Los cárteles mexicanos también se han visto afectados por el Covid-19. Los flujos de dinero procedentes del narcotráfico y del tráfico ilegal de personas se encuentran detenidos.
De acuerdo con datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) entre febrero y marzo, cuando comenzó la emergencia y Estados Unidos ordenó el cierre de la frontera al tráfico no esencial, bajaron de manera sustancial los decomisos de drogas y dinero en efectivo.
Según las últimas actualizaciones de las cifras de drogas incautadas por la CBP, reflejan una caída inédita en el trasiego de sustancias ilícitas como cocaína, fentanilo, metanfetamina y heroína, aunque se detectó un ligero aumento en el contrabando de marihuana.
La cocaína, heroína, el fentanilo y las metanfetaminas representan el grueso de los ingresos de los cárteles mexicanos. La reducción en flujos de drogas contrasta con el incremento en el número de personal militar y policiaco estadounidense en la frontera.
En el mes de marzo, cuando la pandemia comenzó a golpear a México y a Estados Unidos, el Pentágono ordenó el despliegue de 500 militares adicionales para reforzar a los más de 20,000 elementos que ya tiene la Patrulla Fronteriza en la zona, donde el tráfico vehicular —y los cruces de mulas ocultas en el flujo normal— se han reducido de manera dramática.
En opinión de Víctor Manjarrez, ex jefe de la Patrulla Fronteriza en El Paso, Texas, y Tucson, Arizona, “no es fácil para los cárteles ocultar sus embarques” en plena crisis sanitaria.
Los números muestran que los embarques de fentanilo disminuyeron 8.6% y pasaron de 126 kilos en febrero a 115.2 al siguiente mes, mientras que la metanfetamina siguió la misma tendencia: el tráfico se redujo 31.3% al pasar de 6.1 toneladas incautadas a 4.2 en el mismo lapso.
Por su parte, la cocaína, procedente de Colombia y Bolivia, se redujo casi a la mitad, pasando de 5.8 toneladas en febrero a 2.9 en marzo, es decir, una caída de 49.2%. La heroína también vio una contracción en sus flujos y decomisos de 16%; pasó de 177.3 kilos interceptados en febrero a 149.2 en marzo.
Otro flujo que también se ha secado, destacó el diario, es el de las ganancias de los cárteles.
De acuerdo con las cifras de la CBP, en marzo se redujo 61.3% el decomiso de efectivo; en febrero, se reportaron 14 millones 169 mil dólares incautados contra sólo 5 millones 486 mil en marzo.
De acuerdo con un artículo de Mike Vigil, director de Operaciones Internacionales de la DEA, publicado en Infobae el pasado 22 de abril, las dos transnacionales criminales más grandes del mundo, el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación, han comenzado a ver sus ganancias ilegales, principalmente los de las drogas sintéticas, caer estrepitosamente.
El cierre de muchas de las empresas fabricantes de químicos en China, quienes eran los principales proveedores para los cárteles de la droga, han mermado su capacidad para producir metanfetamina, fentanilo e inclusive heroína. También es de destacar que su segunda fuente para los químicos de donde originan las drogas, India, se ha apagado de manera similar.
El cierre de fronteras y los vuelos limitados también han causado un fuerte impacto al negocio de los cárteles debido a la dificultad para el traslado de drogas al mercado internacional. Otro gran impedimento es que la cuarentena ha llevado a reducir la cantidad de personas en las calles, limitando el contacto que tienen los cárteles con el gran número de adictos a los que suministraban las sustancias.
Se puede afirmar, dice Vigil, que las cadenas que el coronavirus ha impuesto sobre los cárteles seguirán por un corto periodo de tiempo, porque eventualmente los productos químicos volverán a fluir: las fronteras se volverán a abrir; y las calles volverán a reventar de actividad otra vez. Pero el coronavirus puede que haya causado un impacto que afecte a largo plazo en las redes del tráfico de droga y que cambie el panorama de los cárteles del narcotráfico como lo conocemos.
El ex director de Operaciones Internacionales de la DEA, señaló que los cárteles operan como cualquier otro negocio, tienen que vender bienes y servicios para poder mantener la compañía.
En el caso de estos negocios, tienen que generar una fuerte cantidad de ganancias para poder seguir pagando a oficiales corruptos con los que, sin su protección, no podrían sobrevivir. También tienen que financiar a un gran número de sicarios que protegen a los líderes de los cárteles, expanden su alcance a nuevos territorios y mantienen luchas con otras bandas de narcotraficantes.
Con ingresos disminuidos, los cárteles no podrán satisfacer los cobros de los oficiales corruptos o de sus ejércitos de sicarios, lo que podría llevar al desastre.
En opinión de Vigil, ésto significaría amplias deserciones a otros grupos, haciéndolos más fuertes y debilitando a otros. Esto podría llevar a un incremento de violencia y un reto mucho más complicado para las autoridades. Crearía cárteles mucho más organizados, fuertes y resistentes que podrían ser un problema mucho más complicado para las fuerzas gubernamentales.
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