Carlos Mercenario celebró su cumpleaños número 53, es un hombre maduro, a diferencia de aquél niño cuya inquietud y exceso de energía lo llevó a meterse a un deportivo con sus amigos. Así comenzó su aventura en los deportes y su camino para ser uno de los medallistas olímpicos de México.
Carlos Alejandro Mercernario Carbajal era apenas un niño, que como la mayoría, jugaba con sus amigos y buscaba divertirse. En grupo se dedicaban a visitar un deportivo cercano. En ese lugar, al ser avistado por uno de los profesores del deportivo, quien le recomendó hacer ejercicio en el plantel formalmente, fue como Carlos se metió en el mundo del deporte.
Carlos se inició en el waterpolo, sin embargo, poco después de que se integrara al equipo, este se disolvió y tuvo que optar por moverse a otro deporte. Pasó del agua a la tierra, del waterpolo al atletismo y la marcha. Ahí fue cuando, decidió especializarse únicamente en la marcha, luego de que sus instructores le dijeron que tenía mucho potencial para esa actividad. Esto fue entre los años de 1980 y 1981, cuando debutó en una competencia infantil de tres kilómetros, de la que cuenta una anécdota graciosa:
Me engañaron mis amigos, me dijeron tú dale duro, son tres kilómetros, yo no tenía experiencia, ellos eran de 10 kilómetros y dije “éstos deben de saber”, les hice caso y terminé ahogándome, era una competencia infantil internacional. Era la contienda entre México y Venezuela y gané por un segundo, llegué ahogado y a los brazos de mis amigos que se estaban riendo. Algo me emocionó, porque en vez de decir mi nombre, estaban diciendo “México” y eso me hizo sentir algo especial, no sabía que faltaba mucho
Por supuesto que Carlos no pudo resistir una competencia internacional ya que apenas iba comenzando en su carrera como marchista, pero eso lo encaminó, lo iluminó para decidirse enfocarse en su futuro como atleta. Fue aquí cuando se confrontó consigo mismo, luego de una carrera de 10 km en los que no salió como lo tenía previsto. Él pensaba que al poder competir con los mejores del mundo en la distancia de 20 km, él podría llevarse la carrera fácilmente. Carlos perdió y le hizo analizar la cantidad de esfuerzo que se requiere: hay que darlo todo, en todas las competiciones, tanto como te sea posible.
La paciencia y el trabajo comenzaron a rendir sus frutos, Carlos participó en una competencia de 50 km, el ganador se llevaría la Copa del Mundo dentro de ese kilometraje. El resultado: Carlos ganó la copa mundial, tenía apenas 20 años. Festejó y celebró, pero lo más importante es que apuntó hacia los juegos olímpicos. El objetivo era Barcelona ´92, y él estaba dispuesto a darlo todo para ser campeón.
Ahí fue cuando sus entrenadores decidieron cambiar su distancia, de 20 km a 50 km, al principio lo consideró un error, poco después descubriría que la experiencia de sus entrenadores le ayudaría a desarrollarse más. Acostumbrado a siempre exigirse más, Carlos Mercenario, dejó el conflicto y se concentró a adaptarse a la nueva meta de 50 km.
“Cuando volteé ya estaba en la línea de salida con todos los competidores: los rusos, italianos, los anfitriones españoles, que eran fuertes, el polaco, todos, ya cuando empieza eso dices ya estoy acá. Decían los narradores españoles que se ganaría en cuatro horas en Juegos Olímpicos vas por una presea no por una marca, y se ganó con 3:50, 3:51 que hice yo, entonces se caminó mucho más rápido de las expectativas, fue una prueba bien demandante, pero sobre todo con un manejo de emociones”
Y lo logró, a pesar de las caídas anteriores, de los fallos y la frustración. El ruso ganó el oro, pero él ganó determinación, esperanza de seguir adelante. Físicamente ganó la plata olímpica. “Después cuando me acerco a la meta en los últimos pasos veo una bandera de México, cierro los ojos unos segundos y cuando los abro me doy cuenta de que quienes agitaban la bandera eran mi familia, ya ahí se me salieron las lágrimas, que no se veían se confundían con el sudor”. Fue el único medallista olímpico de México en Barcelona 1992.
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