En las últimas semanas, se ha mostrado que el personal de salud no sólo tiene que luchar contra un enemigo invisible: el coronavirus. Se ha comprobado que la sociedad se ha dividido en dos grupos: los que agreden y los que agradecen a los considerados por muchos “héroes nacionales” que, a pesar de la violencia y discriminación en su contra, ahora más que nunca hacen honor a su vocación y atienden a quienes debido a la pandemia generada por el COVID-19, se encuentran hospitalizados.
“La verdad cuando lo vi me puse a llorar, pero nada me va a quitar las ganas de ser médica. Estudié años para esto”, relató Yoss después de haber recibido un mensaje de parte de todos sus vecinos en el que le solicitaron abandonar el edificio por ejercer su profesión.
"Entendemos que sigue trabajando por lo que le pedimos evite egoísmos y ponga en práctica su vocación y se abstenga de acudir al edificio […] usted representa un medio de contagio importante y peligro para todos [...] esperamos no verla hasta que todo esto termine”, se lee en el mensaje.
A pesar del miedo, la frustración y el coraje que expresó sentir, aseguró que en ningún momento ha pensado siquiera en haber estudiado otra profesión.
“Estudiar medicina es la decisión más sensata que he tomado. Soy muy feliz. Solamente pido que no nos maltraten; respeten”, reiteró la médica general a Infobae México.
A medida que los casos de COVID-19 se incrementan en México, la discriminación y las agresiones contra personal médico también van en aumento.
El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) documentó del 19 de marzo al 27 de abril, 213 quejas de actos de discriminación relacionadas con la enfermedad; de ellas, el 18% fueron denunciadas por trabajadores de unidades médicas; sin embargo, muchos otros casos no son reportados formalmente.
Dichos actos van desde rociar a la persona con algún líquido de limpieza, así como negar acceso a unidades de transporte público o comercios. Las más graves incluyen golpes y amenazas de muerte.
Jalisco es el estado con el mayor número de agresiones registradas, con el 15% del total de ataques. Ante ello ha sido la única entidad que ha reformado su código penal para castigar a los que agredan, obstruyan e impidan de hacer sus labores al personal médico del sistema de salud pública o privada, así como al personal de seguridad pública o de Protección Civil y Bomberos.
En este sentido, aquellos que cometan agresiones físicas contra médicos y enfermeros en Jalisco serán acreedores a multas de hasta 17 mil pesos o cárcel hasta por ocho años.
“Psicosis colectiva” en el área médica
Expertos tratan de explicar esta reacción por parte de algunas personas apuntando a la ignorancia, el miedo y la desesperación de ciertos núcleos sociales.
“Las agresiones al personal de salud pueden resumirse en la falta de cultura de la gente que produce la agresión, ‘si me han enseñado que el personal médico está para atender y que nunca va a intencionalmente enfermarme, no tengo por qué agredirlo’” explicó el Dr. Joaquín Ramírez, especialista en Medicina del Trabajo para Infobae México.
El también oftalmólogo, aseguró que ante los ataques cada vez más frecuentes, podría desencadenarse una preocupación colectiva en el personal médico.
“Se genera una psicosis colectiva de algo que ocurrió en alguien. La persona en su mente dice ‘¿ah caray, y si al salir del hospital también me agreden?’ a lo mejor sale y nadie lo agrede, pero ya lleva eso en la mente y puede provocar ansiedad. Ya es una respuesta colectiva del personal de salud para tomar medidas y protegerse” aclaró el médico con más de 40 años de experiencia en el IMSS.
No obstante, puntualizó que esto no podría interferir en el desempeño laboral del personal, ya que al interior de los hospitales es diferente.
Al igual que Yoss, los nombres de otros trabajadores de salud mexicanos relataron sus experiencias a Infobae México. Mientras a algunos los aíslan y lanzan agua, a otros les reconocen su esfuerzo y sobre todo el riesgo que representa estar ahí: en la primera línea de combate.
Así lo confirmó Andrés, enfermero del INER, uno de los nosocomios designados a COVID-19 y que actualmente se encuentra a su máxima capacidad.
“Al estar dentro del hospital, las cosas son muy diferentes. Estamos seguros. La gente es muy tolerante, humana y el cariño que nos brindan es muy hermoso. ‘Sabemos que tienen familia y agradecemos que cuiden a las personas que no conocen, porque ustedes también tienen familia que los espera en casa’, nos escribieron en una carta los familiares de un paciente recuperado.
“Yo no tengo miedo”
Por su parte, Fernando, enfermero del Hospital La Raza relató que en 25 años que lleva trabajando para el IMSS, “nunca había visto tanto sufrimiento dentro de los hospitales, ni siquiera en el 2009 con la epidemia del AH1N1”, además, admitió que casi se convierte en una víctima más de la violencia hacia el personal médico.
“En camino al hospital, una señora se disponía a tirarme agua, no sé si tenía cloro, pero finalmente no lo logró porque había una patrulla cerca”, comentó. A pesar del susto de aquel día, afirmó no tener miedo, e inclusive convertir esa experiencia en motivación.
“Yo no tengo miedo, ahora más que nunca me siento muy contento con lo que hago. Son momentos difíciles, pero nos motiva a sacar lo mejor de cada uno y dar un buen servicio para toda esas personas que se encuentran solas con su sufrimiento. No hay mejor satisfacción que ver a los pacientes salir en mejores condiciones”, reiteró.
Numerosas iniciativas y muestras de solidaridad se han llevado a cabo para reconocer al personal de salud: desde aplausos, mariachis y donaciones de equipo sanitario, hasta entregas de alimentos gratuitos para el personal médico.
Cada vez hay más relatos como los anteriores, sin embargo, la mayoría del personal médico también es capaz de ver “la otra cara de la moneda”, aquel grupo que en lugar de atacar, protege. Sólo falta esperar que aquellas personas cuyas acciones son motivadas por el miedo y el desconocimiento, puedan hacer conciencia de que el personal de salud paradójicamente es el único que podría salvarles la vida.
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