Narcosubmarinos. El último invento de los narcotraficantes para blindar sus envíos a Estados Unidos ha sido tan exitoso que el número de incidentes de submarinos ha aumentado considerablemente.
En 2018 se registraron 35 y el año pasado superó el número con 36. Sin embargo, esa cifra es sólo la punta del iceberg, pues por cada embarcación detenida muchos más logran atravesar, por lo tanto no hay señales de que las pérdidas estén en un nivel que disuada a los delincuentes.
La aplicación de esta tecnología data del 2006 cuando se descubrieron los primeros narcosubmarinos: el tubo de escape y la cabina podían verse pocos metros fuera del agua. Pero 13 años han sido excelentes para desarrollos nuevos. El pasado 2 de enero, un avión de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU interceptó dos narcosubmarinos con casos muy estrechos conocidos como Vessels. Esto ha sido un estilo común de narco subamarinos durante algunos años.
En febrero, las fuerzas panameñas y colombianas interceptaron un sub particularmente grande. Tenía dos motores internos capaces de soportar la carga de cinco toneladas de cocaína abordo, alrededor de 5-8 veces más de la típica.
Las autoridades detectaron que los semisumergibles suelen ir pintados de azul para mimetizarse en el agua y que normalmente sólo logran detectarse con la ayuda de aeronaves.
Este tipo de transporte esta diseñado para hundirse y destruir la evidencia rápidamente.
Según el testimonio de un ex tripulante colombiano, en los semisumergibles apenas se puede respirar y temen salir a la superficie para no ser identificados; uno de sus hermanos incluso murió en un viaje de este tipo por un paro cardíaco debido a la presión marítima y el calor.
Los tripulantes de estas embarcaciones son en su mayoría pescadores, que suelen ganar usualmente USD 200 al mes.
México: la ruta marítima
Un análisis de expertos en seguridad estadounidenses de Stratfor, reveló que desde hace 10 años en México se han identificado al menos 27 rutas constantes para el trasiego de drogas que se distribuyen hacia McAllen, Del Río y Laredo, Texas, vía Tampico, donde también se ubica uno de los principales centros de distribución de cocaína y mariguana procedentes de Colombia, Brasil y Venezuela.
Así como siete rutas internacionales desde las cuales la droga y sus precursores llegan vía China, Venezuela, Colombia y Brasil, y que cruzan las fronteras mexicanas por Cancún, Veracruz, Ciudad de México, Acapulco y Jalisco, principalmente.
Se observa que las drogas con más rutas son la cocaína y la efedrina, mientras la mariguana se concentra sólo en dos áreas. Es evidente también en el análisis que todas las vías trazadas por los cárteles mexicanos conducen a Estados Unidos.
Según el mapa, una de las zonas en disputa por los cárteles de la droga se ubica en el sureste, y abarca Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Tabasco, Chiapas y una zona de Oaxaca, que va desde Santa María Chimalapa hasta Santiago Zacatepec y de ahí a las costas del Pacífico; por ella circula principalmente cocaína traída de Colombia, Venezuela y Brasil, que entra por Cancún.
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