A un año y tres meses de la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador, y de su impacto en la toma de decisiones en materia de seguridad y acciones contra el narcotráfico, 442 menores de edad ha sido detenidos por las Fuerzas Armadas en distintos operativos.
Colima, con 96 casos, es el estado donde más niños y adolescentes han sido arrestados en el primer año de gobierno de López Obrador. Le siguen Guerrero, con 47 casos; Estado de México, con 34; Guanajuato, con 33; Jalisco y Sonora, con 27; Morelos, con 21; Puebla, con 19; Baja California, con 16; y Chihuahua con 15.
El informe donde fueron revelados estos datos -consultados por el periódico El Universal- detalló que hubo 13 por ciento más menores detenidos en 2019 que el año anterior: en 2018 se efectuaron los arrestos de 388 niñas, niños y adolescentes.
En la documentación también se detalla que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) es la dependencia que, por mucho, ha efectuado más arrestos de menores en los últimos años. El año pasado registró 430 casos, mientras que la Secretaría de Marina (Semar) solo tuvo una docena.
Esta tendencia fue la misma en 2018, cuando el Ejército detuvo a 378 menores y la Marina sólo a 10.
Asimismo, sólo la Sedena aclaró el sexo de quienes arrestó durante 2019: de las 430 personas 385 eran hombres y 45, mujeres. El ejército detalló que las niñas, niños y adolescentes capturados tienen entre 15 y 17 años, mientras que la Semar admitió haber aprehendido hasta pequeños de 13.
Niños y adolescentes al servicio del crimen organizado
Desde el inicio de la década pasada los jóvenes de las grandes, medianas y pequeñas ciudades se han convertido en “carne de cañón” de las organizaciones criminales que han reclutado a miles de muchachos para engrosar sus filas. Son la generación desechable: vivir rápido y morir pronto.
Se puede decir que en medio de la mayor crisis de inseguridad que afronta México, las nuevas generaciones crecieron en ambientes caracterizados por la pobreza y el miedo, en los que las bandas del crimen organizado se dieron a la tarea de reclutar niños y jóvenes para ensanchar sus dominios.
El propio gobierno estima que unos 460,000 menores engrosan las filas del crimen organizado. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Nuevo León, los que no estudian ni trabajan, conocidos como ninis, son el blanco más fácil de la delincuencia organizada en donde ven un medio rápido para lograr sus metas, pues es ahí donde acceden a grandes sumas de dinero.
Con este objetivo, de lograr hacer mucho en poco tiempo, hecho contrario a lo que se llama “gratificación postergada”, miles de menores engrosan las filas del narcotráfico con el fin de ganar grandes sumas de dinero a corto plazo, lo que contrasta con los jóvenes escolarizados que calientan la banca en espera de su incorporación al sistema productivo del país.
Tijuana, Mexicali, Monterrey, Saltillo, Torreón, Ciudad Juárez son sólo algunos ejemplos del involucramiento de los jóvenes dentro de las redes del crimen, de hecho, los menores son el rostro más visible del ejército de personas que trabajan en las bandas criminales.
Diversos informes señalan, por ejemplo, que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) ha enrolado a cientos de personas en los últimos años mediante engaños de trabajos seguros y bien remunerados, pero las autoridades han alertado de que comenzó a reclutar a menores.
Según informes oficiales, la organización liderada por Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, es la que tiene más miembros menores de 18 años debido a que ellos reciben un trato diferente al ser detenidos, aunque se trate de delitos graves como asesinatos.
Los preparan no pensando en crear criminales profesionales, sino que aprovechan su vulnerabilidad a sabiendas de que, si los capturan o matan, hay miles más que pueden remplazarlos.
De acuerdo con la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) de diciembre de 2006 a marzo de 2019, se tiene registro de 19,000 niñas, niños y adolescentes víctimas de homicidio doloso. Ocho de cada 10 son víctimas de arma de fuego, o sea, han sido ejecutados o mueren en enfrentamientos entre organizaciones rivales o contra fuerzas policiales o federales.
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