La lucha de las agencias estadounidenses contra la organización narcotraficante más grande del mundo no terminó el día que Joaquín el Chapo Guzmán fue condenado a cadena perpetua. La Justicia sigue desenmarañando la compleja red de corrupción que ha permitido al Cártel de Sinaloa expandirse en Estados Unidos.
La caída del ex hombre fuerte de la seguridad en México, Genaro García Luna, abrió un nuevo capítulo en la cruzada contra el cártel presuntamente favorecido durante el sexenio de Felipe Calderón.
El de Sinaloa, un cártel aún sólido
La ausencia del Chapo apenas afectó a la organización criminal. En diciembre de 2019, las autoridades estadounidenses emitieron una alerta sobre la influencia del cártel en su país. Se supo que controlaban el tráfico de corredores de droga en México que conectan a California y Arizona, en Estados Unidos.
Por mucho tiempo, los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y los medios de comunicación habían retratado a Guzmán Loera como el enemigo público número 1 de México, un narco padrino y fugitivo todopoderoso que durante años encabezó la lista de los más buscados de la DEA.
Con su rentable imperio de narcotráfico y tres audaces huidas de las autoridades mexicanas, el Chapo valía miles de millones de dólares y claramente ejercía una amplia influencia. Pero los expertos sugieren que hay otros líderes en Sinaloa, todos con su propio ejército de hombres armados, sus proveedores y clientes en Estados Unidos.
La caída del zar de las drogas
“García Luna es la otra cara del Chapo, pero mucho peor”, con esa sentencia la periodista y escritora Anabel Hernández sugiere que la detención de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública en el Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012), en Estados Unidos, es aún más importante que la del fundador del Cártel de Sinaloa.
Para Hernández, quien ha indagado durante años las relaciones entre grupos criminales y el aparato de seguridad del Estado, el zar de la guerra contra el narcotráfico convirtió al Cártel de Sinaloa en la organización transnacional que es hoy.
Hace unos meses publicó El traidor, un diario comentado de Vicente Zambada Niebla, uno de los testigos claves en el proceso contra el Chapo Guzmán en Estados Unidos e hijo de Ismael Zambada, alias el Mayo. En este, García Luna aparece siempre como facilitador de las actividades del Cártel de Sinaloa, cuando no protagonista.
El juicio contra Guzmán fue, de alguna manera, la confirmación, en buena parte, de lo que Anabel ha denunciado en sus libros. Durante el juicio contra Joaquín Guzmán, el testimonio de Jesús el Rey Zambada confirmó la cercanía del Estado con el Cártel de Sinaloa, sospechada desde hacía mucho tiempo. Jesús Zambada dijo incluso que la organización le pagó al propio García Luna hasta USD 8 millones para que los dejara trabajar.
Con Calderón, García Luna se ocupó de la Secretaría de Seguridad y Eduardo Medina Mora de la Fiscalía General. Ambos desarrollaron designios de la DEA, que alertaban de la descomposición de algunas regiones de México. Actualmente los dos viven horas muy bajas: García Luna espera su juicio en Estados Unidos, mientras que Medina Mora abandonó, en medio un escándalo, su cargo de 15 años como miembro del Tribunal Constitucional después de que llegaran a conocimiento público, depósitos millonarios en sus cuentas bancarias.
EEUU al acecho del Cártel de Sinaloa
Pese a que el año pasado el Gobierno de México incrementó el ritmo de las extradiciones de narcos mexicanos a EEUU, la administración de Washington siempre ha personificado una parte importante de la lucha contra el tráfico de drogas.
Es en este contexto en el cual se inserta el enjuiciamiento a los grandes capos del Cártel de Sinaloa. Como ejemplo puede tomarse la operación del 16 de enero de 2015, cuando setenta presuntos miembros y asociados a la organización del Mayo Zambada, incluidos líderes, tenientes y operadores de más alto rango de celdas de distribución múltiple, fueron acusados por el tráfico de grandes cantidades de metanfetamina, cocaína, heroína y marihuana para puntos alrededor de los Estados Unidos.
Ya antes, las autoridades estadounidenses arrestaron a Serafín Zambada Ortiz, hijo de Ismael el Mayo Zambada, quien se declaró culpable de cargos de tráfico de drogas en el Distrito Sur de California en septiembre de 2014, y a José Rodrigo Aréchiga Gamboa, comúnmente conocido por su alias, el Chino Ántrax, capturado en los Países Bajos y extraditado a los Estados Unidos por las autoridades holandesas en julio de 2014.
Entonces, se señaló a Arechiga Gamboa como un lugarteniente clave del Mayo Zambada y del Chapo Guzmán, además de ser el líder del violento brazo armado del Cártel de Sinaloa llamado Los Ántrax. En 2015, el narco mexicano asumió una condena de siete años de prisión. Su declaración de culpabilidad abrió la puerta a una sentencia menos severa de la que recibió su jefe, Joaquín el Chapo Guzmán en 2019.
El caso de Aréchiga Gamboa se redujo a un cargo por tráfico de cocaína y marihuana; sin embargo, se trataba de un de un peligroso cabecilla criminal. Tras 87 meses en la cárcel de máxima seguridad Metropolitan Correctional Center de San Diego, Frank J. Ragen, abogado del narco mexicano, negoció con la fiscalía para que su cliente purgara cinco años más en arresto domiciliario y se le permitiera salir en un radio no mayor de 500 metros de su casa, y si lo hacía debía notificar antes a sus supervisores.
La magistrada Dana M Sabraw accedió, en parte, por el buen comportamiento del Chino Ántrax y porque había cooperado con los fiscales. José Rodrigo Arechiga Gamboa habría asegurado estar arrepentido de su historial criminal y sólo deseaba rehacer su vida de una manera honesta.
El expediente judicial 3:13-cr-04517 especifica que Aréchiga Gamboa fue puesto en libertad condicional y que le asignaron un domicilio en San Diego, California, para que concluyera su sentencia, el pasado 3 de marzo.
Tan solo dos meses después, Aréchiga Gamboa desapareció. Según los reportes, empacó todo en una maleta, excepto su celular y abandonó la residencia.
La huida ocurrió esta semana. Se desconoce la fecha exacta del escape, pues según los agentes que lo supervisaban, Marc W. Ryan y Kimberly A. Pelot, al llegar a la ubicación para que firmara el acta judicial, el Chino Ántrax ya no estaba.
Luego de la desaparición del antiguo jefe de sicarios de Joaquín Guzmán Loera, los agentes dieron aviso a la corte del Distrito Sur de San Diego. Como parte del protocolo, las autoridades deben esperar 48 horas para que el fugitivo aparezca; sin embargo, la magistrada Dana M Sabraw emitió la tarde del viernes una orden judicial para su pronta recaptura en Estados Unidos como en México.
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