“A mi hijo lo lloro”, con estas palabras se refirió el narcotraficante Ismael “El Mayo” Zambada a su hijo Vicente Zambada Niebla “El Vicentillo”, preso en Estados Unidos, durante una entrevista en 2010, la única que ha concedido en más de 50 años de dedicarse al tráfico de drogas.
Sin embargo, el Vicentillo presentó una versión muy diferente en el libro “El Traidor”, publicado en 2019 por la periodista Anabel Hernández y en el que reproduce pasajes del diario de Zambada Niebla escritos desde prisión.
El Vicentillo, detenido en marzo de 2009 en México, relata que agentes especiales lo obligaron a que le marcara a su padre por teléfono para ofrecerle que se entregara a cambio de la libertad de su hijo, pero la respuesta fue negativa y 10 años después, sigue en la cárcel.
Aunque el Mayo, actual cabecilla del cártel de Sinaloa, tiene 10 hijos reconocidos, producto de su relación con seis mujeres, sólo se tiene datos concretos de tres de ellos: Vicente, Ismael y Serafín y aunque también se conoce información de su hija María Teresa, son los tres varones quienes han pisado la cárcel.
“El Traidor”
El primero de los hijos del Mayo en caer en manos de la justicia fue su primogénito, Vicente Zambada Niebla “El Vicentillo”, detenido el 19 de marzo de 2009 en el lujoso fraccionamiento Fuentes del Pedregal de la capital mexicana, horas después de haberse reunido con personal de Agencia Antidrogas Estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés). Su detención fue polémica debido a su apariencia generó toda una serie de comentarios positivos, principalmente entre mujeres.
Joven, varonil, con un saco de terciopelo negro, aparentemente Armani, y con la cabeza en alto, fijó el modelo del narcojunior mexicano que había estudiado en escuelas privadas en el extranjero y cuya responsabilidad entonces era encargarse de la logística del cártel de Sinaloa que su padre ayudó a fundar. En 2010 fue extraditado a Estados Unidos donde enfrenta cargos por tráfico de drogas, delito del cual se declaró culpable.
En 2014, un funcionario del Departamento de Justicia de EEUU citado por la revista mexicana Proceso lo definió como una parte fundamental para la segunda captura de Guzmán Loera en Mazatlán, México, en febrero de ese año, después de más de una década de haber estado prófugo.
“Sin la información que proporcionó en Chicago (Jesús) Vicente Zambada Niebla, ‘El Vicentillo’, no hubiese sido posible capturar en México al El Chapo y a otros narcotraficantes importantes”, dijo la fuente a la publicación.
El funcionario del gobierno de Barack Obama señaló que antes de ser capturado, el hijo del “Mayo” ya cooperaba con la DEA y se convirtió en testigo protegido a cambio de no tener que enfrentar una pena de cadena perpetua. Durante el juicio a Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera fue uno de los testigos presentados por la fiscalía.
Los datos que dio “El Vicentillo” fueron clave para conocer los movimientos tácticos del “Chapo” y su escolta. Zambada Niebla dio una lista con los nombres de las personas más cercanas al capo y eso ayudó a que pudieran interceptarse sus números de celular y otros métodos de comunicación. Casi todos esos datos se compartieron con el gobierno de México, que finalmente lo atrapó, destacó el entrevistado quien aseguró que incluso estaría proporcionando información para atrapar a su padre, por quien el gobierno de EEUU ofrece USD 5 millones de recompensa.
El otro Ismael
Ismael Zambada Imperial, “El Mayito Gordo”, es el otro hijo del Mayo que está preso en Estados Unidos donde enfrenta en una corte de California cargos de conspiración e introducción ilegal de mariguana, cocaína y metanfetaminas.
Hijo de Ismael “El Mayo" Zambada y Margarita Imperial López, la segunda esposa del capo, El Mayito Gordo nació en 1984 en Sinaloa.
Antes de su detención, en Culiacán era famoso por las fiestas que organizaba y los lujos excesivos de los que le gustaba rodearse.
Tras su detención, Zambada Imperial fue sentenciado en México a cuatro años de prisión por el delito de portación de arma de fuego de uso exclusivo del ejército, pero tenía dos agravantes: le fueron encontradas más de dos armas de este tipo, por lo que la pena aumentó dos años y ocho meses; y además, las portaba en grupo de tres o más personas, con lo que la sentencia subió otros cuatro años, según informó el semanario Río Doce.
Desde su entrada en prisión, el Mayito Gordo luchó para evitar que las autoridades mexicanas lo entregaran al país vecino. A principios de 2019, buscó una reducción de sentencia y pidió que lo cambiaran del Penal Federal de Puente Grande, en Jalisco, a un reclusorio de la Ciudad de México.
Las autoridades estadounidenses aseguran que “El Mayito Gordo” operaba en más de 10 países de América y Asia. La denuncia contra Zambada Imperial detalla que este usaba sofisticados sistemas de comunicación encriptados para comunicarse con miembros del cártel de Sinaloa.
También es señalado de obtener armas de forma ilegal, corromper funcionarios, así como utilizar la violencia para amedrentar a miembros de la policía, narcotraficantes rivales y miembros de su propia organización criminal.
Zambada Imperial, según la acusación en su contra, utilizaba diferentes tipos de vehículos para traficar la droga y precursores químicos, desde camiones y tractores, hasta aviones, submarinos, lanchas, trenes y remolques.
El narcojunior arrepentido
Serafín Zambada Ortiz “Sera” o “El Flaco” es el más joven de la dinastía. De 29 años, nació y creció en el mundo de los cárteles, por ello, desde niño ha estado rodeado de sicarios que lo cuidan los rivales de su padre y de los propios.
Zambada Ortiz fue detenido en el cruce fronterizo de Nogales, en Arizona, en noviembre del 2013. Aunque el hijo menor de “El Mayo” –quien todavía está prófugo– se declaró culpable desde septiembre de 2014, hasta marzo de 2018 la jueza Dana M. Sabraw le dictó sentencia de 66 meses.
Obtuvo su libertad en septiembre de 2018. El joven no cumplió su condena completa, ya que estuvo preso solo 58 meses.
Las autoridades estadounidenses justificaron su liberación argumentando buena conducta, juventud e inexperiencia así como su deseo de estudiar Agronomía cuando saliera de la cárcel y las cartas enviadas por familiares y amigos pidiendo una segunda oportunidad. Sin embargo, su libertad anticipada también despertó la duda de si entregó información al gobierno de Estados Unidos.
Serafín tiene la nacionalidad estadounidense, por lo que no pudo ser deportado como la mayoría de los extranjeros que cumplen su condena en prisión y se desconoce si sigue en ese país o regresó a México.
Algunos detalles sobre su vida fueron expuestos durante el juicio que se le siguió en Estados Unidos, donde se dio a conocer una carta escrita por él mismo en la que aseguró que siempre vivió “en una jaula de oro con lujos inútiles”, bajo la constante amenaza de los cárteles rivales, lo que lo obligó a dejar de practicar fútbol, a faltar continuamente a la escuela y cambiar constantemente de casa para evitar que lo asesinaran.
Cuando cumplió dos años empezó la guerra entre su padre y el cártel de los Arellano Félix, que dominaban la plaza de Tijuana. Afuera de su fiesta de cumpleaños detonaron un coche bomba. La intención era matarlo.
Al cumplir 9 años, los Arellano Félix mataron a toda la familia de su madre en un hotel de Mazatlán.
En una carta enviada al tribunal Federal en San Diego, la madre de Serafín, Leticia Ortiz Hernández, escribió: “Los mismos hombres que no hacía mucho apadrinaron a nuestros hijos en la iglesia y prometieron criarlos para ser buenos católicos (los Arellano Félix, en 1990), ahora intentaban matarlos” .
“Desde 1992 hasta el año 2000, los días fueron difíciles y sangrientos, y (hubo) una guerra estúpida y sin sentido donde muchas familias fueron destruidas”, señalaba en la misiva.
Señaló que trató de cuidar a Serafín, sabiendo que varios adolescentes fueron asesinados en Tijuana por el único motivo de que jugaban en el equipo de fútbol de otro hijo de ‘El Mayo’ Zambada.
A pesar de que su madre intentó alejarlos a él y a su hermana Teresa del mundo de las drogas mudándose a Estados Unidos, tuvieron que regresar a Sinaloa al expirar sus visas, ahí, mientras estudiaba la carrera de Agronomía, “Sera” se involucró en el negocio de su padre.
A los 20 años se casó con Karime Torres Acosta, hija de Manuel Torres Félix ‘El Ondeado’ y ‘El M1’, uno de los sicarios más fieles del “Chapo” Guzmán, quien murió en 2012 durante un enfrentamiento con el ejército. La pareja tuvo dos hijos.
Para entonces ya escalaba posiciones en el cártel y estaba a cargo de una célula que traficaba con droga a San Diego.
Otros aspectos sobre su vida los compartió a través de las redes sociales, publicando fotos de autos exóticos, armas chapadas en oro, fiestas, un tigre y ropa de diseñador. Un corrido lo describe como un amante de las armas y las “plebes” (mujeres), y como aliado fiel de los hijos de ‘El Chapo’, Iván y Alfredo Guzmán.
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