México sigue siendo uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo en América Latina. Así lo alertó la organización internacional Reporteros Sin Fronteras (RSF) en su más reciente informe “Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2020”, que evalúa cada año la situación del periodismo en 180 países.
Para ello, RSF midió el desempeño de cada país teniendo en cuenta los siguientes factores: el pluralismo, la independencia de los medios de comunicación, el ambiente de trabajo y el grado de autocensura de los periodistas, el marco legal, la transparencia y la calidad de la infraestructura para la producción de información.
De acuerdo con el reporte, tampoco el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha logrado frenar la violencia ni poner fin a la impunidad en que permanecen los crímenes cometidos contra periodistas, pues tan solo en 2019 fueron asesinados 10 de ellos.
Para RSF la amenaza más grave para la prensa en México es la colusión entre políticos y autoridades locales con el crimen organizado:
“En este país, como sucede con sus vecinos centroamericanos, persiste la colusión de políticos corruptos y autoridades (sobre todo locales) con el crimen organizado, que va más allá del ámbito político, lo que amenaza gravemente la seguridad de los actores de la información”, apunta el documento.
Si bien hubo un ligero avance en la libertad de prensa en México con respecto a 2019, pues subió una sola posición en el ranking general, al pasar del lugar 144 al 143 de 180, el país todavía está en una “situación difícil” respecto al resto del mundo, apenas un par de lugares arriba de naciones como Venezuela (147) y Honduras (148).
A nivel mundial, los países más peligrosos para ejercer el periodismo son China, Egipto, Irak, Irán, Libia, Arabia Saudita, Cuba, Corea del Norte y Vietnam, por citar algunos. Mientras que los mejores están en Europa, encabezado por Noruega, seguido de Finlandia, Dinamarca, Suecia y Países Bajos.
No obstante, RSF ve un deterioro generalizado en la situación de libertad de prensa en todo el continente: “El ambiente en el que trabajan los periodistas de América Latina es cada vez más complejo y hostil”, señala y añade, “quienes abordan temas delicados sufren cada vez más presiones, violencia e intimidaciones”.
La organización también observa que a las agresiones físicas a los periodistas en América Latina se suman las campañas de acoso a través de internet, “emprendidas por ejércitos de troles y por simpatizantes de los regímenes autoritarios”.
Además, sostiene que, “mientras la prensa de la región no cuente con instituciones democráticas sólidas que garanticen la seguridad de los periodistas y apoyen el desarrollo de los medios de comunicación, estos se verán obligados a reinventarse, a encontrar nuevas soluciones y alternativas”.
Libertad de prensa durante el COVID-19
En el mismo reporte RSF muestra preocupación por una correlación entre la represión de la libertad de prensa registrada durante la crisis del coronavirus (COVID-19) y el lugar que ocupan los países en la clasificación mundial de la libertad de prensa.
“La pandemia del Covid-19 resalta y amplifica las múltiples crisis que amenazan el derecho a una información libre, independiente, plural y fidedigna. Existe una clara correlación entre la represión de la libertad de prensa registrada durante la crisis del coronavirus y el lugar que ocupan los países en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa”, señala.
Por ejemplo, China e Irán, epicentros de la pandemia, establecieron dispositivos de censura masivos.
En Irak el gobierno suspendió la licencia de trabajo de la agencia de noticias Reuters durante tres meses, horas después de que esta publicase una nota que cuestionaba las cifras oficiales de casos de contagio.
En Hungría, el primer ministro, Viktor Orbán, hizo que se aprobara una ley relativa al coronavirus que sanciona la difusión de noticias falsas con penas de hasta cinco años de prisión, “una forma de coacción completamente desmesurada”.
“Los gobiernos autoritarios ven en la crisis sanitaria la oportunidad de aplicar la famosa ‘doctrina del shock’: aprovechar la interrupción de la vida política, la consternación de la población y el debilitamiento de los movimientos sociales, para imponer medidas que sería imposible adoptar en condiciones normales”, denuncia el informe.
Para que esta década decisiva no sea catastrófica, RSF enfatiza que la gente de bien, sea quien sea, y se encuentre donde se encuentre, tiene que movilizarse para que el periodismo pueda cumplir la función esencial de ser un ‘testigo solvente’ para las sociedades, por lo que debe contar con todas sus capacidades.
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