De acuerdo con el especialista Eduardo Guerrero, director de Lantia Consultores, “resulta inevitable, incluso sano”, que las esferas de poder en el gobierno establezcan algún tipo de comunicación con las organizaciones criminales, donde las condiciones de esas relaciones sean en pos de reducir la violencia y la capacidad corruptora de los delincuentes tanto con la ciudadanía como con el gobierno.
Sin embargo, el especialista consultor en temas de seguridad no pudo dejar de lado las constantes “encuentros” entre María Consuelo Loera Pérez, madre de Joaquín Archivaldo “El Chapo” Guzmán Loera y el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Guerrero Gutiérrez explicó en un artículo publicado en El Financiero que está consciente de que los vacíos de poder no existen y que, donde no está el gobierno, algún otro ente puede detentar ciertos atributos que le competen al Estado. En materia coercitiva, las organizaciones criminales suplen en muchas formas al gobierno, en especial en las comunidades más apartadas y olvidadas por los representantes electos. Sin embargo, esto no justifica el mensaje indirecto que el mandatario envía cuando se reúne con la mamá de quien alguna vez fue el hombre más buscado por las autoridades estadounidenses.
El articulista del periódico El Financiero y de la revista Nexos asume que la población por lo menos intuye que existe algún tipo de vínculo entre las esferas más altas de poder entre entre la delincuencia y la política; una especie de relación no necesariamente ventajosa para el gobernante, pero que existe y permite la gobernabilidad que “sólo puede desenvolverse en el ámbito de las sombras y las simulaciones”.
Es aquí en donde el egresado de la Universidad de Chicago exalta los encuentros con la madre de Guzmán Loera con López Obrador, en especial el más reciente que fue en Badiraguato, demarcación de donde es oriundo el ex líder criminal. Pues al estrechar mano con gente tan cercana al Cártel de Sinaloa, el discurso implícito en el acto es que no le tiende la mano a otras organizaciones criminales como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) o el grupo delictivo de Santa Rosa de Lima.
Respecto a esta visita, el consultor explica que se puede entender de muchas formas y que el presidente no se sometería a la crítica pública si él no percibe algún tipo de beneficio para su proyecto político. En esto, Guerrero señala, de manera hipotética, que puede ser “una señal de que hay cordialidad hacia el Cártel de Sinaloa, y que en los próximos meses las acciones del gobierno se enfocarán en otras organizaciones más nocivas. Que fue una visita de cortesía para ablandar al Cártel de Sinaloa justo antes de que la Unidad de Inteligencia Financiera anunciara el congelamientos de varias cuentas vinculadas con dicho cártel. Que el viaje fue una solicitud o sugerencia de mandos militares, interesados en una reconciliación con la tropa del Chapo tras el fallido intento de captura de su hijo Ovidio”; sin embargo, lo que no es hipotético es que el presidente reconoce al Cártel de Sinaloa como un poder fáctico.
Y es que desde el pasado 29 de marzo, cuando el tabasqueño de 66 años se reunió brevemente con la señora María Consuelo Loera, la opinión pública se volcó en atacar al mandatario nacional, a quien acusaron de tener vínculos cercanos con grupos delictivos y en específico con el Cártel de Sinaloa. Incluso circuló la noticia falsa en la que presumían que Aureliano Guzmán El Guano, hermano mayor de El Chapo, estuvo en un convivio junto a López Obrador. Cabe mencionar que a quien señalaron como el hermano del ex narcotraficante resultó ser un médico del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Ante estas acusaciones, el presidente se limitó a explicar que la madre del ex líder del Cártel de Sinaloa le solicitó, por humanidad, que hiciera lo que estuviera en sus manos para poder ver a su hijo que está preso en una prisión de máxima seguridad en Estados Unidos.
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