“Cuando nací, mi papá lloró porque no fui hombre”: Las vivencias de Guadalupe Loaeza exponen la violencia que viven las mujeres

La escritora mexicana hizo un recuento de las formas de violencia que vivió desde su nacimiento hasta la fecha, de esta manera expuso los tipos de violencia a las que están sometidas las mujeres de México y el mundo

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El testimonio de la periodista destacó las distintas formas de violencia que viven las mujeres durante su vida (Foto: Reuters/Ivan Alvarado)
El testimonio de la periodista destacó las distintas formas de violencia que viven las mujeres durante su vida (Foto: Reuters/Ivan Alvarado)

A pocos días de que tenga lugar la conocida marcha del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, los debates sobre temas relacionados con la violencia de género se han visibilizado mucho más cada vez por la cantidad de personas públicas y ciudadanas que han volteado a ver el tema.

Desde distintas áreas de las ciencias sociales se ha hablado en repetidas ocasiones de la violencia machista como un problema estructural que atraviesa a la sociedad mexicana. El tipo de valores que preservan la opresión femenina tienden a inculcarse desde la infancia, es decir, desde la manera en la que se fomenta el desarrollo de las identidades de género y el reconocimiento colectivo sobre lo que significa ser hombre o ser mujer

La periodista mexicana, Guadalupe Loaeza, publicó una serie de tuits el pasado tres de marzo en los que narra oración por oración la violencia de la que fue objeto desde su nacimiento. Cada una de ellas enumera situaciones que las mujeres de distintas edades, sectores sociales y económicos enfrentan todos los días en México y en el mundo .

La frase “no se nace mujer, se llega a serlo” que la teórica feminista, Simone de Beauvoir, utilizó en su texto El segundo sexo ha servido en varias ocasiones como punto de partida para comprender la importancia de los elementos que forman parte del entendimiento sobre lo que es una mujer, mismo que la lucha feminista critica y trabaja por su deconstrucción.

Las identidades de género son producto, como lo dice su nombre, de la identificación interna de una persona hacia aquello que le permiten reconocer quién es, estas pueden o no estar ligadas a su sexo.

De acuerdo con la Academia Americana de Pediatria, los aprendizajes sobre los roles de los hombres y las mujeres están relacionados con el tipo de actividades, juegos, modales, etcétera, que se enseña.

Las niñas y niños terminan por comprender de manera estereotipada, pero al mismo tiempo “tan clara y sistemática”, los gustos, preferencias y actividades que deben realizar según el género asignado.

De ahí que las primeras oraciones de la periodista puedan exponer este tipo de imposiciones sistemáticas al serle negadas actividades deportivas directamente relacionadas con los hombres e imponérsele aquellas establecidas social y culturalmente para la mujer.

Violencia desde la sangre: “no destruyas a la familia”

En México, la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) 2020 del Instituto de Estadística y Geografía (Inegi), reveló que el 19.4% de los encuestados mayores de 18 años (hombres y mujeres) han sufrido de acoso callejero. Del total, el 27.2% se identifican como mujeres y un 10.1% como hombres.

Por otra parte, en 2019 no solo se dio a conocer que México estuvo en el primer lugar de abuso infantil, con más de 4 millones de víctimas y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) informó que en el país, dos de cada 10 mujeres reportan violencia contra de sus hijos de parte de sus parejas.

Las anécdotas de la periodista, quien colaboró en distintos medios de comunicación como La Jornada y Reforma, se dieron en contextos de este tipo y forman parte de las historias de miles de mexicanas violentadas física, psicológica y sexualmente por sus propios familiares.

Las imposiciones de características femeninas

Aunado a esto, los micromachismos, que de acuerdo con Mujeres en Red son aquellos “que por su menor intensidad no mata y pasa desapercibido, es cotidiano y por lo tanto aceptados”, estos van desde chistes, refranes, dichos, piropos e incluso aquellos estereotipos hacia el comportamiento y el cuerpo de las mujeres.

De acuerdo con Pierre Bourdieu, en su libro La dominación masculina, aquellas normativas que determinan las cualidades y características propias de un hombre y una mujer:

Se presentan en un tiempo (...) en estado incorporado, en los cuerpos y hábitos de sus agentes, que funcionan como sistemas de esquemas de percepciones, tanto del pensamiento como de la acción

El conocido “orden de las cosas”, es decir, la imposición de la visión androcéntrica como neutra (aunque no lo sea) “siente la necesidad de enunciarse en discursos capaces de legitimarla”.

Este orden social (masculino) se apoya principalmente en la división del trabajo y la distribución estricta de los mismo para ambos sexos. De ahí nacen oposiciones muy específicas de espacio, momentos e instrumentos que hombres y mujeres utilizan en su cotidianidad, así como los elementos simbólicos ligados a cada uno.

Esquema sinóptico de oposiciones sobre el hombre y la mujer (Imagen: Pierre Bourdieu/ "La dominación masculina" página 23)
Esquema sinóptico de oposiciones sobre el hombre y la mujer (Imagen: Pierre Bourdieu/ "La dominación masculina" página 23)

Por ejemplo, la imposición del hogar para las mujeres y los espacios públicos para hombres. Y no solo eso, también todo el abanico de conceptos ligado a cada uno de los lugares, cuyos lineamientos específicos:

Construyen el cuerpo como realidad sexuada y como depositario de principios de visión y división sexuantes

La doble jornada: Madres no reconocidas, trabajadoras escondidas

Por mucho tiempo se ha hablado del trabajo doméstico como una parte no reconocida de las mujeres, quienes han dejado de estar remitidas en el hogar, el cual ha sido un espacio histórico de discriminación, de acuerdo con el texto El trabajo doméstico en México: La gran deuda social de Iris Arlette Gallardo Escamilla, ex directora General de Fomento de la Seguridad Social.

La formación de las mujeres desde su entorno social, escolar, familiar, cultural y religioso, las relega “asignándoles el cuidado de los hijos y labores domésticas sólo por su sexo”.

En México muchas de esas ideas se transmiten todavía de generación en generación. Sin embargo, la lucha constante de las mujeres ha generado un cambio progresivo entre la ciudadanía y los políticos más importantes del país, quienes han tenido que tocar el tema y empezar a responder las exigencias de seguridad y justicia por las muertas, desaparecidas y las que aún se encuentran con vida.

El testimonio de Loaeza permite reconocer, en su historia y en la de todas las mujeres que apalabran la violencia machista, una voz que está sonando más fuerte que nunca. El estruendo que avanza sin dejar a ninguna atrás, ni en las grandes luchas de protesta vigorosas, ni en la cotidianidad agresiva en la que ellas se desenvuelven todos los días.

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