Riesgo de contagio, calor y un elevado estrés, es lo que el paramédico Oscar Prado tiene que soportar durante el traslado de pacientes con COVID-19, pues la mayoría de ellos viajan al interior de la unidad intubados o se complican antes de ingresar a algún hospital.
Prado, con 10 años de servicio en el Centro Regulador de Urgencias Médicas (CRUM) compartió para Infobae México, que la saturación de los hospitales a causa del coronavirus es una realidad e incluso, tardan demasiado para recibir a los infectados.
“La saturación de los hospitales ha hecho que se queden los pacientes dentro de la ambulancia. Hay ocasiones que se llega a terminar el oxígeno de la unidad y no han recibido al paciente. Desgraciadamente ya no hay espacios físicos para que reciban rápido a los pacientes y pues eso si ocasiona un grado de estrés bastante grande”, expresó.
El paramédico de 35 años de edad explicó que solamente hasta que muere un paciente hay cupo en los hospitales, porque dejan libre una cama.
Y es que hasta las primeras horas de este miércoles 6 de mayo, el número de infectados ya rebasa los 26,000, por lo que el traslado de enfermos, según Prado ha llegado a colapsar, al grado de dejar para más tarde a los pacientes, pese a que la mayoría se encuentran graves.
“Simplemente el día lunes se realizaron nueve traslados porque son las ambulancias que salieron y se quedaron pendientes 14 más, para el turno vespertino”, dijo.
Afirmó que realizan los traslados que se pueden, y solamente se llevan a pacientes catalogados como más graves, pues también se debe considerar el tiempo de cada emergencia y al término de la actividad deben sanitizarse y sanitizar la unidad.
Otro de los factores que repercuten en esa labor es la falta de personal, pues reveló que ya hay un brote de infección en el CRUM y eso hace que haya menos empleados para llevar a cabo el traslado de enfermos.
Hace pocos días murió uno de sus compañeros, el doctor Miguel Ángel Pérez Alvarado. “Acaba de fallecer y pues todos nos quedamos desconcertados por esa situación. Solamente sabemos que fue durante uno de los traslados. Es preocupante”
El pasado 1 de mayo, Hugo López Gatell pidió a la población estar al pendiente de los lugares donde se puede recibir a enfermos con el virus y no asistir a los hospitales de la zona sur, pues ya se encuentran en su máxima capacidad.
Cabe destacar que el CRUM actualmente realiza los traslados interhospitalarios, es decir, llevan a los infectados de un hospital a otro.
En ese sentido, Prado comentó que poco a poco se ha incrementado el trabajo, pues al inicio del brote de COVID-19 en México realizaban solamente dos o tres traslados y ahora ya es el triple, pues tan solo en su turno, de 06:00 a 14:00 horas, ejecutan alrededor de nueve y aún así se quedan pendientes varios traslados.
“La mayoría de los pacientes como el 80% de los traslados están intubados. Lo realizamos de hospital a hospital porque en algunas ocasiones llegan a las clínicas que no son para eso y los tenemos que llevar a receptores de COVID”.
Oscar lamentó que la gente no haga caso de las recomendaciones de quedarse en casa, ya que se extiende la cuarentena y el riesgo de contagio tanto para ellos como para sus familias, aunque aseguró que él no está en contacto con sus seres queridos, pues no ha podido ver a su esposa y a su hija por seguridad.
“El hecho de nosotros tener que salir de la casa, en mi caso tuve que dejar a mi hija con su abuela y yo estoy en casa, para no tener contacto con ella, es algo muy estresante, y muy preocupante. Todo el personal y creo que en todos los hospitales estamos en un estrés yo creo que al 100% en el caso del traslado de pacientes”, relató.
Asimismo, aseguró que él y otros paramédicos han tenido que desembolsar al menos 5,000 pesos para comprar equipo especial, pues en su trabajo no les dan los insumos que requieren.
“Tenemos un alto índice de contagios por la exposición que tenemos con los pacientes y pues el equipo que nos dan no es el adecuado. Tuvimos que comprar nuestros goggles, las mascarilla no son las adecuadas para este tipo de labores y los overoles nos los entregan rotos, y en ocasiones no traen el gorro”, reveló Oscar.
Por ello, aseguró que tuvieron que comprar caretas para esnórquel, para proteger su cara y no tener ningún contacto directo, así como guantes de nitrilo y una mascarilla antigás con un precio de 3,000 pesos.
Denunció que trabajan bajo el dominio de plazas administrativas y no con la adecuada, que en esta caso sería la plaza de urgencias médicas, además de que no cuentan con el pago de infecto riesgo a pesar de que realizan trabajo operativo y se exponen demasiado.
Las instalaciones del CRUM también son improvisadas, pues reveló que las autoridades no les quisieron dar el apoyo necesario ni les ofrecieron el curso o protocolos de manejo de pacientes para evitar un brote de contagios.
“Desde el primer momento que se infectó un compañero, no tomaron la medidas para evitar el contagio en el CRUM y hubo un contagio masivo, porque las autoridades no hicieron un cerco sanitario y aquí están las consecuencias”.
Prado explicó que este virus ataca de diferente manera y uno de sus primeros ataques es a nivel de pared cardiovascular, es decir, puede empezar afectando los riñones, estómago, después se desarrolla, llega a los pulmones, dificultad respiratoria y finalmente al paro.
“Diario trasladamos pacientes graves, que están en la línea de la muerte, pero no a todos les da igual. Hay quienes empiezan con una diarrea, unos con la tos y otros con el dolor de pecho”.
MÁS SOBRE EL TEMA