A 15 años del fallecimiento de Karol Józef Wojtyła, el Papa Juan Pablo II (1920-2005), su recuerdo sigue vivo en la enorme comunidad católica mexicana, que según un reporte de Pew Research representa el 81% de la población.
En la tienda de la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México, se venden rosarios, cuadros, estampitas, tazas y velas con el rostro del pontífice nacido en Wadowice, Polonia. Incluso, se venden más que las del actual jefe de Estado Vaticano, Jorge Bergoglio, el Papa Francisco.
En una encuesta realizada por el diario Reforma en febrero de 2016, en el marco de la primer visita de Francisco, se preguntó a los lectores: “¿Usted con quién se identifica más?” El 53% de las respuestas fueron en favor del Wojtyła, mientras que solo el 14% le concedió su preferencia a Bergogoglio. En sus resultados, el periódico no indicó si incluyó en las opciones a Joseph Ratzinger, el Papa Benedicto XVI, de 2005 a 2013 cuando renunció al cargo.
Y es que la nostalgia por las cinco visitas de Juan Pablo II todavía está presente. Hay calles y escuelas con su nombre en el país. Pocos creyentes han olvidado el gesto de Wojtila de elegir a México en su primera gira internacional en enero de 1979 que incluyó República Dominicana y Bahamas, solo tres meses después haber sido elegido líder de la Iglesia Católica.
Al llegar, el obispo se arrodilló y besó el suelo mexicano frente al entonces presidente José López Portillo. Más tarde ,Juan Pablo II celebró una misa en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Ahí, en su homilía, uso una de sus frases más emblemáticas: “De mi Patria se suele decir: ‘Polonia semper fidelis’. Yo quiero poder decir también: ¡México, siempre fiel!”.
Como agradecimiento, miles de personas y estudiantinas desfilaron día y noche afuera de las instalaciones de lo que hoy es la Nunciatura Apostólica donde se alojó, al sur de la capital, para cantarle la canción “Amigo” de Roberto Carlos.
En varias ocasiones, Juan Pablo II, alegre y sorprendido, se asomó por la ventana de su dormitorio, para pedir con una sonrisa: “Papa quiere dormir, dejen dormir a Papa”, a lo que la gente se volcó en aplausos y porras.
La misma alegría desató su paso por la ciudad de Puebla, Oaxaca, Guadalajara y Monterrey.
Segunda visita
En mayo de 1990, el Papa regresó a México con Carlos Salinas de Gortari como presidente; en una gira pastoral que también incluyó Curazao y Brasil.
Los preparativos fueron en grande para recibirlo en la Ciudad de México, Veracruz, Aguascalientes, San Juan de los Lagos, Jalisco, Durango, Chihuahua, Monterrey, Tuxtla Gutiérrez, Villahermosa, Tabasco y Zacatecas, donde Juan Pablo II dirigió un mensaje de amor y de esperanza.
Juan Pablo II en Yucatán
Tres años después, en agosto de 1993, el Pontífice hizo una breve visita a Yucatán, la tercera por territorio mexicano, pero en un ambiente de tensión por el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, en mayo de ese mismo año.
Por primera vez, un mandatario mexicano, Carlos Salinas de Gortari, se dirigía al Papa como “Su Santidad”, sin mencionar que un año antes, el 21 de septiembre de 1992, México había reanudado relaciones diplomáticas con el Estado Vaticano.
Juan Pablo II enfocó sus discursos en Izamal, Yucatán, a los indígenas y al respeto a todas las etnias de la región, en el marco del 501 aniversario del inicio de la evangelización con el descubrimiento de América.
El emblemático discurso en el Azteca
En enero 1999, el gobierno del presidente Ernesto Zedillo invitó por primera vez al Papa a visitar México en calidad de Jefe de Estado.
Sostuvo reuniones multitudinarias en el Autódromo “Hermanos Rodríguez” y en el Estadio Azteca, en la Ciudad de México, donde hubo un acto muy emotivo ante cien mil personas, en donde el Papa dijo: “estaré con ustedes hasta el fin de los días” y recalcó que él también era mexicano.
También visitó la Basílica de Guadalupe. Desde el Cerro del Tepeyac, lugar de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, proclamó el 12 de diciembre como fiesta del continente americano y elevó a la guadalupana, como “Reina de toda América”.
La última visita
En los siguientes tres años, la salud del “Papa peregrino” se deterioró considerablemente, pero aún así sacó fuerzas para regresar a suelo azteca con el objetivo de canonizar a Juan Diego, en su quinta y visita a nuestro país, del 31 de julio al 1 de agosto de 2002.
El presidente Vicente Fox fue a darle la bienvenida en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y ahí besó el anillo del máximo obispo.
Juan Pablo II ofició la ceremonia de canonización de Juan Diego en la Basílica de Guadalupe, para ungirlo como el primer indígena elevado a los altares. También beatificó a los indígenas de San Francisco Cajonos, Oaxaca, Juan Bautista y Jacinto de Los Ángeles, asesinados el 16 de septiembre de 1700.
El Adiós
Karol Wojtyla murió el 2 de abril de 2005. Seis días después, el Vaticano fue escenario del entierro más convocante de un Sumo Pontífice. Un millón de fieles llegaron a Roma y en la Plaza San Pedro, entre ellos jefes de Estado de diversos países, incluido Vicente Fox, donde lo vitorearon y pidieron su beatificación.
Fue tan grande el cariño de los fieles mexicanos por este Papa que en todas visitas no dejaron de gritarle a su paso: “México católico, siempre fiel”, “Juan Pablo II, te quiere todo el mundo”, “Juan Pablo amigo, el pueblo está contigo” y “Juan Pablo, hermano, ya eres mexicano”.
Otro de los gestos del pueblo hacía el Papa, fue “los espejos hacia el cielo”. Consistía en que, a modo de saludo y despedida al Pontífice, los fieles colocaron los espejos hacia el cielo y así reflejaban la luz del sol.
Este acto se repitió al mediodía del 27 de abril de 2014, día de la canonización de San Juan Pablo II en el Vaticano. De esta manera lo saludaron “hacia el cielo”.
Sus polémicas
Sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas. Su administración en el Estado Vaticano estuvo marcada por polémicas: los casos de pederastia entre el clero católico.
Desde América Latina, su relación con el fundador de los Legionarios de Cristo, el sacerdote mexicano Marcial Maciel, creó detractores durante el proceso de su canonización.
Maciel, fallecido en 2008, acompañó a Juan Pablo II en sus visitas a México en 1979, 1990 y 1993 y está acusado de haber cometido abusos sexuales contra menores desde la década de los 50.
“Esa relación fue un error que ahora, visto lo que ha pasado, es incomprensible cómo sucedió. Hay quien dice que no le informaron bien. Pero es verdaderamente lamentable cómo en su pontificado no pudo parar el desastre que había en los Legionarios de Cristo. Eso fue un borrón”, comentó en 2014 a la BBC Raquel Mallavibarrena, miembro de la coordinadora de Redes Cristianas, un colectivo que se manifestó contra la canonización de Wojtyla.
El papa Francisco ha heredado este fracaso de Juan Pablo II en el tema del abuso sexual, el cual alejó a gran parte de la población mundial de la Iglesia Católica.
Tanto que de acuerdo con el Centro de Investigación Aplicada para el Apostolado (CARA) de la Universidad Georgetown, que revisa estadísticas de la comunidad religiosa, en 2005 había 41,399 prelados. Para 2018, las últimas cifras disponibles, la cifra de sacerdotes fue de 36 mil 580.
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