murió probablemente por SARS-CoV-2 en la alcaldía más poblada de la CDMX.
El hombre, de 30 años, fue llevado a varios hospitales de Iztapalapa por presentar dificultad para respirar; sin embargo, no fue recibido en los primeros nosocomios a los que llegó porque no había cupo. Fue hasta que arribó al Hospital Regional General Ignacio Zaragoza del ISSSTE cuando pudo ser atendido por personal médico, pero nada se pudo hacer. Alberto falleció el 6 de mayo y en su acta de defunción se explica que la causa de la muerte fue por “insuficiencia respiratoria aguda, neumonía atípica, caso sospechoso de COVID-19, diabetes mellitus insulinodependiente”.
Desde una semana antes a acudir al hospital, el ahora occiso presentó un cuadro similar al que presenta el COVID-19, por lo que él acudió a un médico particular quien lo medicó y demostró una aparente mejora; sin embargo, recayó y su familia lo llevó a otro médico quien les recomendó que lo conectaran a un tanque de oxígeno, porque el riesgo de muerte era elevado.
Este caso puede ser representativo de cientos de trabajadores de limpia, que se exponen diariamente a los residuos de miles de capitalinos en distintas alcaldías. Cabe mencionar que la indumentaria que portan no los protege adecuadamente del virus que ya ha matado a 8,597 mexicanos e infectado a 78,023. Asimismo, ni el gobierno federal ni ningún gobierno local ha instrumentado alguna estrategia específica para la recolección de desechos con riesgo de tener COVID-19. No se ha promovido ninguna medida ciudadana de separación de residuos sólidos con indumentaria que esté expuesta a coronavirus, como establecer un día de la semana en específico para recoger pañuelos, guantes, cubrebocas, papel higiénico, mascarillas o cualquier tipo de prenda que haya estado en contacto directo con alguien que diera positivo a COVID-19.
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