El equinoccio sucede cuando el Sol se sitúa justo en el plano del ecuador terrestre, de manera que el día y la noche tienen la misma duración. Esto sucede solamente dos veces al año, el de primavera ocurre entre el 19 y el 22 de marzo y el de otoño entre el 21 y 24 de septiembre.
Si recordamos, este año, el mes de febrero contó con 29 días debido a que la duración real de un año es de 365 días y seis horas. Es por esta razón que cada cuatro años se agrega un día más al calendario. Esta noche se marcará el fin de la temporada invernal y dará inicio la primavera en el hemisferio norte.
La inevitable pandemia por el COVID-19, que actualmente ha reportado su propagación a más de 160 países, ha orillado a que muchas personas cambien los planes que tenían programados debido a la cancelación de rituales y celebraciones de equinoccio en todo el mundo, sobre todo en lugares populares como Chichén Itzá en Yucatán, recinto cultural que fue declarado una de las 7 maravillas del mundo en el 2007, o Teotihuacán, ubicado en el Estado de México.
En la zona arqueológica maya el equinoccio de primavera es uno de los eventos astronómicos más esperados, pues cuando se pone el sol ocurre un efecto de luz al entrar la primavera. El astro solar proyecta triángulos de luz y sombra en uno de los costados de la pirámide conocida como El Castillo, lo que se asemeja a Kukulkán, el Dios en forma de serpiente emplumada.
El Dios maya desciende por las cuatro escalinatas, conformadas cada una de 91 peldaños. Según la cosmovisión de la cultura maya, la serpiente representaba la unión entre lo divino y lo humano. Los antiguos pobladores le ofrecían al Sol un corazón humano cada 20 días para alimentarlo y asegurar su regreso a la tierra, pues según estos, el astro nacía todos los días y recorría la tierra para luchar contra los dioses del inframundo para poder renacer.
Según investigaciones arqueológicas, se sabe que la pirámide funcionaba como un calendario solar, pues el total de sus peldaños más su base cuadrangular forman los 365 días que dura el año.
Otro lugar que recibe una cantidad importante de espectadores ansiosos por ver el equinoccio es la zona arqueológica de Teotihuacán, pues según Daniel Flores Gutiérrez, académico del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), este evento se observa en la pirámide del sol en dicho sitio.
“En Teotihuacán, por ejemplo, si nos colocamos en el arranque de la escalinata principal de la pirámide del Sol, podemos observar en la cima del edificio el surgimiento del Sol, en los días en que ocurren los equinoccios, en los meses de marzo y septiembre”, señaló en un comunicado el especialista.
La llegada de la primavera este año es la más adelantada en más de un siglo. Sin embargo, la cifra de 164 casos confirmados por coronavirus en México y el fallecimiento de una persona en el país, son eventos que han cambiado la dinámica turística drásticamente. Según el Centro de Investigación y Competitividad Turística de la Universidad Anahuác (Cicotur), la pandemia de Covid-19 puede provocar una caída en el producto interno bruto turístico de 3 a 5% en 2020 y mantenerse en números negativos hasta 2021.
Este año, las zonas arqueológicas de Teotihuacán y Chichén Itzá permanecerán cerradas, por lo que miles de turistas se quedarán con las ganas de apreciar el equinoccio de primavera.
Mauricio Villa, gobernador de Yucatán, informó a través de su cuenta de Twitter que el ingreso a los sitios de Chichén Itzá y Dzibilchalrún estaría suspendido los días 20, 21 y 22 de marzo. De la misma forma, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), determinó el cierre de la zona arqueológica del Estado de México, a todo el público, los días 21 y 22 de marzo ante la emergencia sanitaria por la que pasa el país.
"La salud no tiene precio y las zonas arqueológicas siempre van a permanecer en el mismo lugar”, dijo Pedro Sánchez Nava, coordinador Nacional de Arqueología.
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