El 8 de marzo se marchará en México, como en todo el mundo, para recordar todo lo que falta por hacer para que las mujeres gocen de iguales derechos que los hombres. El lunes 9 se realizará un Paro Nacional de Mujeres, identificado con la frase “El nueve nadie se mueve”, el cual ha provocado un intenso debate en medios tradicionales y redes sociales en torno a un supuesto objetivo último, a saber: golpear al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
El paro fue convocado, a decir de Arussi Unda, representante de Brujas del Mar, por este y otros colectivos, con el hashtag #UnDíaSinNosotras. La presumible relación de Unda con el ex presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, sospecha desatada por una fotografía en la que esta activista aparece posando junto a Calderón, tomada al parecer durante la presentación de un libro de este, mismo que Arussi sostiene en sus manos, ha provocado una furiosa envestida en contra de dicho paro y de quienes se atreven a sumarse.
Suponiendo, sin conceder, que el Colectivo Brujas del Mar hubiera hecho su llamado en confabulación con la derecha política, con Calderón, para ser más precisas, el hecho es que la iniciativa prendió a tal punto que múltiples grupos feministas se unieron al llamado. ¿La razón?: que la violencia contra las mujeres en México no es un fenómeno inventado en lo que va de este sexenio para golpear a nadie, existe con características parecidas por lo menos desde 1993, cuando comenzó el fenómeno conocido, equivocadamente, como “Las muertas de Juárez”.
Sin embargo, el debate en torno a si hay manipulación o no detrás del paro ha dejado en segundo término la realidad de millones de mujeres que en el país sufren violencia cotidiana, dentro y fuera de casa, la realidad de los miles de mujeres desaparecidas, violadas, asesinadas, el dolor de sus familias que constatan cotidianamente que el ejercicio de la justicia en contra de los agresores es una quimera ante una impunidad de más del 95 por ciento.
La politización del paro y el debate en torno a una presumible manipulación cubre como nueve negra al Movimiento Feminista y los diversos feminismos que lo componen, así como a las demandas legítimas de las mujeres en México. De esta manera, los debates públicos dejan fuera lo esencial, mientras líderes de opinión, a favor y en contra de AMLO, se esfuerzan para ganar la batalla de las percepciones y, queriendo o no, desvirtuar la causa de las mujeres.
Por un lado, el mismo presidente López Obrador, en la conferencia mañanera del 21 de febrero, la cual se llevó a cabo en Baja California Sur, afirmó que “(…) mucho ojo, porque ahora los conservadores ya se volvieron feministas, de repente. El Reforma, ¿no? y todos los medios conservadores. Desde luego nosotros tenemos que garantizar las libertades, si es un paro de las mujeres que están en su derecho, si es eh… una movilización, lo que eh…, resuelvan, con absoluta libertad, que eso también es eh… lo otro, no somos iguales, no somos autoritarios, no reprimimos (…) no hay censura. Libertades plenas (…) a trabajadoras del gobierno, a todas las mujeres. Nada de que, como era antes ¿no?, eh…, en los tiempos del neoliberalismo autoritario. Si te manifiestas te descuento el día, si protestas te ceso, te castigo. ¿Cuántos maestros y maestras cesadas porque se opusieron a la Reforma Educativa y qué decían los conservadores? Que estaba muy bien porque los maestros eran rijosos, alborotadores, los maestros y las maestras, que no trabajaban. Esa era la campaña de los que ahora están eh… promoviendo, soterradamente, este movimiento, no todos ni todas, pero para enfrentarnos para afectar al gobierno (…) Claro que está la derecha metida, los conservadores. O sea, así como hay mujeres que por convicción y de manera libre eh… protestan y lo van a seguir haciendo. Así también hay, este, oportunistas. Estoy viendo que hasta los partidos…”.
El argumento es interesante, recoge, efectivamente, la manera en la que grupos conservadores y partidos como el PAN y el PRI han buscado subirse al camión de las mujeres, olvidando su deuda histórica con ellas. Basta con decir que el PAN y el PRI se unieron para votar en al menos 17 estados de la República leyes antiaborto, mismas que tienen a mujeres condenadas a más de 20 años de prisión por abortos, provocados o espontáneos. Ambos partidos pretenden que se olvide que transaron con los derechos de las mujeres para obtener acuerdos políticos más redituables para ellos.
Por otro lado, no es una alucinación del presidente la existencia de grupos poderosos e individuos incrustados en diversas posiciones de poder, como los expresidentes Calderón y Vicente Fox Quesada, interesados en hacerlo fracasar. Las pruebas de su existencia pueden rastrearse, por lo menos, desde 14 años atrás en que echaron a andar todo un dispositivo de poder para no dejarlo llegar a la presidencia, temiendo que su proyecto pusiera en riesgo sus privilegios, pactos y corruptelas.
Hasta este punto, el presidente de la República acierta. Atina igualmente, al mostrar su cariz democrático, su respeto a la libertad de expresión y manifestación y el deslinde con respecto de gobiernos anteriores. Hasta aquí no hay nada que reprochar a López Obrador.
Sin embargo, en la segunda parte de su intervención compara a dos movimientos que, histórica, sociológica y políticamente hablando, no son comparables: el Movimiento de Maestros (de la Confederación Nacional de Trabajadores de la Educación, sección disidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación) y el Movimiento Feminista. Los primeros luchaban por una reivindicación acotada y en contra de la arbitrariedad de un gobierno neoliberal que intentó, durante un sexenio, irse en contra de sus derechos laborales. Por el contrario, las feministas luchan, desde hace siglos, por cambiar toda una cultura, caracterizada por el machismo y la misoginia, por cambiar la forma en que se concibe a las mujeres como seres de segunda, subordinadas a los hombres y sus intereses y por lograr el reconocimiento de sus derechos en todos los ámbitos del quehacer humano, así como por una vida libre de todo tipo de violencias machistas.
En este punto, es interesante señalar que el argumento lopezobradorista en torno a los ataques a los maestros y el apoyo a las mujeres para no trabajar es reproducido incluso en conversaciones de WhatsApp. De hecho, el discurso presidencial desató a un buen número de “amlovers” que se lanzaron a defender a “su presidente”, sin más razonamiento que lo dicho por él. No hay análisis, ni un intento por entender las demandas femeninas y feministas en torno a lo que está pasando en este país, sólo posturas ideológicas que, como se dijo, nublan la comprensión de un fenómeno social complejo de gran envergadura, en el que el aumento reciente de la violencia en contra de mujeres y niñas es sólo un aspecto.
En la última parte de la cita, López Obrador habla del derecho de las mujeres a la manifestación y la protesta, después de descalificar a una parte de ellas. Postura que ha sido profusamente reproducida en redes sociales, nuevamente sin profundizar en lo que esto significa, la vuelta a una argumentación machista de acuerdo con la cual, las mujeres son manipulables, no piensan por sí mismas, y de lo fácil que es sacarlas a la calle a protestar para obtener raja política.
En otra mañanera, la del 25 de febrero, el presidente afirmó no encabezar un gobierno machista. Ciertamente, aquí se puede afirmar que López Obrador ha incluido a mujeres en buena parte del gabinete, que ha iniciado programas que favorecen a las mujeres, aunque, hay que decirlo, ha perjudicado otros como las Estancias Infantiles y los Refugios para Mujeres, en gran medida, como un efecto indeseado de su lucha en contra de la enorme corrupción política heredada de administraciones pasadas.
Sin embargo, es posible afirmar, a partir de la postura presidencial, que existe en esta administración un desconocimiento de aquello que caracteriza la condición de las mujeres en México, de las luchas que las feministas han dado, del sustrato cultural y de las causas que históricamente han condicionado la vida de las mujeres, las cuales no pueden reducirse al deterioro moral provocado por la forma corrupta de poner en marcha el modelo económico neoliberal, como el mismo López Obrador afirmara.
En descargo del presidente se puede decir que existe voluntad política, pero sin la asesoría adecuada no dará los frutos esperados. Finalmente, tomar al Movimiento Feminista como arena de enfrentamientos políticos complicará, aún más, la lucha de las mujeres por tener una vida libre de violencia.
*Catedrática de la Universidad Iberoamericana
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