El narco no entiende de confinamientos y ni el coronavirus ha acabado con su actividad. En las última semana han sucedido operaciones de la Guardia Nacional que se han saldado con la aprehensión de kilos de opioides y armas. La fuerza federal destaca que sus servicios de inteligencia detectaron el comercio de drogas aún en la pandemia.
En Hermosillo, Sonora, en una empresa de paquetería aseguraron siete latas de aerosol con más de tres kilos de aparente metanfetamina, que tenían como destino Tijuana, Baja California.
El 16 de abril, en el aeropuerto de Mérida, Yucatán, incautaron más de dos kilos de aparente droga sintética. Cuatro días antes, en Nuevo León aseguraron alrededor de 10 kilogramos de aparente crystal, que iban ocultos en la salpicadera de un vehículo.
Con 151 cargadores, más de 1,700 cartuchos útiles, así como equipo táctico y aparente marihuana en 10 paquetes y dosis de cigarrillos, fue asegurada una persona en un camino vecino de Reynosa, Tamaulipas.
Las autoridades dan por hecho que, si se han producido estos alijos, todo indica que otros cargamentos han logrado entrar.
De acuerdo con datos del Departamento de Aduanas y Protección de Fronteras de EEUU (CBP por sus siglas en inglés), cantidades casi récord de fentanilo que aparecen en los Estados Unidos mensualmente. En marzo, por ejemplo, la CBP incautó 216 libras de fentanilo (98 kilógramos) tan sólo en los puertos de entrada.
Aunque China está documentada como la mayor fuente de precursores químicos ilícitos que llegan a México para la producción de opioides —son responsables del envío de dos ingredientes conocidos como NPP y 4aNPP para la fabricación de fentanilo— el actual liderazgo del Cártel de Sinaloa bajo Ismael Zambada García, Los Chapitos y Rafael Caro Quintero, cambió algunos laboratorios activos de metanfetamina en laboratorios de fentanilo, es decir, la organización más poderosa de México se concentró en fabricar y distribuir esas drogas sintéticas.
En 2014, los grupos criminales mexicanos vieron una oportunidad en el mercado de opioides, especialmente cuando la Unión Americana comenzó a controlar los medicamentos para el resfriado que contienen pseudoefedrina, que los estadounidenses usaban para fabricar drogas sintéticas.
Sinaloa (México) es una de las zonas donde yace la fabricación. Hace dos años, en el bastión del narcotráfico, el cártel con el mismo nombre comenzó a contratar profesores de química de universidades de todo México. Los profesionistas trabajan en los laboratorios de fentanilo supervisando la producción diaria.
También están tratando de cambiar el análogo molecular del fentanilo para crear una nueva versión sintética, aunque mucho menos pura que la de los chinos. El objetivo es utilizar precursores químicos que ya no dependen de la importación en Asia. La nueva fórmula permitirá a los narcos utilizar productos químicos más fáciles de conseguir y disponibles en todo momento.
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