Sara Aldrete es la presa más famosa de México. La antiheroína por excelencia. Los medios hablaron casi un año de ella después de que la detuvieran en mayo de 1989, acusada de ser la sacerdotisa de una banda de narcotraficantes, que presuntamente llevaba a cabo rituales satánicos en los que se incluían sacrificios humanos.
Se dijo que Aldrete, también conocida como “La Narcosatánica” y “La concubina del diablo”, condenada a 50 años en 1994, era amante del jefe de la banda y máximo satánico, Adolfo Constanzo, un estadounidense de origen cubano al que se le atribuía haber torturado, sodomizado y despedazado, al menos a 13 hombres.
Después de 31 años tras las rejas, “La Narcosatánica” pidió a la justicia federal su excarcelación bajo una solicitud de medida de seguridad no privativa de libertad, que le permita sustituir los 19 años que le restan por su condena de delitos contra la salud y homicidios.
Su petición entregada a Rolando Fimbres, juez segundo de Distrito en Procesos Penales Federales Tamaulipas, esencialmente aspira a la vigilancia de la autoridad y la colocación de dispositivos de localización y vigilancia.
Desde el 6 de mayo de 1989, cuando fue capturada en la Ciudad de México, Aldrete estuvo presa en el Reclusorio Oriente, el penal de Santa Martha Acaticla y un cereso de Baja California. En la actualidad esta recluida en el Penal Femenil de Tepepan, en la alcaldía Xochimilco.
“Los narcosatánicos” es uno de los capítulos más sanguinarios en la historia mexicana. En abril de 1989 lo que comenzó como una búsqueda de un estudiante desaparecido de la Universidad de Texas (EEUU), Mark Kilory, se convirtió en un espectáculo cuando la policía de Tamaulipas encontró en el Rancho Santa Elena una fosa común.
Horas antes del operativo en el rancho, David Serna Valdez, un joven de 22 años, conducía una camioneta en la carretera que conecta a Matamoros con Tamaulipas, cuando de pronto se topó con un cerco policial que lo detuvo para hacer una revisión rutinaria del vehículo. En el interior encontraron restos de marihuana y una pistola calibre 38. Motivos suficientes para detenerlo. Luego de unas horas de interrogatorio, confesó que pertenecía a una secta ocultista de magia negra, en la que se mezclaban transacciones del narcotráfico con rituales en los que se sacrificaban inocentes que eran elegidos al azar.
Imposible saber si la policía creyó aquellas declaraciones al principio, pero al menos sí fueron lo bastante alarmantes para que se movilizaran de inmediato a la propiedad que les señaló el joven arrestado.
Los detenidos en el rancho confesaron a la policía judicial que ellos habían cometido todos esos asesinatos, pero también dijeron que una sola persona había dado las órdenes: Adolfo de Jesús Constanzo, que practicaba la santería y el Palo Mayombe, un culto místico de origen afroamericano que se caracteriza por la ausencia total de valores (diferencia entre Bien y Mal) en sus seguidores.
La santería, que es el nombre que se le da al tipo de brujería que practicaba Constanzo en México, tiene fama de contar con numerosos adeptos, no sólo entre los mexicanos pobres y supersticiosos, sino entre los ricos y poderosos. A Sara Aldrete la inició en una habitación oscura el propio Constanzo, “El Santero”, en una ceremonia que llamó bautismo y que supuso sacrificar un gallo y un cabrito y untarle con su sangre.
Cuando la policía le perseguía, Sara aseguró que “El Santero” la secuestró y la obligó a compartir con él y otros miembros de su banda cuatro semanas enloquecidas de recorrer la capital de México y sus alrededores, esconderse en pisos y moteles, ver en todas sus rostros expuestos en televisión y periódicos, esquivar controles de la policía con armas siempre dispuestas en un clima reciente de histeria, miedo y caos asesino.
La banda de Constanzo pasó de ser uno de los grupos criminales que actúan con impunidad en México a ser la banda más buscada de México, después de que descubrieran más de una decena de cuerpos mutilados.
Normalmente, la cosa no habría causado gran escándalo dado que Matamoros, Tamaulipas, está lleno de narcodelincuentes, salvo por el detalle que uno de los muertos era estadounidense.
El sangriento desenlace se produjo después de que Sara, convencida de que Constanzo iba a matarla, arrojara un papel a la calle por la ventana de la habitación. El papel decía “Por favor, llamen a la policía judicial y díganles que en este edificio están los que buscan y tienen como rehén a una mujer”.
Horas después hubo un espectacular tiroteo. Cuando Adolfo vio que una gran cantidad de agentes lo rodeaban, le ordenó a su compañero León Valdez que le disparase con una ametralladora que le arrojó a las manos. Fiel a su líder, Valdez decidió suicidarse con él. Ambos se metieron en un armario y León disparó.
Después de permanecer 22 años recluida en la penitenciaria de Santa Martha Acatitla, Sara Aldrete fue trasladada en agosto de 2011 a una prisión en Mexicali, donde se convirtió en escritora y comenzó a impartir talleres de escritura y lectura. También practica un poco de música y participa de manera activa en obras de teatro.
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