Este lunes 9 de marzo millones de mujeres en México están en paro. No asistieron a su escuela, no asistieron a sus oficinas, no asistieron a sus negocios, no asistieron a sus trabajos. La intención es desaparecer. Una simulación de lo que se vive a diario, porque en el país asesinan a 9 mujeres cada día.
La calle o los espacios públicos no son los únicos lugares en donde el peligro se palpa, solo por ser mujer. El hogar también es un lugar en donde las asesinan. Sus esposos, novios, parejas o “ex”, son los feminicidas.
De acuerdo a las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el 40% de los feminicidios son perpetrados por la pareja de víctima. Con una tasa de 1,6 por cada 100.000 habitantes, América Latina es la segunda región más letal para las mujeres después de África, según un informe publicado por Naciones Unidas en 2018. El mismo reporte revela que 137 mujeres son asesinadas cada día en el mundo por un miembro de su familia. Y que dos de cada tres asesinatos de mujeres son cometidos por las parejas o familiares.
“Mámá, mira, mamá, mamá...”, corre de un lado a otro una pequeña niña de escasos tres años. No se detiene."!Mamá, mamá!", quiere obtener la atención de su madre que en ese momento platica conmigo.
La bebé jala de la mano a su mamá y se detiene cuando advierte algo: "¿Mamá estás llorando?, le pregunta con su voz infantil.
“Vete para allá, mira juega allá en el jardín, ahorita voy”, le dice Esperanza, su madre. “Es que no quiero que escuche, es muy chiquita pero se da cuenta de todo”, me explica.
En este documental de dos partes, Infobae se adentra en los lugares donde se resguardan algunas de las mujeres sobrevivientes, que decidieron abandonar junto a sus familiares cercanos el círculo de violencia al que estaban sometidas.
Esperanza no es el nombre real de la mujer que escapó de una muerte segura a manos de su esposo. Llegó desde su natal Guerrero a un refugio de mujeres que han sufrido violencia extrema y que está en algún lugar del territorio mexicano.
Por su seguridad, y la de todas las mujeres que están resguardadas en este tipo de refugios, no se puede revelar la ubicación ni los nombres de las mujeres que valientemente nos compartieron su testimonio.
Me iban a echar al pozo porque pensaban que ya estaba muerta
Cuenta que un día llegó a su casa y vió que su pareja besaba a otra mujer. Ella le reclamó la infidelidad y eso fue el pretexto para casi matarla. Él pensó que lo habia hecho y por eso pidió ayuda a uno de sus trabajadores para tirarla en un pozo.
“Yo venía de mi casa, lo encontré con una persona besándose, una mujer, le dije que qué estaba pasando, él estaba bebiendo y tal vez también estaba drogado. Entonces me empezó a agredir, a golpear.
Me metió hacia adentro de su local y adentro me empezó a golpear brutalmente, me empezó a golpear con palos, patadas, me pegó con puño y fue que me hizo la herida de mi ojo. Me tiraba él como si fuera un perro, me agarraba de la mano y me volteaba hacia la tierra y me pegaba a la pared. Ahí me quedé inconsciente, tal vez como media hora.
Cuando estaba volviendo a tener conciencia, oí que le decía a su trabajador que le ayudara, que me iba a echar al pozo porque pensaba él que yo estaba muerta”, narra llorando.
Esperanza con sus últimas fuerzas, cuenta, que agarró una botella en medio de la oscuridad de la noche y con ella se defendió. Cargó a su bebé y salió corriendo gritando por ayuda. Personas buenas que se encontró en su camino la llevaron al hospital y de ahí fue como llegó al refugio.
Milagros, nombre ficticio de otra de las mujeres que habita temporalmente, uno de los refugios de la Red Nacional de Refugios (RNR), platica la extrema violencia psicológica y económica a la que era sometida por su pareja.
"Mis hijos también le tenían miedo, pavor. Miedo de salir a la calle y que nos viera. ´A dónde fuiste, qué hiciste con el dinero´, me decía.´Qué hiciste, aquí falta te falta un peso´. Yo no podía comprarles ni un dulce a mis hijos por el miedo que me faltara el dinero”.
Yo estaría muerta por el tipo de persona que es. Ha trabajado de policía, de seguridad privada, tiene contactos en la policía, con los militares
“Eran golpes, gritos... Yo no sabía de estos lugares ( los refugios), me dieron esta oportunidad y la tomé, porque si no yo estaría muerta por el tipo de persona que es. Ha trabajado de policía, de seguridad privada, tiene contactos en la policía con los militares, estaba completamente vigilada por él", narra Milagros con angustia en su voz.
“Y dije no, ya no, ya basta, dos años aguantando”.
De 10 casos de feminicidio, 4 fueron cometidos por el hombre que dijo las amaba. Y cuando fue posible establecer el tipo de entorno familiar que tenían las mujeres asesinadas, resultó que en 60% de los casos padecían violencia familiar. En promedio, durante los últimos 27 años (cifras hasta 2017), 40% de los homicidios contra mujeres ocurrió en su hogar.
Luz también salió huyendo de su casa con sus hijos porque sabía que la próxima vez, él jalaría el gatillo
“Al principio fueron gritos por su carácter muy violento, luego fue económico, que por qué no te alcanza, tu no vas a trabajar, tu dedicate a tus hijos, en un principio no quería que fuera a la tienda... con lo que él me diera me tenía que alcanzar el dinero, no había otra manera de tener más ingresos”, cuenta.
Él es policía, tiene armas en la casa y me encañonó
Cada que se enojaba eran golpes y gritos, platica. También era policía al igual que la pareja de Milagros. Un día en uno de esos episodios de violencia le puso el arma en la cabeza y amenazó con matarla. Ahí estaban sus hijos.
“Después eran los golpes y él es policía tiene armas en casa, me encañona con el arma entonces digo: no”.
Fue cuando huyó junto con sus hijos, quienes le dijeron, “Mamá, si no eres feliz, todos los días estás llorando, qué haces con él”.
Según la ENDIREH (2016), aproximadamente 573,000 mujeres sufrieron violencia emocional, física y sexual a manos de “agentes de seguridad o policías” solo en el año previo a la encuesta, 97,000 fueron violentadas por elementos de seguridad, en esta misma temporalidad (una diferencia que puede explicarse en parte con la diferencia que entre los elementos desplegados en el territorio nacional).
En ambos casos, el total de las agresiones que las mujeres encuestadas reportaron haber sufrido a manos de elementos de las fuerzas de seguridad, la mayoría fueron “piropos” o “mensajes ofensivos” (el 45.6% en el caso de “agentes de seguridad o policías” y el 28% en el caso de “militares o marinos”).
De acuerdo al informe “Claves para entender y prevenir los asesinatos de las mujeres en México” de Data Cívica y el Área de Derechos Sexuales y Reproductivos del CIDE, los asesinatos violentos a mujeres con uso de armas de fuego se dispararon afectando desproporcionadamente a las mujeres.
El informe reveló que el arma de fuego es la forma más común con la que se matan a mujeres en México, y la que más ha aumentado tanto en espacios públicos como dentro de casas. Según el estudio, la tasa de mujeres asesinadas con arma de fuego incrementó cinco veces entre los años 2007 y 2017.
Aurora fue víctima de su agresor pero también del sistema judicial mexicano
Abusaba de mí cuantas veces él quería
“Toda la vida eran golpes con él. Nunca me ayudo con los gastos de la casa y más que nada abusaba de mí, cuantas veces él quería”, dice llorando Aurora.
Cuenta con impotencia que fue muchas veces a pedir ayuda, a denunciar pero ninguna autoridad le hizo caso, lo único que podía hacer era regresar a su casa, en donde era violentada todos los días.
“Muchas veces pedí ayuda y muchas veces en el DIF me negaron la ayuda, no pude hacer nada más que regresar con él”.
La Organización de Estados Americanos (OEA) resume así está situación: “Los altos índices de violencia contra ellas, su limitado o nulo acceso a la Justicia, la impunidad y la persistencia de patrones socioculturales discriminatorios, entre otras causas, inciden en el aumento del número de muertes”.
Los vacíos legales y la falta de unificación en el concepto legal de violencia de género han permitido que menos del 20% de los asesinatos violentos contra mujeres sea reconocido como feminicidios.
Un crimen de odio por ser mujer
Durante enero pasado, 320 mujeres fueron asesinadas, de ellas 73 fueron víctimas de feminicidio, conforme a cifras dadas a conocer este martes por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Esto significa que 10 mujeres son asesinadas cada día en México. La cifra es 5.9% mayor a la registrada en el mismo mes de 2019, que sumó 302. No obstante, es 9.0% más baja que la registrada en diciembre pasado, que tuvo 352 víctimas, y es uno de los meses con mayor incidencia de que se tenga registro.
En el mismo lapso, se registraron 5,355 mujeres víctimas de ocho delitos diferentes. En su primera publicación mensual de este año, se informa que, sobre violencia contra la mujer correspondiente al mes de enero, el SESNSP señaló que de nueva cuenta las lesiones dolosas fueron el ilícito más recurrente contra las mujeres, al registrarse 4,588 casos.
El segundo delito que más sufrieron las mujeres el primer mes de este año fue la extorsión, con 267; el homicidio doloso, con 247 casos; le siguieron la corrupción de menores, con 117; el feminicidio, con 73; el secuestro, con 37; la trata de personas, con 25, y el tráfico de menores con uno.
Pero las estadísticas se quedan cortas. Muchos casos no son denunciados o son confundidos con homicidios tradicionales.
46 de cada 100 asesinatos de mujeres que debieron ser considerados feminicidios sólo son investigados como homicidios dolosos.
Casi la mitad de los homicidios de mujeres que debieron haber sido juzgados como feminicidios no fueron investigados como tales por las fiscalías, por lo que esos crímenes no fueron analizados con perspectiva de género y en algunos casos los culpables habrían recibido penas menores.
En ese limbo de los feminicidios se encuentran 565 mujeres que fueron asesinadas a golpes, 554 más estranguladas, 72 mujeres que fueron mutiladas, 71 cuyos cuerpos presentaban rastros de violencia sexual, mil 285 mujeres asesinadas con un objeto punzocortante, 43 víctimas que fueron desangradas hasta su muerte, 13 mujeres envenenadas o cuyos cuerpos fueron inmersos en sustancias químicas y 43 más que fueron calcinadas.
Los refugios previenen y protegen temporalmente a las víctimas de crímenes mayores así como de las consecuencias de la violencia, como pueden ser la discapacidad, la mutilación, la pérdida irremediable de la salud mental, lesiones y padecimientos mal atendidos, suicidios e incluso homicidios.
Durante la estancia de mujeres, niñas y niños, el refugio les brinda atención médica, psicológica; orientación y acompañamiento legal. Para las mujeres víctimas de violencia es un espacio de seguridad y en el cual la información que les proporcionan es de utilidad para ellas.
Los refugios asociados a la Red Nacional de Refugios operan con gran discreción. Por seguridad de las víctimas de la violencia y del personal que las atiende, la ubicación y el personal que en ellos labora es absolutamente confidencial.
Red Nacional de Refugios A.C.
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