El doctor Daniel Brenner tuvo una semana muy movida en la emergencia del Hospital Johns Hopkins de Baltimore, Maryland, examinando a decenas de pacientes presumiblemente infectados con el nuevo coronavirus.
Mientras Maryland y otras partes de Estados Unidos se preparan para una explosión de casos como se vivió en Nueva York, la agencia AFP entrevistó a un residente del hospital para enterarse de lo que los profesionales médicos están descubriendo sobre la COVID-19 en tiempo real.
Decisiones difíciles
Hasta ahora, Maryland registró dos docenas de muertos y cerca de 2.000 contagios, por lo que su capacidad sanitaria aún no está desbordada, aunque pronto puede estarlo.
Con el ingreso de centenares de nuevos casos, Brenner dijo que se vuelve “muy difícil discernir quién necesita ser hospitalizado, quiénes corren riesgos de desarrollar síntomas severos y necesitar oxígeno suplementario” y quiénes pueden recuperarse en casa.
Tomar la decisión correcta es crucial, pero el problema es la falta de información para racionalizar esas decisiones.
“¿Son los más viejos? ¿Son las personas con condiciones médicas previas?” inquirió Brenner, quien indicó que los médicos intentaban desesperadamente mantenerse al día con las últimas publicaciones sobre el tema.
Distintos médicos tienen diferentes visiones “y realmente no hay consenso en el país o en la comunidad médica sobre qué es lo correcto, porque esta enfermedad apenas ha sido estudiada durante dos meses”, dijo.
“Todos estamos tratando de aprender al vuelo”, agregó este médico de 36 años.
Boca abajo
La complicación más significativa de los pacientes con COVID-19 es el Síndrome de Dificultad Respiratoria Aguda (ARDS por su sigla en inglés), bajo el cual los pulmones se endurecen y se inflaman, y el paciente sufre una severa falta de oxígeno.
Los médicos descubrieron que colocar a los pacientes boca abajo ayuda a evitar que se acumule líquido en la zona posterior de los pulmones, relativamente menos afectada, dijo Brenner.
La técnica se aplica comúnmente en los bebés prematuros que precisan ventilación, pero en los adultos requiere un monitoreo constante para asegurarse que el tubo del respirador no se desplace.
Los pacientes de COVID-19 también parecen requerir mayores niveles de presión en los ventiladores que aquellos que desarrollaron el ARDS por otros motivos, agregó.
Cambio
Mientras las regiones -como Nueva York- cuyos hospitales se ven superados por la situación con falta de equipos de protección para el personal médico, esa escasez aún no se sufre en otras partes del país.
Pero el virus está cambiando la forma en que trabaja el personal médico.
Brenner dijo que en Estados Unidos no se están utilizando las máquinas de respiración asistida llamadas Presión Positiva Continua de las Vías Respiratorias (CPAP) y Presión Positiva de las Vías Respiratorias de Dos Niveles (BiPAP) por temor a que propaguen el virus al rociarse gotas de la boca y nariz del paciente, dijo Brenner.
Los ventiladores no tienen el mismo problema porque el aire exhalado permanece sellado.
Pero esto genera sus propios problemas, pues el BiPAP es de típico uso en los casos de fallos cardíacos, pero ahora se deben usar ventiladores, un procedimiento más invasivo que requiere que el paciente esté inconsciente, por lo que hay que darle drogas para paralizar su cuerpo temporalmente.
Los otros pacientes
Además de los pacientes de coronavirus “tenemos a todo los otros que están críticamente enfermos y que necesitan venir al hospital, por lo que los ataques cardíacos, infartos, personas accidentadas, siguen ingresando” en los sanatorios, indicó Brenner.
Su atención debe manejarse en el contexto del coronavirus, lo que significa que si un paciente ingresa con un ataque cardíaco y tose, se considera un caso sospechoso de COVID-19, y si está inconsciente, se presume un caso positivo.
Eso significa que hay que ponerse equipo de protección aún cuando puede tratarse solo de un ataque, perdiendo a su vez tiempo precioso, pues unos segundos pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte.
“Todos hacemos esto porque queremos ayudar a las personas, así que instintivamente uno dice ‘el paciente está en problemas, tengo que entrar ahora mismo, no tengo tiempo para lidiar con el equipo de protección’; pero seguimos diciéndoles a todos y recordándonos a nosotros mismos que si nos infectamos no podremos ayudar a nadie más”, señaló Brenner.
“Bonito e inesperado”
La moral permanece alta entre el personal médico, dice Brenner, pese “a que la gente está un poco preocupada por la magnitud de todo esto”.
“Algunos miembros del personal se han infectado en el hospital, aunque afortunadamente aún no hemos tenido casos serios”.
“Lo que ayuda es el apoyo de la comunidad, con individuos o empresarios que nos envían viandas”.
“A veces, tomarse un momento para comer un sándwich puede hacer de uno un mejor doctor”, afirma.
“Así que eso ha sido algo realmente bonito e inesperado, que la comunidad haya mostrado tanta amabilidad y apoyo”.
(Con información de AFP)
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