Luego de que Mauricio Osorio Domínguez, presidente municipal de Valle de Bravo, Estado de México, informó que el cadáver de un taxista de 54 años, con heridas profundas y ropa desgarrada, encontrado el 1 de marzo, fue causado por el ataque de un animal “carnívoro y peligroso”, el temor de la población vallesana se ha propagado; tanto que se han suspendido las clases de educación básica.
Si bien las investigaciones apuntan a que fue producido por un león que presuntamente se escapó de un rancho cercano, el edil tampoco descarta que haya sido por un puma, jaguarundi o hasta una jauría de perros que habitan en la zona boscosa.
Este misterio ha intrigado a muchos en las redes sociales, quienes han publicado diversas hipótesis, entre ellas la de usuarios que han revivido la leyenda del “Chupacabras”.
Y es que a mediados de 1996, uno de los principales temas de conversación en México fue la aparición de una extraña criatura que lo mismo chupaba la sangre de caballos, gallinas, borregos y cochinos; aunque sus favoritas eran las cabras, de ahí su nombre.
El Chupacabras era descrito como un extraterrestre de baja estatura, de ojos rojos y saltones, orejas puntiagudas, picos en la espalda, colmillos largos y garras con las que apresaba a sus víctimas. Unos decían que era mitad hombre y mitad murciélago, que saltaba como canguro y que incluso volaba.
La primera vez que se escuchó hablar de él fue en la isla de Puerto Rico en 1992, cuando un hombre llamado Madeley Tolentino declaró haber sido su víctima.
Poco a poco, el Chupacabras fue migrando por los distintos países de América Latina, donde los medios comenzaron a mostrar numerosas imágenes de animales desangrados con mordidas de colmillos.
En México se hizo popular en 1996, cuando las principales televisoras comenzaron a difundir el rumor durante las transmisiones de los noticieros estelares, así como en la prensa escrita.
La versión mexicana del asesino de ganado comenzó a nutrirse de dramatismo y los testimonios de supuestas víctimas humanas se hicieron presentes: ataques en ciudades como Tijuana, Los Mochis, Chihuahua, Texcoco, y otros lugares de la República.
La histeria llegó a tal grado que en varias poblaciones se crearon brigadas para cazar a la bestia: hombres y mujeres se armaron con machetes, pistolas y escopetas para hacer recorridos en las cercanías de los corrales.
Las búsquedas fueron infructuosas y lo único que se encontró fueron más animales muertos, todos con su típica huella: dos agujeros profundos en el pescuezo.
Finalmente los peritos entraron en acción y explicaron que los ataques fueron producidos por pumas, jaguares o coyotes que, a falta de alimento en sus hábitats naturales, lo buscaban en las rancherías.
Entonces el fenómeno mediático empezó a ser objeto de críticas desde distintas voces. El entonces reciente asesinato del candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Luis Donaldo Colosio, así como las devaluaciones y el autoritarismo del régimen priista, parecían la excusa perfecta para el montaje de un drama distractor, siendo utilizado como una metáfora que refería al ex presidente Carlos Salinas de Gortari y los problemas de corrupción de la clase política.
El Chupacabras alcanzó tal fama que, de haber existido Twitter en aquel entonces, sin duda habría sido trending topic en más de una ocasión. Incluso, le compusieron su canción: la cantaba The New York Band, y al ritmo de merengue ponía bailar a todos en las fiestas.
De acuerdo con el lingüista y filósofo estadounidense Noam Chomsky, la distracción es una de las estrategias de manipulación política y social; la cual tiene por objetivo alejar la atención de las personas de los problemas realmente importantes, generando problemas que exciten emocionalmente.
Dicho fenómeno ha sido estudiado tanto por comunicólogos, como sociólogos y psicólogos.
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