El peso de los absolutos

Las palabras todo y nada, siempre y nunca, inevitablemente generan fuertes emociones extremas que condicionan nuestras decisiones y entorpecen el razonamiento

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(Foto: cortesía)
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Hay determinadas palabras que utilizamos con frecuencia y de las cuales no tenemos conciencia del peso que tienen, ni de las consecuencias emocionales que provoca utilizarlas.

Dentro de la variada cantidad de palabras que hay en nuestro vocabulario, 4 de ellas tienen un peso y un poder que, cada vez que las usamos, impactan en nuestras emociones. Esas palabras son: Todo. Nada. Siempre y Nunca.

La mayor parte de las veces no se ajustan estrictamente a la realidad y no son un reflejo cierto de lo que sucede. Son engañosas y su utilización provoca interpretaciones y emociones desproporcionadas y en la mayoría de los casos, consecuencias negativas.

Pensemos en la expresión: Todo lo que hago me sale mal.

Cuando pienso de esa forma estoy diciéndome que no hay nada que pueda hacer que me salga bien. ¿Es eso verdad? Claro que no. Cuando utilizamos la palabra “todo” caemos en una trampa. No es cierto que “todo” lo que hago me salga mal, pero el peso que tiene la palabra provoca desánimo y una sensación de frustración acompañada de un sentimiento de inutilidad.

Al tomar por cierto “todo lo que hago me sale mal”, cada nueva acción que realicemos estará teñida por el convencimiento de saber de antemano que no vamos a obtener el resultado que deseamos. Nuestra forma de pensar precede a la acción y aumenta las probabilidades de que influya o condicione el resultado. Pensando de esa forma, las posibilidades de éxito en las acciones que emprendamos estarán muy reducidas.

El opuesto a “todo” es “nada” y “nada” provoca el mismo efecto e impacto que “todo”. Piense una frase que contenga la palabra “nada” y concéntrese en cómo se siente cuando la utiliza. “Nada de lo que yo digo es tomado en cuenta”. “Nada me sale bien”. “No hago nada útil”.

Pero si utilizamos esas mismas palabras de manera positiva: “Todo me sale bien” genera un efecto positivo y satisfactorio y un sentimiento de bienestar que tampoco son ciertos. Estas palabras utilizadas de manera positiva o negativa, representan en ambos casos, un desvío significativo de nuestra lectura sobre los acontecimientos que estamos viviendo.

Lo mismo sucede con las palabras “siempre” y “nunca”.

Estas 4 palabras generan emociones y sentimientos alejados de nuestras verdaderas posibilidades. Son distorsiones cognitivas que nos hacen creer que podemos hacer todo bien o todo mal y en verdad, no somos ni lo uno ni lo otro, no somos lo mejor ni lo peor, ni perfectos ni fracasados, ni invencibles o inútiles.

Las palabras todo y nada, siempre y nunca, inevitablemente generan fuertes emociones extremas que condicionan nuestras decisiones y entorpecen el razonamiento, atentando contra nuestra claridad mental y nuestro equilibrio emocional y pueden provocar un impacto devastador en nuestra autoestima por hacernos sentir menos capaces que los otros.

Recuerde que estas 4 palabras, la mayoría de las veces, le darán una visión equivocada de lo que realmente está pasando.

*Psicóloga y escritora

Lo aquí publicado es responsabilidad del autor y no representa la postura editorial de este medio

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