En Guanajuato la gente le tiene más miedo a las balas que al coronavirus. En este estado ni la escalada de contagios, ni la recomendación de quedarse en casa impiden que la ola homicida siga creciendo.
Esta misma semana Celaya y otros municipios vecinos vivieron una jornada de ataques, balaceras y persecuciones que han dejado un saldo de 19 muertos.
La entidad, cuya tranquilidad mudó en guerra, sufre por la narcoviolencia, que se ha recrudecido desde la detención de Rodolfo Juan Yépez, padre de José Antonio Yépez, “El Marro”, presunto líder del Cártel de Santa Rosa de Lima.
El pasado 6 de marzo se confirmó que la detención de quien fue vinculado a proceso por el delito de robo equiparado, bajo prisión preventiva oficiosa de dos meses.
Además, también en los primeros días de marzo fue aprehendido Armando "N", alias “El Miclo”, mano derecha del Marro, y tres de sus colaboradores.
De acuerdo con el Centro Nacional de Información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), del 6 al 30 de marzo fueron ejecutadas 259 personas en Guanajuato.
Los municipios con el mayor número de víctimas fueron León, con 44 asesinatos; Celaya, con 31, y Salamanca, con 29.
En dichas regiones, las batallas entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y Santa Rosa de Lima, han dejado dinámicas violentas y contextos pobres. Este martes, cuando México contaba un nuevo fallecimiento por COVID-19, para alcanzar un total de 29, en Celaya se registraron varios episodios de violencia con un saldo de siete homicidios.
El primer ataque ocurrió cerca de las 14:00 horas en la colonia Valle de la Primavera, donde hombres encapuchados y con armas largas ingresaron a un negocio de compra-venta de metal y aluminio.
En el local amagaron a los empleados, los obligaron a que se hincaran y les dieron el tiro de gracia. A un lado de las víctimas, se encontró una cartulina con un mensaje del Cártel Jalisco Nueva Generación.
“Esto me paso por andar apoyando al puto mugroso mata inocentes. Celaya ya tiene dueño. Atte: Grupo CJNG Élite” [sic] se leía en el texto.
En el negocio quedaron sin vida cuatro hombres y una mujer, mientras una empleada fue llevada con lesiones de bala al hospital.
Un segundo ataque armado se registró dentro del lote de autos con razón social “Ramva”, en la colonia Insurgentes. En el área de exhibición de los vehículos quedó el cuerpo de un hombre asesinado. Según los reportes, en ese lugar también fue encontrado un mensaje de la organización criminal.
Posteriormente, alrededor de las 16:30 horas hubo varios narcobloqueos como respuesta a un operativo por el robo de un vehículo en Celaya.
La acción policíaca dejó un probable responsable abatido y dos detenidos, así como la recuperación de la unidad robada.
En ese mismo municipio, la noche del viernes 27 de marzo, ocurrieron tres ataques simultáneos con un saldo de dos muertos y una taquería incendiada, lo mismo que cuatro autos.
El 23 de marzo fue detonada una granada de fragmentación y hubo disparos en el Negro’s Bar, con un resultado de cinco personas muertas y cinco lesionadas.
Cuatro días después, la Fiscalía General del estado de Guanajuato en coordinación con autoridades de Querétaro capturaron a nueve presuntos responsables del multihomicidio.
En Guanajuato, también los agentes padecen en carne propia la violencia. El 22 de marzo, la policía auxiliar Maricela Patiño murió después de que le dispararan en más de tres ocasiones afuera de su casa, mientras que José Luis Montes Santos, director administrativo de la Policía Municipal de Celaya fue interceptado por un comando cuando viajaba en un autobús rumbo a la Ciudad de México, el pasado 13 de marzo.
Ese mismo día, Juan Antonio Zumaya coordinador operativo de la policía, murió tras ser atacado en una patrulla en la avenida México-Japón en ese mismo municipio.
Mientras Estados Unidos elevó el monto de la recompensa por el líder del CJNG, Nemesio Oseguera, “El Mencho”, extraoficialmente se dijo que su antagónico, José Antonio Yépez, “El Marro” escapó de las fuerzas federales y estatales, quienes trataron de atraparle en Celaya, pero él los evitó.
“El Marro” y sus hombres bloquearon carreteras hasta en 14 puntos distintos con coches robados a los que les prendieron fuego. Esto desencadenó que las escuelas y las universidades de la zona suspendieran las clases para evitar riesgos.
Entonces, mientras el resto de los estados mexicanos se preparaban para la cuarentena por el COVID-19, Guanajuato se adelantaba por la violencia. Según cifras oficiales, la entidad contó en marzo 325 carpetas de investigación por homicidios dolosos.
El mapa de la violencia
Guanajuato vive la peor oleada de violencia de su historia. Con una vasta cultura colonial, una economía pujante y un fuerte sesgo conservador y católico,esta entidad mexicana ha levantado al podio de los más peligrosos del país.
Marzo ha registrado las cifras más altas de lo que va del año —325 asesinatos— y de continuar con el crecimiento exponencial el año acabará superando la cifra récord del 2019.
Según las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad, en promedio, en el estado cada día son asesinadas 10 personas, lo que lo ha convertido en una región altamente violenta.
León, Celaya, Salamanca, Irapuato y Pénjamos, son los municipios que más asesinatos acumulan. En comparación con Abasolo, Villagrán, Manuel Doblado y Jaral del Progreso que desde el 6 hasta el 31 de marzo sólo acumularon un homicidio.
Su condición de vecino de Jalisco y Michoacán ha facilitado la entrada de cárteles de la droga. La Fiscalía Federal ha señalado al Cártel Jalisco Nueva Generación como la mayor amenaza de Guanajuato.
Dicha organización criminal liderada por Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho, mantiene una batalla con el Cártel de Santa Rosa de Lima, quien no pacta con nadie el precio de nada.
Los de Santa Rosa de Lima toman el nombre de una localidad de Guanajuato. De ahí es supuestamente su líder, José Antonio Yépez Ortiz,“El Marro”.
El criminal más buscado del estado diseñó en Santa Rosa de Lima todo un pueblo para cometer sus crímenes, sembrar el terror en la región, vivir rodeado de lujos con su familia y huir de la policía mexicana.
La comunidad localizada en el municipio de Villagrán se convirtió en la propiedad de éste, no sólo por la red de inmuebles que creó para operar y sobrevivir, sino por la lealtad de todo el pueblo.
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