“No hay salida”: las graves secuelas en indígenas mexicanos desplazados

Después de décadas de disputas violentas, el costo psicológico está comenzando a aumentar

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(Foto: THOMSON REUTERS FOUNDATION/Oscar Lopez)
(Foto: THOMSON REUTERS FOUNDATION/Oscar Lopez)

Al recordar el día en que fue obligada a abandonar su tierra en el sur de México por hombres armados que dispararon al aire y quemaron sus campos, Luz Magdalena de la Torre Vázquez se llena de desesperación.

La mujer de la etnia indígena tzotzil ha hallado refugio con familiares en la ciudad de San Juan Chamula en el estado de Chiapas, pero la experiencia ocurrida hace casi dos años ha tenido pesadas consecuencias emocionales.

"Ni siquiera puedes encontrar las palabras para decir lo que sientes", comentó De la Torre Vázquez, secándose las lágrimas. "Hay momentos en los que sientes que no hay salida".

Las víctimas indígenas de los desplazamientos forzados como De la Torre Vázquez enfrentan diversos desafíos, desde la carencia de una vivienda a enfermedades y pobreza, pero investigadores y activistas dicen que uno de los temas menos entendidos es el impacto psicológico de su experiencia.

CIUDAD DE MÉXICO, 16ABRIL2019.-
CIUDAD DE MÉXICO, 16ABRIL2019.- Existen 800 mil personas indígenas en la capital, de los cuales 52.1% son mujeres y el trabajo que se destaca es el comercio en la vía pública. En la imagen, una señora y su hija caminan cargando flores en la explanada de la alcaldía Iztapalapa. FOTO: GRACIELA LÓPEZ/CUARTOSCURO.COM

"No sólo pierden sus trabajos: pierden sus casas, pierden parte de su familia y también pierden una serie de referencias culturales", refirió Guillermo Castillo Ramírez, antropólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México.

"Esto puede crear un proceso de estrés postraumático (...) tanto debido a la violencia inminente como por la incertidumbre de qué va a pasar", dijo a la Fundación Thomson Reuters.

En México, un país azotado por la violencia con un récord de 34,582 personas muertas el año pasado, los desplazamientos forzados de han vuelto cada vez más comunes.

Los indígenas del país, que representan cerca de un cuarto de los 120 millones de habitantes, están entre los más vulnerables.

El estado de Guerrero es
El estado de Guerrero es uno de los más afectados por la violencia y la pobreza, y sus indígenas también han sufrido las consecuencias (Foto: cuartoscuro.com)

Según la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, de las cerca de 11,500 personas obligadas a dejar su tierra debido a conflictos en México en 2018, casi la mitad eran indígenas.

El área rural de Chiapas es una de las más afectadas del país: casi todos los indígenas desplazados en 2018 en México eran residentes de la etnia tzotzil en el estado.

"En la historia de Chiapas, ha habido desplazamientos desde que tengo memoria", dijo Diego Cárdenas Gordillo, un activista de los derechos de los indígenas.

Las causas de los desplazamientos forzados en Chiapas varían desde disputas religiosas a luchas por tierras agrícolas y conflictos políticos, especialmente durante el alzamiento zapatista contra la globalización en 1994.

 (Foto: EFE)
(Foto: EFE)

Recientemente, según defensores de los derechos humanos, los enfrentamientos por territorios entre comunidades indígenas rivales han obligado a muchos a huir de sus hogares y las agresiones en algunas oportunidades han sido apoyadas por milicias armadas financiadas por poderosos partidos políticos.

Después de décadas de disputas violentas, el costo psicológico está comenzando a aumentar, dijo Pedro Faro Navarro, director del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas en San Cristóbal.

Según Navarro, dos jóvenes indígenas se suicidaron en pueblos cercanos en los últimos dos años debido a conflictos que parecen no tener fin.

"Hay gente que tiene ataques de pánico, gente que vive con mucho miedo y terror", sostuvo.

Un estudio publicado en 2016 en el Journal of Psychiatric Research mostró que los indígenas en América corrían mayor riesgo de padecer desorden de estrés postraumático que los grupos no indígenas.

Pero el estudio también destacó que la falta de herramientas de evaluación específicas para sus culturas hace difícil medir la magnitud del problema.

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