Derivado de la crisis desatada por el coronavirus en México, inversionistas extranjeros empezaron a retirar sus recursos del país.
De acuerdo con datos proporcionados por el Banco de México (Banxico), hasta el momento se han retirado 150 mil millones de pesos en inversión extranjera directa. En el último reporte de la institución, difundido el 19 de marzo de este año, la deuda de México en inversionistas extranjeros es de 2 billones 64 mil millones de pesos, cifra alarmante, si se compara con los 2 billones 214 mil millones que se reportaron el 21 de febrero.
La información referida indica que los fondos que se están retirando con mayor intensidad son los Certificados de la Tesorería (Cetes), esto, porque se consideran los más fáciles de intercambiar por dinero. Estos números son comparables con los del 5 de diciembre del año pasado.
Distintas variables han influido en la pérdida de confianza de los inversionistas en México; sin embargo, la crisis relacionada al COVID-19 es la única que coincide con las fechas en las que se materializó la fuga de capital, pues ésta se empezó a pronunciar cuando se confirmó el primer caso de coronavirus en el país el 27 de febrero.
Aunado a esto, se entiende la crisis económica global que afectó el costo del petróleo en el mundo, pues pasado lunes 30 de marzo se registró un mínimo histórico en los costos del oro negro, donde el valor los barriles de referencia WTI llegó hasta los 20.09 dólares por barril, su peor costo desde febrero del 2002. Evidentemente, esto también repercutió en la mezcla mexicana, donde el barril de Pemex se cotizó en 10.37 dólares, es decir, en la cotización del lunes, el petróleo mexicano perdió un 20.29% de capacidad adquisitiva.
Esta crisis petrolera es algo nunca antes visto, pues si bien a lo largo de la historia mundial ya habían habido guerras de precios entre los países integrantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), la crisis desatada por el COVID-19 en el mundo acentuó la baja de los precios.
Los factores que intervienen son una guerra de precios de petróleo iniciada cuando Rusia incrementó su producción interna, acto que fue criticado por la OPEP y sus integrantes. En respuesta al incremento, Arabia Saudita sacó a la venta gran cantidad de sus reservas para combatir la sobre producción. Esto significa que en el mundo hay una cantidad sobreofertada de petróleo.
Por el otro lado, la presencia del COVID-19 paralizó la industria mundial, en especial la de China, país que más consume petróleo y donde inició la pandemia. Esto se traduce en una menor demanda del hidrocarburo.
Y como el precio del petróleo se calcula por la ley de la oferta y la demanda, los precios bajaron súbitamente. Lo cual es dañino para la economía mexicana que basa, al menos el 10% de su Producto Interno Bruto (PIB), en las ganancias de Pemex.
Otro dato a considerar son las evaluaciones de las calificadoras internacionales como la de Standard & Poor’s que bajó la nota de México y Pemex el 26 de marzo de “BBB+” a “BBB”.
La Secretaría de Salud informó que el avance del coronavirus en México no se ha detenido. Alertaron que la cantidad de fallecidos llega a 29; asimismo, durante la conferencia de prensa del 31 de marzo, avisaron que los casos confirmados llega a mil 215. También tienen bajo observación a 3 mil 511 casos y ya descartaron 6 mil 282.
A nivel mundial, el COVID-19 ha dejado un rastro de 823 mil casos con un aproximado de 41 mil muertos, donde el país con más casos registrados, de acuerdo a cifras oficiales, es Estados Unidos, con un registro de 184 mil 183 casos y 3 mil 721 muertes. Sin embargo, la nación con más muertes registradas es Italia con 12 mil 428, esto pese a que su número de casos confirmados es menor que el de EEUU, pues el país europeo tiene un registro oficial de 105 mil 792 casos.
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