El perro ha acompañado a los seres humanos desde tiempos milenarios, en México persisten tres razas que han acompañado desde hace siglos a la historia de nuestro país. Conoce el origen, sus características y más sobre el xoloitzcuintle, el chihuahua y poco conocido el calupoh.
Xoloitzcuintle
El xoloitzcuintle es una raza de perro asociada a la historia mexicana desde las sociedades prehispánicas y es por eso que también su presencia crea un ambiente de misticismo.
La raíz de su nombre proviene del náhuatl, xolotl hace referencia a la deformidad o monstruosidad e itzcuintli significa perro. También por ello ha sido conocido como “perro pelón” o en tiempos de la conquista española como “perro mudo”.
La Federación Canófila Internacional (FCI) describe al xoloitzcuintle como “un antiguo perro primitivo, moldeado por la evolución, pasando por la conformación general, es muy atractivo, delgado y elegante, moderado en todos los aspectos, expresa velocidad, armonía y fuerza sin parecer tosco”.
La imagen de este perro fue asociada al dios Xólotl que era el dios de la oscuridad nocturna, lo monstruoso, además de ser el gemelo y contraparte de Quetzalcóatl. Y juntos son Tlahuizcalpantecuhtli (o Venus); Quetzalcóatl, la estrella de la mañana, y Xólotl, la vespertina, que se dirige hacia el inframundo y que parece haber tenido la función “de transportar al Sol y acompañarlo en su recorrido cotidiano por el reino de la muerte, del mismo modo que el espíritu del perro común transporta al de su amo al Mictlan”, según Mercedes de la Garza en su artículo El perro como símbolo religioso entre los mayas y los nahuas.
El xoloitzcuintle es un perro “silencioso y tranquilo, alegre, alerta e inteligente, desconfiado con los extraños, buen guardián y excelente compañero. Nunca agresivo. La variedad con pelo debe ser igual en todos los aspectos”, describe la FCI acerca de su temperamento.
La Federación Canófila Mexicana rescató a esta raza autóctona y utiliza un xoloitzcuintle en su logotipo desde el año 1940.
Chihuahua
De acuerdo con la FCI el chihuahueño es “la raza más pequeña del mundo” y recibe el nombre del estado más grande de la república mexicana (Chihuahua), donde se supone que vivió en estado salvaje y fue capturado y domesticado por los indígenas durante la época de la civilización tolteca; sus vestigios son figuras de un perro pigmeo llamado Techichi, que habitó en Tula, fueron incluidas en la decoración de su arquitectura los cuales eran muy similares al chihuahueño actual.
Además, la misma federación cataloga su comportamiento como “vivaz, alerta, inquieto y muy valiente”.
El origen de esta raza es incierto ya que investigadores señalan como antepasado del chihuahua al zorro fenec oriundo en Arabia y África y que gracias a la migración llegó a Rusia y cruzó el estrecho de Bering y alcanzó los territorios de la actual Alaska y bajó al territorio mesoamericano.
El chihuahua a pesar de ser una raza longeva que en promedio puede llegar a los 20 años, los enfermedades más frecuentes que puede padecer son: paladar partido, glaucoma secundario, dislocación de hombro, falta de coagulación de sangre y problemas de corazón.
Calupoh
La tercera raza mexicana es el calupoh, probablemente el menos conocido de los tres pero desde 1999 FCM reconoció esta raza como mexicana a lado de las dos anteriormente señaladas.
Los calupoh según la Federación son “perros fuertes y ágiles de notable tamaño que asemeja un lobo norteamericano en donde los machos son notoriamente más masculinizados, ligeramente más alto que largo, pero muy balanceado y que evoca al lobo en la naturaleza”.
También describe su carácter como “muy ágil y dinámico pero muy estable y fácil de manejar que se acostumbra a todo tipo de actividades, es un perro leal y noble con la familia, convive fácilmente con otros perros y siempre está dispuesto a agradar a su dueño aunque se puede presentar como reservado ante extraños”.
El calupoh es el resultado de una cruza entre el perro y el lobo gris que se llevó a cabo en el México prehispánico hasta la conquista en el siglo XVI.
La hibridación entre el lobo y el perro tiene su significado; por el lobo, era asociado simbólicamente con sacrificios en los que la sangre corría en grandes cantidades y al espacio nocturno debido a su condición de depredador con su gran capacidad para el enfrentamiento; por otro lado, el perro vinculado como un animal de alta fecundidad que sincronizaba sus ciclos reproductivos con los del agua y agrícolas; por lo tanto, su simbología está relacionada con la agricultura y la guerra.
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