En la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, el proyecto insignia del ex presidente Enrique Peña Nieto, Carlos Slim figuraba como uno de los beneficiados, pues construiría una terminal y una de las dos pistas de aterrizaje; sin embargo, a raíz de su cancelación, esta participación se vio frustrada. Tiempo después volvió a ser considerado por el presidente López Obrador para una de sus megaobras: el Tren Maya.
A través de Grupo Carso SAB, Slim se había asociado con otra constructoras para construir la futurista terminal de USD 4,000 millones, así como una de las pistas, cuyo costo estimado era de USD 400 millones al momento de adjudicarse el contrato. Aunque la operación se cayó, el empresario no se quedó con las manos vacías, pues será responsable del segundo tramo de este tren al sureste de México.
De esta manera, 35 kilómetros del ferrocarril han sido el medio de unión entre el mandatario y el hombre más rico del país, el cual obtuvo un contrato por valor de USD 774 millones a través de un par de sus compañías implicadas en la construcción de esta iniciativa tan relevante para la administración del presidente.
Ésta representa la primera inversión relevante de Carlos Slim en un proyecto gubernamental de la actual gestión. “El Ingeniero piensa que desarrollar el sureste es de suma importancia. Invertir en infraestructura es esencial para impulsar esta área rezagada. Los márgenes en este tipo de proyectos son siempre pequeños, pero son muy importantes”, dijo Arturo Elías Ayub, portavoz de la familia Slim a Bloomberg.
Operadora Cicsa SA, la cual es propiedad de Slim, está construyendo el tramo que va desde Escárcega hasta Calkini, en Campeche, en colaboración con Fomento de Construcciones y Contratas SA. Ambas empresas trabajan en la construcción de 235 kilómetros, el cual formará parte de un total de 1,460 kilómetros a lo largo de cinco estados.
Es claro que el gobierno de López Obrador ha tenido problemas con las pretensiones de Slim en las obras públicas. Por medio del fondo de pensiones de su banco, Grupo Financiero Inbursa, el multimillonario poseía la mayor parte de una Fibra E de USD 1,600 millones, la cual era una combinación entre una sociedad limitada y un fideicomiso de inversión inmobiliaria, emitida por el mismo grupo que construiría el aeropuerto.
Tras la cancelación del proyecto. López Obrador se vio en la obligación de pagar para resolver ciertos contratos incumplidos y la Fibra E tuvo que devolver todo el capital a los inversores. Además, meses después hubo otras disputas por una carretera inacabada y un gasoducto de gas natural, la cual se solucionó a partir de negociaciones personales.
A pesar de ese contexto, aclaró Elías Ayub para el mismo medio, el contrato para el tren “tiene términos muy estrictos y justos, y no hay preocupación de que los problemas pasados con los contratos se repitan”. Hasta el momento, explicó Bloomberg, las compañías han recibido un avance del 20% en el proyecto y se les pagará de manera mensual a partir del progreso que registren.
Cabe mencionar que la relación de Slim con el presidente ha sido más cercana en los últimos meses. En febrero estuvo presente en la cena donde reunió a más empresarios para que compraran “cachitos” para la rifa del avión presidencial del próximo 15 de septiembre.
Por otra parte, frente a la emergencia sanitaria por el nuevo coronavirus, Slim realizó un donativo de USD 40 millones con el fin de que las autoridades sanitarias pudiesen adquirir ventiladores, ecosonogramas y videolaringoscopios para la atención de los pacientes.
Asimismo, el dinero se usaría con el fin de conseguir insumos médicos para la protección de los trabajadores de la salud, así como para los procesos de sanitización y desinfección de los espacios críticos en los hospitales públicos.
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