José Rodrigo Aréchiga Gamboa, el sicario del Cártel de Sinaloa que la semana pasada se le escapó a las autoridades estadounidenses, nació el 15 de junio de 1983 en Culiacán, Sinaloa.
Su padre ocupó varios cargos importantes en el gobierno de Sinaloa; comenzó como tesorero de carreteras estatales y luego ascendió hasta convertirse en representante del Congreso.
Es probable que desde su infancia Aréchiga Gamboa haya compartido escuela con alguno de los hijos de Ismael “El Mayo” Zambada García, sin saber que más tarde aquel viejo compadre del “Chapo” y cofundador del Cártel de Sinaloa se convertiría en uno de sus jefes.
En el entretanto José Rodrigo intentó tener una vida más o menos normal: se casó, tuvo una hija y aplicó para piloto en la fuerza aérea mexicana, pero debido a una extraña afección en la piel fue rechazado y catalogado como no apto. También probó suerte en la universidad matriculándose en la carrera de arquitectura, pero al poco tiempo tuvo que cambiar los estudios por un trabajo que le ayudara a mantener a su familia.
Desde muy joven se relacionó con las pandillas del barrio Las Margaritas y pronto se hizo famoso en el barrio por su habilidad para los golpes. Esa fama de buen peleador llegó a los oídos del "Mayo” Zambada, quien inmediatamente lo buscó y le ofreció un lugar dentro de su poderosa organización criminal.
“El Chino Ántrax” comenzó a trabajar para el Cártel de Sinaloa como guardaespaldas de "El Vicentillo”, el hijo del “Mayo”, pero con el paso del tiempo fue ganándose la confianza de sus patrones y sus responsabilidades aumentaron hasta que terminó como líder de “Los Ántrax”, uno de los brazos armados del cártel.
En 2009, con la detención de “El Vicentillo”, Aréchiga Gamboa pasó a tomar su lugar en cuanto a la logística y coordinación de grandes cargamentos de droga que venían de Sudamérica a México, y que posteriormente eran enviados a suelo americano.
Para ese entonces “El Chino Ántrax” ya había dejado atrás su pasado humilde y se había convertido en un narcotraficante ostentoso.
Mandaba confeccionar sus zapatos y su ropa hecha a medida con los mejores diseñadores del mundo, y era normal verlo en eventos de talla internacional como peleas de box, pasarelas, presentaciones, y en muchas de ellas se le vio acompañado de la modelo Paris Hilton, con quien se dijo que mantenía una relación. Incluso hay un video de ellos juntos que fue tomado durante la pelea de Manny Pacquiao en Las Vegas.
En su cuenta de Instagram lucía vestido como el famoso espía británico James Bond, pero también mostraba su viajes a países árabes como Dubai, naciones europeas como España y Francia. Cuando no estaba de viaje, mostraba sus fotos acostado en la cama bebiendo marcas caras de licores y rodeado de grupos musicales que le tocaban en vivo en su recamara. La última actualización, poco antes del Año Nuevo de 2014, Aréchiga compartió felicitaciones de la banda de ‘Los Ántrax’ por motivo de las fiestas decembrinas.
Pero todo habría cambiado cuando “El Vicentillo” decidió colaborar con el gobierno de Estados Unidos, según lo revelado en un apartado del libro El Traidor, de Anabel Hernández, quien afirmó que el hijo del capo sinaloense “lo puso” para que lo arrestaran en Holanda el 30 de diciembre de 2013 en un vuelo procedente de México. El rastreo de su cuenta de Instagram permitió a las autoridades estadounidenses coordinarse con sus similares europeas para notificarles sobre la llegada de Aréchiga.
El narcotraficante asumió en 2015 una condena de siete años de prisión. Su declaración de culpabilidad abrió la puerta a una sentencia menos severa de la que recibió su jefe, Joaquín “El Chapo” Guzmán, en 2019. El caso de Aréchiga Gamboa se redujo entonces a un cargo por tráfico de cocaína y marihuana.
Tras 87 meses en la cárcel de máxima seguridad Metropolitan Correctional Center de San Diego, Frank J. Ragen, abogado del narco mexicano, negoció con la fiscalía para que su cliente purgara cinco años más en arresto domiciliario y se le permitiera salir en un radio no mayor de 500 metros de su casa, y si lo hacía debía notificar antes a sus supervisores.
La magistrada Dana M Sabraw accedió en parte por el buen comportamiento del Chino Ántrax y porque había cooperado con los fiscales. José Rodrigo Arechiga Gamboa habría asegurado estar arrepentido de su historial criminal y sólo deseaba rehacer su vida de una manera honesta.
Sin embargo, la semana pasada, cuando los agentes federales acudieron a la casa donde Aréchiga Gamboa cumplía su arresto domiciliario para que firmara su acta judicial, no lo encontraron. Había empacado todo en una maleta y se había ido sin dejar ningún rastro.
En caso de ser detenido otra vez, José Rodrigo Aréchiga enfrentaría la cárcel sin derecho a fianza durante al menos nueve meses.
En una de sus declaraciones el criminal dijo que al terminar su condena planeaba regresar a México con su familia. El caso fue trasladado a la oficina del Marshall federal, donde declararon al Chino Ántrax como prófugo de la justicia.
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