Mujeres dedican cinco veces más horas que hombres a trabajo no remunerado, es decir que mientras los hombres destinan tan sólo ocho horas a labores del hogar, ellas hasta 39 horas.
Durante 2015, según el INEGI, el valor económico del trabajo no remunerado en México alcanzó un nivel equivalente a 4.4 billones de pesos, lo que representó 24.2% del Producto Interno Bruto del país. Esto fue superior a lo alcanzado por otras actividades económicas como la industria manufacturera o el comercio, las cuales registraron una participación de 18.8% y 17.5% respectivamente, para ese mismo año
Este 24.2% del PIB es el que permite en gran parte la generación de riqueza y del resto del PIB. Es decir, el trabajo que sí es remunerado puede darse gracias a este otro. Se puede decir que el trabajo no remunerado (TnR) es un subsidio invisible a la economía que explica el rezago y desigualdad de género, lo que las hace más vulnerables en diversos ámbitos.
En México, como en el mundo, la mayor parte de las labores domésticas y de cuidados es realizada por las mujeres. En 2015 las mujeres mexicanas aportaron 77.2% del tiempo que los hogares destinaron a dichas actividades. Asimismo y de acuerdo con el INEGI, en 2015 el valor del TnR de las mujeres en cifras netas (sin el componente de prestaciones sociales) tuvo un valor equivalente a 49,586 pesos, mientras que el de los hombres fue de 18,109 pesos.
Las mujeres no se pueden integrar al mercado laboral al igual que los hombres si cargan con un trabajo adicional no valorado. En México 43% de las mujeres participa en el mercado laboral, en comparación con el 78% de los hombres, siendo de las tasas de participación de mujeres más bajas de América Latina.
Trabajo doméstico, sin pago ni reconocimiento
“La sociedad está establecida de tal manera, que los varones tienen un empleo donde se les paga y se les reconoce; las mujeres también tienen trabajo en el espacio público, se les paga y reconoce, pero además deben trabajar en el hogar, sin pago ni reconocimiento, lo que las pone en desventaja”, señaló Ana Buquet Corleto, directora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM.
Lo que se busca es redistribuir el trabajo de cuidados de manera más justa conlleva un beneficio para la sociedad en general, pues entre otras cosas, invertir en éste genera empleos y asegura una mejor calidad en su provisión para quienes lo necesitan (niños y niñas, adulto/as mayores, personas con discapacidades y personas enfermas). Así, una redistribución de las tareas de cuidado beneficia tanto a hombres como a mujeres y por ello debemos plantearlo como una corresponsabilidad social, opinó.
El trabajo doméstico es fundamental, y debería hacerse de manera equitativa, pero no es así, “a esta circunstancia se le conoce como división sexual del trabajo, y mientras las sociedades no rompan con ese esquema, las mujeres no tendrán igualdad real en cuanto a las oportunidades laborales y el desarrollo profesional”.
Tras acentuar que en México no se ha logrado disminuir la violencia de género y el feminicidio, “la cara más brutal de las desigualdades”, señaló que las instituciones continúan reproduciendo los sistemas de desigualdad, un ejemplo de ello es que las mujeres tienen menos posibilidades de llegar a puestos de toma de decisiones debido a los estereotipos.
La educación, indispensable
“La desigualdad entre mujeres y hombres es un problema que debemos erradicar a través de la educación. Es fundamental que en todas las carreras haya por lo menos una materia obligatoria sobre perspectiva de género, que las nuevas generaciones se desarrollen académica y profesionalmente bajo esta mirada, para romper con la cultura de la desigualdad que actualmente está naturalizada”, enfatizó.
Expuso que las universidades de México se han organizado en una red (RENIES-Igualdad) que ha permitido el avance a nivel nacional en la materia. La UNAM, ejemplificó, tiene una larga trayectoria en estudios de género y está a la vanguardia: tenemos centros y programas relacionados, pero aún falta camino por recorrer.
“En la Universidad estamos en el proceso de crear un programa de posgrado en la materia, y ya contamos con un centro de investigación (CIEG). Es un gran avance porque se otorga la posibilidad de tener una planta académica destinada a investigar, reflexionar, analizar y aportar herramientas teórico-metodológicas sobre este problema a nivel local, nacional y global”.
Un día sin mujeres
Al referirse a la iniciativa #UnDíaSinNosotras, a la que se ha sumado la UNAM, Buquet Corleto consideró que “es una manera pacífica de mostrarle a México y al mundo que la presencia de las mujeres es fundamental en todos los ámbitos, que están en pie de igualdad sustantiva y absoluta con los hombres”.
Este movimiento comenzó en Islandia en 1975, y se consiguieron acciones positivas a favor de ellas, marcó un antes y un después en los países nórdicos, lo que se vio reflejado en altos índices de igualdad de género.
“Este 2020 es un año importante para la lucha de las mujeres, porque estamos en una coyuntura histórica única, en la que sin tomar las armas, a través de una revolución pacífica que comenzó en el siglo XX, estamos logrando cambios permanentes en nuestras vidas en todo el mundo. Invito a todas a sumarse a la marcha del 8 de marzo y al paro del 9 de marzo, por un mismo fin: más igualdad y menos violencia”, concluyó.
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