En México se prepara una “guía” ética para orientar al personal médico que deba elegir a qué paciente salvar en caso de saturación de los servicios de cuidados intensivos, como trágicamente ocurrió en Italia.
Hace dos semanas, el Consejo de Salubridad General (CSG) —la autoridad sanitaria que depende directamente del presidente— publicó una “Guía bioética de asignación de recursos de medicina crítica” para el COVID-19.
De manera desafortunada el documento estableció criterios de sexo, la preferencia de pacientes jóvenes sobre personas de la tercera edad o enfermos crónicos, y llegó a considerar el azar como último recurso de decisión.
El trabajo generó tal malestar que fue rebajado a “borrador” y desechado luego de que la UNAM —cuyo rector es uno de los vocales titulares del consejo— se deslindara de un trabajo tan torpe.
Un nuevo documento, ahora bautizado “Proyecto guía de triaje” ya está sobre las mesas de los vocales del CSG para su evaluación y eventual publicación en el Diario Oficial de la Federación. Según la prensa y Roberto Blancarte, miembro del Colegio de Bioética y quien colaboró en el proyecto, las valoraciones de edad y azar fueron eliminadas.
Los holandeses también han elaborado protocolos de selección adelantándose al posible colapso de sus hospitales. Pero a diferencia de la guía mexicana, centrada en la parte teórica y burocrática, los lineamientos holandeses proceden directamente de su Asociación de Cuidados Intensivos y aterrizan en diagnósticos concretos y precisos.
Dadas a conocer masivamente por la televisora pública NOS el pasado 3 de abril, las directrices que se aplicarían en caso de escasez de camas de terapia intensiva se dividen en tres “filtros” escalonados en función del agravamiento sanitario.
¿Qué pacientes no serían admitidos en cuidados intensivos?
En el primer filtro están las personas que tengan un paro cardiaco con graves daños y quien sufra un traumatismo (lesión, contusión, herida) severo o quemaduras graves con 90% de probabilidad de morir).
También las personas con trastornos graves e irreversibles o que necesiten intervención urgente motivada por cáncer en fase de metástasis, incluyendo leucemia, “con baja esperanza de vida”.
Cierran ese primer filtro los enfermos terminales o aquellos que padezcan insuficiencia cardiaca o pulmonar con pocas expectativas de sobrevivir, así como los casos muy graves de pacientes con enfermedades del sistema inmunológico y ciertas personas discapacitadas “que necesitan ayuda para su cuidado diario”.
Si la penuria de camas de emergencia continúa, entra en operación el segundo filtro.
En ese momento los tratamientos de los pacientes del criterio anterior que hayan podido ingresar a cuidados intensivos antes de la urgencia serán interrumpidos.
Se suman los enfermos que necesiten una máquina de circulación extracorpórea, que es la bomba que asume la función del corazón y los pulmones durante una cirugía.
Suena muy duro, pero las directrices holandesas advierten que durante esta fase los internados en cuidados intensivos que tengan un paro cardiaco ya no serán reanimados.
Y si el desabasto de camas y respiradores persiste, el tercer filtro es radical: no se dará atención médica de urgencia a los pacientes graves mayores de 70 años sin importar su dolencia.
El gobierno holandés, que debe autorizar las directrices, se opone a fijar una edad. Aunque con una cultura distinta, para la sociedad holandesa el asunto es igual de delicado.
*Periodista especializado en temas europeos
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