Siete ventiladores y 20 equipos médicos. Ese fue el botín con el que desvalijaron el Hospital Civil Dr. Aureliano Valdivieso y un nosocomio del IMSS en Oaxaca. Los aparatos sustraídos formaban parte del material para atender los casos de coronavirus en el país.
Entre los últimos robos también se encuentra el atraco de 12 tambos con gel antibacterial en el Estado de México, los cuales, según la Fiscalía General de la República, fueron recuperados por elementos de la institución.
En el país, los robos hospitalarios se han convertido en el comercio ilícito del crimen organizado, cuyos negocios e ingresos sucios se han visto dañados por la emergencia nacional. Los expertos sugieren que la nueva gobernanza para los delincuentes podría consistir en robar equipos médicos y revenderlos a un precio más elevado.
Aunque los robos de insumos y equipo médico no son exclusivos de México, sí se han vuelto comunes a lo largo de las regiones, donde la protección para el personal médico y civil ha sido escasa.
La inacción de algunos gobiernos frente a la propagación del virus y la desprotección sanitaria de importantes porciones de la población han favorecido la economía criminal que se mueve de los robos y hurtos de insumos médicos.
En otros países de América Latina han ocurrido casos similares. En la ciudad de San Pedro Sula, Honduras, el Instituto Hondureño de Seguridad Social informó sobre el robo de 300 mascarillas de seguridad N95, especiales para personas médico, y en Perú se denunció el hurto de pruebas rápidas e insumos médicos.
El crimen organizado como nunca se ha visto
En México, seis de cada 10 medicamentos que se comercializan son falsos, caducos o robados y se adquieren en tianguis, por internet o hasta sin receta médica en farmacias.
Uno de los principales distribuidores de fármacos “piratas” es el sanguinario Cártel Jalisco Nueva Generación, que según la Fiscalía General de la República (FGR) produce las medicinas y obliga a las pequeñas y medianas empresas a venderlas, principalmente en las entidades de Guanajuato, Jalisco, Guerrero y Michoacán.
Los medicamentos fraudulentos suponen un negocio importante para los operadores de la organización criminal, quienes llegan a los negocios, amagan a los encargados o a los dueños y los obligan a comprar las medicinas que les llevan. Luego, son forzados a colocarlas entre las existencias de los productos auténticos y a comercializarlos entre sus clientes. Si se oponen, les cuesta la vida.
Una de las principales características del CJNG en el comercio ilegal de fármacos es que busca perfeccionar sus copias y, aunque deforma fallida, trata igualar colores, diseños y logotipos de cada caja y tamaños, sellos y hasta la manera en que cada pastilla o serie de capsulas son empaquetadas.
No obstante, el mayor atractivo de las medicinas es la radical diferencia de precio: los fármacos falsos se venden en la quinta parte de lo que cuesta un producto original.
Entre los medicamentos apócrifos que más circulan en el país se encuentran tratamientos contra cáncer, VIH, paludismo, osteoporosis, diabetes, hipertensión, colesterol, males cardiovasculares u obesidad.
También para Alzheimer, disfunción eréctil, asma, antibióticos, productos antisicóticos, esteroides, antiinflamatorios, analgésicos, antitusivos, hormonas y vitaminas.
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