Gabriel Fernández fue asesinado por su madre, Pearl Fernández. El pequeño de 8 años llegó al hospital inconsciente, tras registrarse una llamada al 911 desde una casa de Palmdale, California. Después de permanecer en un estado de gravedad en el hospital, Gabriel falleció por muerte cerebral, tras ser torturado físicamente por su progenitora y su novio Isauro Aguirre, quienes recibieron una fuerte condena por el delito. No obstante, Gabriel tenía dos hermanos, Ezequiel y Virginia, de los cuales se desvió la atención ante la polémica generada por este caso.
Ambos niños declararon durante el juicio. Sin embargo, esto tuvo que hacerse a puerta cerrada por ser menores de edad. En su versión de los hechos, señalaron que Gabriel fue forzado a comer excrementos de gato si no llevaba a cabo la limpieza de la batea. “Le hicieron comer la arena para gatos y la caca de gato” declaró el hermano de la víctima. Además dijeron que Gabriel fue atado, amordazado y azotado. Además, Pearl Fernández obligó a sus hijos a mentirle a los trabajadores sociales; incluso, Ezequiel señaló que obedecía porque le preocupaba que llevara a cabo las mismas acciones contra él.
Otro señalamiento por parte de los hermanos de la víctima, fue que la madre y su novio a menudo lo encerraban en un mueble, sin darle comida ni dejarlo ir al baño. Además, mencionan que el padrastro lo golpeaba con especial dureza llamándolo gay.
Ante la delicada situación del caso y por cuidado a los menores, se mantiene estricto anonimato en cuanto a su vida y situación actual. Además, los hermanos de Gabriel solicitaron que se respetara su privacidad. Estos jóvenes fueron alejados de su madre, y ahora, de acuerdo a la serie documental The Trials of Gabriel Fernández, han encontrado un "puerto seguro” y hogar estable con un familiar.
¿Es normal que las mamás golpeen a sus hijos?, fue la pregunta que Gabriel le hizo a su maestra, Jennifer García, la cual no dudó en llamar para pedir ayuda. Las declaraciones de integrantes de su familia mostraron que Pearl no quería tener al pequeño, incluso aseguraron que esta lo abandonó en el hospital al nacer. Por esta razón, Gabriel vivió con sus tíos y abuelos gran parte de su infancia, hasta que en 2012 se mudó con su madre y el novio de ésta para que pudieran recibir prestaciones del estado.
Cuando Gabriel fue llevado a urgencias, paramédicos declararon que a simple vista se podía detectar que el menor tenía múltiples contusiones en la cabeza, además de costillas rotas, quemaduras y las manos hinchadas. El niño, sólo tenía 8 meses viviendo con su madre y padrastro.
Según testimonios y reportajes consultados, el menor de 8 años era un niño dulce que buscaba el amor de los suyos. Pues las imágenes de la época en la que Gabriel vivió con sus abuelos y tíos, muestran a un niño aparentemente feliz y sano.
Ante la conmoción que generó este caso, por ser una historia atroz de maltrato de menores. La plataforma de streaming, Netflix, realizó una serie documental que retrata los antecedentes y sus complicaciones. Además, en esta pieza audiovisual, se hace una denuncia sobre los fallos en el sistema de protección a menores, representado por el Departamento de Servicios Infantiles y Familiares (DCFS) e incluso la policía.
Además de los padres, otros acusados fueron los trabajadores sociales Stefanie Rodríguez y Patricia Clement; así como, los supervisores Kevin Bom y Gregory Merritt, pues se les señaló de minimizar la evidencia del abuso y de falsificar registros públicos.
La profesora Jennifer García identificó los golpes con los que el pequeño llegaba a la escuela, y reportó ante las autoridades de protección a menores correspondientes, la presencia de moretones, rasguños, un labio roto y la cara hinchada en el cuerpo de Gabriel.
La serie dirigida por Brian Knappenberger, está disponible en dicha plataforma desde el pasado 24 de febrero y está compuesta por 6 episodios de una hora aproximadamente.
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